EnglishEn medio de una helada aguanieve y lluvia del invierno, los afiches vacacionales muestran calor y una completa serenidad.
Uno de los afiches reza: “Ven y conoce los paquetes vacacionales más sofisticados de Cuba”, mientras que otro ofrece “Playas gloriosas, océano y relajación”.

Desde la capa gélida de hielo que cubre la nación de Canadá, se ven estos anuncios de hoteles resort en Cuba en todas las paradas de autobús y publicidades sobre el autopista.
Paquetes all-inclusive por menos de mil dólares canadienses ofrecen vuelos, hotel, tragos y un tratamiento digno de realeza para los canadienses, quienes escapan de la congelada tundra del norte y buscan un sol caribeño y arena a la cubana.
Las mejores revistas de viajes adoran este país. Mis amigos y familiares que han podido visitarlo dicen que es un paraíso por un bajo precio, a solo tres horas en avión desde Montreal.
Según el gobierno de Canadá, casi 1 millón de canadienses han visitado la isla el año pasado, constituyendo el 40% de todos los turistas de la nación isleña, más que cualquier otra nacionalidad.
Mientras que Cuba es vista como un rito de iniciación para los viajeros canadienses, es totalmente ilegal para ciudadanos y residentes de los Estados Unidos. ¿Por qué?
El problema se remonta a 1960, un año después de que las revoluciones comunistas lideradas por Fidel Castro derrocaran la dictadura de Fulgencio Batista, gobierno respaldado por los Estados Unidos.
Los campesinos cubanos se cansaron de la opresión del régimen de Batista y de la enorme influencia económica y política de los Estados Unidos en el país. Se unieron a la causa de Castro y dieron al mundo occidental, asustado por el socialismo, un vivo ejemplo de una revolución socialista liderada por trabajadores.

Foto: Roberto Chile/Cubadebate.
Los ricos terratenientes y empresarios estadounidenses en Cuba, cuyas tierras habían sido confiscadas en la revolución, llamaron al Congreso estadounidense para tomar acción. El órgano legislativo entonces decretó un embargo que prohibió todas las exportaciones comerciales a Cuba y, posteriormente, todos los bienes y servicios.
Estas disposiciones ilegalizaron los viajes de los estadounidenses a Cuba y penalizaron severamente cualquier empresa de Estados Unidos que realizara negocios en la isla. De no prohibirlos, esta participación era considerada como una forma de sostener el régimen y legitimar la represión política y la confiscación de tierras en la revolución socialista de 1959.
En las décadas siguientes, esta medida dejó a Cuba política y económicamente aislada, forzada a recurrir a la Unión Soviética para intercambios comerciales en la década de los setenta y los ochenta, y a Venezuela en tiempos modernos, para energía e intercambios rudimentarios.
La nación isleña ha tenido pocas opciones para tener una vasta prosperidad económica. Esto llevó a que la utopía socialista que planteaba una reformada sociedad cubana cayera rápidamente, llevando al poder al gobierno despótico y autoritario de los Castro.
En todo este tiempo, a tan solo 90 millas de Florida Keys, los Estados Unidos han permanecido fríos y distantes de su vecino cubano. La única interacción significativa de parte del país norteamericano con el suelo cubano ha sido su base naval en la Bahía de Guantánamo, que fue concedida mediante una enmienda que diplomáticos estadounidenses escribieron en la Constitución cubana de la década de los veinte. Constituye una zona convenientemente ubicada fuera del alcance de la legislación interna, donde los militares estadounidenses han interrogado y encarcelado a supuestos miembros de Al-Qaeda.

