La semana pasada la Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia (SIC) ordenó la suspensión de la plataforma Uber en el territorio nacional. Según la SIC, Uber incurrió en una “competencia desleal” con respecto a otras modalidades de transporte como los taxis.
La prohibición de Uber en Colombia es tan ridícula que parece una de las medidas que toma Nicolás Maduro en Venezuela o el castrismo en Cuba. Así como al tirano venezolano se le ocurre imponer el precio de diferentes productos, en Colombia unos políticos creen que pueden obligarnos a transportarnos solo en taxi.
Ya Hugo Ospina, el líder del gremio de los dueños de taxis, avisó que las patinetas también son “competencia desleal” de los taxis y que van por ellas. ¿Qué clase de tiranía es esta? ¿Desde cuándo creen los políticos —presionados por los dueños de taxis— que pueden ordenarnos cómo transportarnos?
Muchos asuntos hay para reflexionar sobre este caso.
La “competencia desleal”
Eso que la SIC y diferentes políticos de renombre llaman “competencia desleal” es exactamente lo que hace que el mundo sea mejor y que cada vez haya menos pobres. En el mundo empresarial cada día hay gente que descubre cómo ofrecer bienes y servicios mejores y más baratos, y es gracias a esas invenciones que hoy tenemos tanto bienestar.
Por ejemplo, un día alguien inventó el carro y la gente dejó de usar caballos porque era mejor andar en carro. Seguramente muchos criadores y vendedores de caballos vieron golpeados sus negocios por cuenta de este invento, pero el mundo no iba a dejar de avanzar porque unos pocos se quedarían sin empleo.
Los avances pueden producir un desempleo ocasional, pero siempre terminan beneficiando a la economía, y la realidad es que el mercado laboral está en constante cambio y debe ser libre para facilitar el movimiento de los factores —incluyendo los trabajadores— de una ocupación a otra.
También cuando fue posible enviar correos electrónicos y hacer llamadas muy baratas a larga distancia, muchas empresas de correo quebraron. Pero de nuevo, el mundo siguió adelante, y no se prohibió usar correos electrónicos por “competencia desleal” respecto a los mensajeros. Estos debieron adaptarse y ocuparse en otros asuntos.
Esa es la historia de la humanidad desde que apareció el capitalismo. Cada vez con más frecuencia hay avances que obligan a los trabajadores a capacitarse y ocuparse en nuevos asuntos que producen un mayor beneficio para la sociedad.
A diario hay gente admirable que hace lo que algunos llaman “competencia desleal”, porque encuentra mejores y más eficientes formas de hacer las cosas. Pero el desarrollo no se puede parar porque unos cuantos (en este caso los dueños taxis) se vayan a perjudicar. A quien encuentra formas de hacer más fácil la vida de la gente hay que premiarle y no perseguirle.
Sobre las ventajas de Uber
El modelo de funcionamiento de los taxis no puede competir con Uber por muchas razones. Para empezar, Uber maneja un modelo de calificación realmente efectivo. La empresa saca de la plataforma al conductor que tenga una mala calificación. Mientras tanto, un taxista en Colombia puede tratar al pasajero de la forma que quiera y el pasajero nunca tendrá cómo quejarse y lograr alguna sanción para el conductor.
Uber también permite hacer seguimiento a los viajes y al conductor. Desde el momento en que se le asigna un Uber usted conoce todos los datos de su conductor y puede hacer que cualquier persona vea en tiempo real su recorrido. Es seguro para usted y también para el conductor.
Usando Uber usted conoce desde el principio el precio del viaje, y en caso de que tenga algún inconveniente con el dinero cobrado, la empresa responde y el dinero es devuelto casi inmediatamente.
Además de estas ventajas que vienen por cuestiones tecnológicas y porque Uber es una empresa realmente comprometida en prestar un buen servicio, el precio también es una ventaja. Aunque las tarifas no son siempre las mismas, porque dependen de la oferta y la demanda, en la mayoría de los casos usar Uber es más económico que tomar un taxi.
Que normalmente Uber sea más económico que un usar un taxi tiene varias razones, una de ellas, y por la que tanto protestan los líderes del gremio de los taxis, tiene que ver con el famoso “cupo”. El dueño del taxi debe compensar lo que le costó el “cupo”, y lo que le cuestan los impuestos de rodamiento, con precios más altos que los que normalmente cobra Uber.
