Creo que ni el colombiano más pesimista imaginó la calamitosa derrota que tendría la derecha en las elecciones regionales. No hay una sola gobernación, ni hay una sola alcaldía importante que haya quedado en manos del partido de Gobierno.
El derrotado es, por supuesto, el Centro Democrático. Pero, sobre todo, la derecha. No caben acá las aclaraciones —ciertas en muchos casos— de que el partido liderado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez no es de verdad de derecha. En cualquier caso, es lo que está más a la diestra, y su derrota significa por consiguiente la derrota de la derecha.
Hay diferentes tipos de derrotas. Algunas no son tan graves. Esta, por el contrario, ha sido funesta y enorme. El Centro Democrático perdió en las zonas que se supone son su fortaleza. ¡Perdió en Medellín! Eso ya bastaría para cuestionarse el futuro del partido de Gobierno y, sobre todo, el de la derecha colombiana.
La alcaldía de la capital se la lleva Claudia López por el partido Alianza Verde, que dice ser de centro, pero que como todos los partidos verdes en el mundo, en realidad es de izquierda. Aunque muy pocos lo saben, este está fundado sobre la personería jurídica del partido que formó la guerrilla del M-19, la misma que se tomó el Palacio de Justicia, entre otros actos criminales.
En 1990 el M-19 entra en la vida electoral creando el partido Alianza Democrática M-19. En 2005, Carlos Ramón González Merchán, exmilitante del M-19, usó la personería jurídica del partido para constituir el Partido Opción Centro. Desde ese momento empezaron a hablar de ecologismo y a seguir la línea de muchos partidos de izquierda que a nivel mundial empezaron a identificarse como “verdes”.
Luego, en el 2007 el partido fue rebautizado como Partido Verde Opción Centro. Para el 2009 se unen al partido figuras como Antanas Mockus y Lucho Garzón y el nombre cambia a Partido Verde. Finalmente, en el 2013 toma su nombre actual: Partido Alianza Verde.
El partido que gana la alcaldía de la capital nace del partido creado por la guerrilla del M-19 (en la que militó Gustavo Petro). La nueva alcalde, Claudia López, firme defensora del acuerdo de La Habana, también defiende la “educación gratuita” y el pico y placa para que los niños se turnen con los drogadictos los parques de la capital.
Pero en el triunfo de López en Bogotá hay varios asuntos que podrían calmar un poco la preocupación de los votantes de derecha, en tanto que más que una aceptación generalizada a la líder de la Alianza Verde lo que tuvo lugar fue un tremendo error del Centro Democrático y la influencia de unas encuestas que empujaron a muchos bogotanos a votar por quien fuera con tal de que no ganara la izquierdista.
El 32,48 % obtenido por Carlos Fernando Galán, no me queda duda de que está en muy buena medida compuesto por gente que al ver en las encuestas que Miguel Uribe no tenía opción, decidió simplemente votar en contra de López. Con el voto que no es de izquierda dividido entre Galán y Uribe, Claudia logró quedarse con la alcaldía.
Además, el Centro Democrático cometió un grave error —este es solo uno en una larga lista—. Quien por credenciales, militancia y, sobre todo, ideas, estaba llamado a ser el candidato el partido a la alcaldía de la capital era Samuel Hoyos. Como ya han hecho una y otra vez las directivas del partido, terminaron sometiéndolo a una contienda interna que se decidió por unas encuestas. A los candidatos del Centro Democrático no los eligen los votantes del partido, sino una gente —no sabemos cuál— a la que unas encuestadoras le preguntan.
Después de darle la espalda a Hoyos se decide finalmente apoyar a Miguel Uribe. Y ahí viene otra cadena de errores que no es necesario mencionar acá. El punto es que el Centro Democrático, una y otra vez, ignora las peticiones de sus votantes. Las directivas del partido parecen creer que la paciencia de estos es eterna.
Sin un candidato que saliera de las bases del uribismo, con la decepción que causó el golpe que le dieron a Hoyos, y con las encuestas diciendo que Miguel Uribe no tenía ninguna oportunidad, lo que pasó en la capital no sorprende mucho.
Lo que sí sorprende, y lo que más debería preocuparnos es lo ocurrido en Medellín. Alfredo Ramos, uno de los personajes más queridos y conocidos entre los votantes uribistas antioqueños, perdió la alcaldía. El golpe es fuerte, porque es Medellín, la ciudad más fuerte del uribismo, y porque hablamos de Ramos.
¿Qué paso para que el Centro Democrático perdiera sus zonas fuertes? ¿Por qué perdió en lugares como Antioquia, Caldas o Quindío?
El descontento con el presidente Iván Duque es un factor fundamental. Ya no estamos en las buenas épocas de Uribe, donde los resultados eran tan satisfactorios que hasta quienes no eran uribistas votaban por los candidatos del partido porque sabían que su aval era garantía de seguridad y buen desempeño.
Lo que ocurre hoy es que incluso en las bases del Centro Democrático hay descontento por diferentes actuaciones del presidente Duque. Y esa desilusión mengua la imagen e influencia del expresidente Uribe. De modo que aunque el mismo Uribe vaya de gira por todos los lugares del país y dé su apoyo a cada candidato, muchos ya no confían en el partido oficialista porque, en general, el Gobierno no lo está haciendo bien.
Al expresidente Uribe además lo citaron a indagatoria ante la Corte Suprema de Justicia, casualmente un par de semanas antes de las elecciones regionales. En la mayoría de medios de comunicación colombianos la información brindada no favorece en nada al líder del Centro Democrático. El colombiano promedio no conoce las trampas de Iván Cepeda en el caso, ni los escándalos de la Corte que lo investiga, solo tiene en su cabeza que Uribe está siendo investigado por “manipular testigos”.
Si a todo esto le sumamos los errores de la dirección del Centro Democrático en materia de estrategia —como el de darle la espalda a Hoyos en Bogotá— y los aciertos de la izquierda, que viene trabajando hace muchos años, con una mirada a largo plazo, invirtiendo en “capacitar” ideológicamente a millones de niños y jóvenes, tenemos una muy extensa lista de asuntos en los que debemos trabajar.
Ahora bien, esto es un análisis de las fallas del Centro Democrático y unas luces de lo que podría hacer para mejorar. Otra cosa diferente es lo que la derecha colombiana —trabajadores, empresarios, jóvenes, intelectuales, influenciadores— deberíamos hacer para reaccionar ante el avance de la izquierda.
Los resultados de las elecciones regionales son desalentadores. Es una derrota contundente que debemos ver como el último campanazo de alerta antes de la tragedia. Hay que trabajar urgentemente en dos vías, tanto la de la militancia política, ya sea que hablemos del Centro Democrático o de algún nuevo partido que surja en medio de este desastre, como en el activismo civil, en la transformación cultural.
Ganar las elecciones no significa nada cuando una buena parte de la sociedad está corrompida por las ideas de izquierda. En Chile ganó la derecha, pero un grupo de izquierdistas está a punto de dar un golpe. Necesitamos un partido político de derecha que sea fuerte y ganador, pero, sobre todo, necesitamos una sociedad de individuos libres, trabajadores y capitalistas.