En los años recientes, gracias a las ordenes ejecutivas de presidentes del partido demócrata como Bill Clinton y Barack Obama, las restricciones en los viajes de estadounidenses al país caribeño han disminuido, aunque solo para misiones “people-to-people” aprobadas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Estos viajes son altamente restringidos, y están destinados solamente al “intercambio cultural” con cubanos, lejos de los hoteles y las playas publicitadas en Canadá.
Los críticos de este programa, como el Senador Marco Rubio (R-FL), hijo de exiliados cubanos, etiquetan estos viajes como “tours de propaganda”. Incluso, las estrellas de hip-hop como Jay-Z y Beyonce fueron objeto de acusación por su visita a la isla en el 2013.
Un acuerdo especial aprobado en el 2011 ha permitido que más de 400.000 estadounidenses hayan podido visitar Cuba. Este acuerdo concibe estas visitas principalmente como “tours educativos” y viajes de misión para ayudar a la población desolada, todavía devastada por los años de aislamiento económico y una planificación central fracasada.
El argumento principal para continuar el embargo ha sido intentar convencer al régimen cubano, ahora liderado por Raúl, el hermano de Fidel Castro, de abandonar sus políticas socialistas y adoptar la libertad económica para su pueblo.

Tal como escribí en el 2012, esta situación se resume a la influencia significativa que ejercen los políticos del sur de Florida, como Rubio y la representante Ileana Ros-Lehtinen (R-FL). Ellos han mantenido el estrangulamiento en Cuba para satisfacer a los millones de exiliados cubanos que viven en Florida, quienes han escapado del régimen de los Castro desde la década de los sesenta y están convencidos que el castigo es el único camino.
Entonces, la pregunta fundamental que hay que hacerse en el 2014 es ¿cómo el gobierno de los Estados Unidos va a influenciar directamente a la nación caribeña para cambiar el marco de sus políticas?
Pareciera ser que las sanciones, que ya llevan 54 años, han devastado a la población y no han hecho nada más que incrementar el apoyo por el régimen totalitario.
En la estela de tantas guerras catastróficas, la intervención militar directa parece ser fútil, aunque en una época fue una propuesta seria del alto mando militar estadounidense.
Aparte de intentar asesinar a Castro o fomentar una rebelión cubana contra el gobierno en la Bahía de Cochinos, los líderes norteamericanos casi adoptan una operación de bandera falsa para justificar la invasión de costas cubanas.
La Operación Northwoods fue una estrategia soñada por la fuerza militar estadounidense en 1962, diseñada para dar un “pretexto para la intervención militar de Estados Unidos en Cuba”. Los autores recomendaron disfrazar estadounidenses en uniformes militares cubanos y atacar la Bahía de Guantanamo, hundir barcos militares, e incluso fingir un funeral para legitimar la pérdida de soldados estadounidenses. Ademas, el plan detalló cómo agentes cubanos apoyados por Estados Unidos iniciarían varios bombardeos en ciudades estadounidenses, apuntando a miembros de alto perfil de la comunidad de exiliados cubanos en el sur de Florida.
De acuerdo a los documentos clasificados en 1997, todo esto fue propuesto porque “era deseable utilizar la provocación legítima como base para la intervención militar estadounidense en Cuba, a través de un plan de engaño”.
Afortunadamente, dicho plan nunca fue puesto en marcha.
Entones, si la intervención militar no funcionaría y las sanciones no han sido efectivas, ¿que viene después?
Pareciera ser que lo que se necesita para liberar a Cuba, es detener el embargo, que todavía se mantiene y priva a los ciudadanos cubanos de tantas libertades que podrían tener.
La mayor parte de la culpa la tiene, y debería tenerla, el régimen socialista, el cual ha privado a su pueblo de tantas oportunidades, pero esto no se detiene aquí. Tal como demuestran las revoluciones de Medio Oriente y el norte de África, los pueblos determinados pueden conseguir una forma de socavar el autoritarismo e instalar una mayor democracia.
Pero para llegar a este punto, ellos necesitan el medio para lograrlo. Necesitan el intercambio comercial. Necesitan poder mejorar sus condiciones económicas y tener socios útiles en el gobierno estadounidense. Necesitan la oportunidad económica, que sería concedida inmediatamente una vez que los estadounidenses sean libres para gastar su dinero en Cuba, viajar a Cuba e intercambiar con negocios cubanos.
Ya no funciona aceptar el status quo de la nación isleña, una vez concebida como el patio trasero de Estados Unidos. Solo la libertad para vivir y hacer intercambios comerciales, podrá liberar a su población. De esta forma, el rol que tiene el gobierno de Estados Unidos resulta más determinante que el de los mismos cubanos.
Traducido por Marcela Estrada.