
EnglishAunque el mundo se encuentra enfrentado a graves conflictos, opresión y el cambio de las vanguardias políticas, los defensores de los derechos individuales y líderes de la resistencia pacífica se hicieron tiempo para compartir estrategias e historias y aprender los unos de los otros en una de las más prístinas ciudades escandinavas.
La última edición del Foro de la Libertad de Oslo —postergado por cinco meses debido a huelgas del sindicato de empleados de hotel— tuvo lugar una vez más la semana pasada en la capital de Noruega y también la capital no oficial para disidentes políticos y defensores de los derechos humanos.

El ostentoso foro es organizado por la Fundación por los Derechos Humanos de Nueva York, una de las principales organizaciones que combate la violencia gubernamental contra ciudadanos. Thor Halvorssen, el cerebro y la personalidad detrás de la organización, ha logrado que el evento sea uno de asistencia obligatoria para la prensa, organizaciones sin fines de lucro y líderes de negocios conscientes de los abusos de derechos humanos.
La combinación de tantas profesiones y nacionalidades diferentes hizo de esta una experiencia memorable de por sí una experiencia inolvidable.
En el lapso de media hora, tuve la oportunidad de conocer a un ejecutivo de negocios de una compañía de velas de Carolina del Sur, un operador de derivados y analista de riesgo con incomparable conocimiento de las cantidades exactas de reservas de petróleo disponibles en Medio Oriente, y a un joven estudiante doctoral de una universidad estadounidense de élite que está ascendiendo en la carrera académica para algún día poder retornar a la política en su país natal, Ruanda.
Simples encuentros dieron lugar a profundos debates acerca del futuro de las reformas democráticas en China, la represión policial en Rusia, y la desvergonzada violencia en América Latina. Presencié intercambios de tarjetas personales y esbozos de acuerdos comerciales. Todo esto tan solo luego de la la primera cena.
Si bien la destacada ubicación, la lujosa comida y la particular atmósfera es noruega, la organización es decididamente estadounidense. Jóvenes pasantes recorrían los pasillos y el teatro llevando café y pósters, codeándose con varios héroes disidentes mientras llevaban a cabo sus tareas. Las sesiones se desarrollaron con puntualidad y las fallas técnicas eran inconcebibles. Se alentó a los participantes a tuitear y hacer uso de Facebook tan seguido como les sea posible, y jóvenes organizadores estuvieron siempre dispuestos a ayudar a los presentes a conectarse con quienes deseen.
Los efectos eran espectaculares. Luces y colores se alineaban y proyectaban perfectamente. Lograr uniformidad de tantas presentaciones, usando el color azul e imágenes de alta calidad es una tarea difícil, pero fue llevada a cabo perfectamente.

Entre las mejores sesiones del foro estuvo la emotiva descripción, por parte del exprisionero político Mikhail Khodorkovsky, de las violentas reacciones de la policía rusa contra manifestantes pacíficos en 2011.
Khodorkovsky contó las historias de jóvenes hombres y mujeres que casualmente participaron en las protestas poselectorales y que terminaron en prisión por años.
No obstante, la retórica en contra del régimen ruso no estuvo limitada al discurso de Khodorkovsky. Se propagó a través de la totalidad del evento y la ceremonia de entrega de premios.
Las presentaciones contenían esporádicas críticas al presidente ruso Vladimir Putin, que incluso fue catalogado como “dictador” por el editor de cultura de Newsweek, Michael Moynihan, durante una sesión moderada.
Repetidamente fueron mencionadas la invasión rusa de las regiones australes ucranianas y la secesión de Crimea, por lo que el discurso anti-Putin estaba en la mente de todos. El mandatario ruso fue el “blanco fácil” de las jornadas.

Las críticas contra Putin culminaron con la entrega del “Premio Vaclav Havel por la Disidencia Creativa” al grupo Pussy Riot por su concierto improvisado en una iglesia de Moscú y el cual les valió dos años de prisión por “vandalismo”.
“Nos gustan sus hits“, declaró Nadiezda Tołokonnikowa al apropiarse del pesado premio. No podía saber si la joven estaba siendo irónica o simplemente un poco pícara. Sin embargo esto no impidió que recibiera una ovación de pie.
Así se sumaron los pocos —pero emocionantes— días de intercambio de historias y de codearse con la élite de los derechos humanos, además de la humilde experiencia de conocer a los individuos detrás de los titulares internacionales.
Desde cubanos a chinos, de norcoreanos a ghaneses, el Foro de la Libertad de Oslo tuvo a algunos de los más valientes y más cautivadores activistas de nuestros tiempos.
Fue un evento abundante en política y las últimas tendencias en cuanto a protestas, pero no obstante fueron días bien aprovechados. El intercambio de ideas e ideales es exactamente lo que tanta gente se lleva de retorno a sus países de origen, muchas veces para dar inicio a revoluciones pacíficas y protestas por propia iniciativa.
Después de todo, no hay nada mejor que aprender de héroes y luchadores las ideas un poco locas de derechos individuales, desobediencia civil y resistencia pacífica.