El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, resultó elegido el pasado 6 de noviembre para un nuevo período de gobierno. Las voces de condena a la nueva dictadura no se han hecho esperar, mientras tanto las felicitaciones formales al nuevo presidente se cuentan con una mano.
La persecución a la oposición, el control casi absoluto que ejerce sobre los poderes públicos, la ausencia de garantías electorales y, por último, el nombramiento de su esposa como candidata a la vicepresidencia, son algunos de los aspectos más cuestionados del gobierno de Ortega.
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El triunfo de Ortega se produjo en unas elecciones a las que no acudieron observadores internacionales debido a las escasas garantías de imparcialidad por parte de las autoridades electorales y, como era de esperarse, solamente los gobiernos de orientación socialista de la región salieron rápidamente a legitimar, a través de saludos y felicitaciones los resultados de los comicios. La realidad es que el gobierno de Ortega proscribe la oposición política y pretende inaugurar una dinastía, al mejor estilo cubano, en la que la sucesora será la esposa del presidente.
En la videocolumna del PanAm Post analizamos los últimos acontecimientos del mundo hispano desde una óptica liberal. Es presentada por Vanesa Vallejo, economista, miembro del Movimiento Libertario colombiano y columnista del PanAm Post.