Esta desgracia de los cupos surge porque unos políticos decidieron que ellos tenían que controlar la cantidad de taxis en circulación y por eso un taxi solo tiene permiso para funcionar si posee un “cupo”, un papel expedido por políticos.
Los cupos que se transan en el mercado son revendidos a un precio mucho mayor que el que impuso la Secretaría de Movilidad cuando los vendía. Comprar un “cupo” de taxi en Bogotá puede costar hasta cien millones de pesos (30 000 dólares). Eso quiere decir que los dueños de los taxis, que en su mayoría no son los que conducen los vehículos —hablamos de gente que ha comprado varios carros y los alquila—, perderían muchos millones (hasta cien millones por carro) si en Colombia se le permite a Uber funcionar libremente.
Compraron un papel para ofrecer un servicio, sin competencia alguna, y ahora cualquiera, sin ese papel, puede hacerlo. Esa es la queja de los líderes del gremio.
Ahora bien, hay que hacer hincapié en que a quién perjudica el modelo de Uber —funcionar sin tener cupo— no es a los taxistas, sino a los dueños de los taxis—. El modelo de Uber es fantástico para quienes alquilan el carro. Los taxistas, por cuenta del “cupo” e impuestos de rodamiento, deben pagar al dueño del taxi una cuota mucho más alta que la que paga un conductor de Uber al dueño del carro.
Si quisiéramos ayudar a que los taxistas y conductores tengan un mejor sueldo, lo mejor es acabar con eso de los “cupos”.
El problema es para los que tienen muchos taxis, antes tenían clientes cautivos, simplemente no había competencia para ellos, porque solo quien tuviera un cupo podría ofrecer ese servicio, por eso pagaban millones por el permiso. Con Uber se les acaba el privilegio.
Las consecuencias de prohibir
Hablando de cuestiones técnicas es prácticamente imposible bloquear Uber. La empresa, de manera muy sencilla, y por casi nada de dinero, puede funcionar —cambiando constantemente su IP— aunque las compañías de telefonía móvil intenten, como ordena la SIC, retirar la transmisión de datos a esa aplicación.
Sin embargo, Uber ha demostrado ser una empresa respetuosa de la ley —aunque lo que le ordenen sea una barbaridad— y no porque no pueda, sino porque quiere evitar problemas, ha dejado de funcionar donde se lo han ordenado.
Lastimosamente, quienes más pierden con la decisión de la SIC de ahuyentar a Uber somos todos los colombianos, que por cuenta del gremio de los dueños de cupos, que no el de los taxistas —a quienes incluso les conviene pasarse a conducir Uber— ya no podremos disfrutar de un servicio seguro, bueno y barato.
Las bondades de Uber son demasiado evidentes, no hay ninguna discusión o duda sobre si mejora o no la vida de las personas. El único problema es que afecta los negocios multimillonarios de quienes son dueños de muchos cupos.
Ahora bien, se puede abrir la discusión sobre cómo intentar “reparar” a aquellos que compraron un cupo, por haberles hecho pagar e incumplido la promesa de que tendrían exclusividad en la prestación del servicio (un error garrafal que nunca se debió cometer). Por ejemplo, se podría cobrar un impuesto a Uber y otras plataformas para cubrir una parte de una especie de indemnización, que por supuesto no tendría que ser por el valor total que tiene un cupo en el mercado.
Uber, en diferentes países, ha estado dispuesta a dar este tipo de discusiones y negociaciones, pero los dueños de los cupos en Colombia no cederán, porque simplemente quieren tenernos a todos los colombianos como clientes cautivos.
Es entendible que los políticos no quieran ponerle fin a este problema simplemente diciendo que los dueños de cupos perdieron su dinero y que como cualquier empresario deben acomodarse a los avances del mercado, pero que se tomen decisiones al estilo Maduro, prohibiendo el funcionamiento de Uber, por proteger al gremio de los dueños de taxis, nos hace preguntarnos por qué tienen tanto poder el señor Hugo Ospina y sus amigos. ¿Cómo convencen o amenazan a políticos para que se le prohíba a todo un país transportarse como quiera?. Dejo la pregunta abierta.
Lo cierto es que los colombianos debemos reaccionar activamente contra esta ignominia.