Cada día que abrimos el diario, leemos diversas noticias que aparecen en el mismo. Algunas nos disgustan, otras quizá nos divierten, los sentimientos son siempre diferentes. Al abrir el diario de hoy, me encontré con un tema que se encuentra vigente hace cinco décadas: las FARC.
Desde su conformación en 1964, este grupo guerrillero ha logrado instalarse como un “asunto” relativamente cotidiano y normal para cualquier ciudadano colombiano. El narcotrafico, las actividades terroristas, los secuestros y el asesinato de civiles han llevado a una lucha constante entre la guerrilla y los gobiernos de turno del país cafetero.
La relación del gobierno colombiano con las FARC pasó por distintas etapas una y otra vez. Los intentos de paz fueron diversos, entre ellos, el de 1984 mientras Belisario Betancourt se desempeñaba como presidente. Más insistentes fueron estos intentos en la década del ’90 donde por más de 3 años se buscó el diálogo y la paz. No obstante, el final fue siempre el mismo. Si nos ponemos a analizar caso por caso, podemos deducir que entre las causas del fracaso, siempre encontramos desconfianza, mentira y corrupción.
Creo que existen dos factores que al combinarse nos permiten tener una idea de porque las FARC siguen sobreviviendo después de 50 años en la selva colombiana. Por un lado, está el factor político. Es decir, es muy difícil pensar que no hay ninguna facción política que apoye a este grupo guerrillero, ya sea por negocios o por convicción ideológica. El segundo factor es el del tráfico tanto de drogas como de armas, permitiéndoles así el sustento económico para financiarse.
Las actuales negociaciones entabladas por el presidente Juan Manuel Santos con los líderes guerrilleros comenzaron a principios del año 2012. Entre los puntos más importantes a negociar, aparecen temas como el de las drogas ilícitas, la participación política, el abandono de las armas y la reparación a las víctimas.
Diferentes canales informativos nos muestran que ha habido muchos avances respecto a este tema y que estos dos años de negociaciones no han sido en vano. Los líderes colombianos se mantienen esperanzados ante la posibilidad de un acuerdo que permita poner fin al conflicto y pasar a ser parte de la Historia grande de Colombia.
Tratando de ir hacia atrás en el tiempo y comparando las diferentes etapas del conflicto, uno se pregunta: ¿Se podrá llegar a un acuerdo? La pregunta es difícil. A mi parecer, actualmente existen negocios demasiado grandes y ningún factor que me lleve a pensar que la historia puede cambiar. Creo que las FARC consiguieron un rol tan importante en la economía colombiana que se necesitará un proceso muy largo para poder extinguirlo.
Soy pesimista; creo que el de las FARC es un conflicto cíclico que se relaciona con el gobierno de turno. Sin embargo, sí creo que existen maneras de afrontar el problema. Si Colombia, como sociedad, decide afrontarlo, podrá dejar en la historia a este grupo rebelde, pero como dije anteriormente, solo será de manera lenta y por medio de un largo proceso.