El pasado 27 y 28 de noviembre, Chile fue escenario de una nueva versión de la cruzada televisiva: “Teletón, la hacemos todos”. Un evento que se celebra cada año (excepto cuando hay campaña presidencial) con el objetivo de recaudar recursos y ayudar a niños con discapacidades de distintos tipos, convirtiéndose en el mayor símbolo de la solidaridad en Chile.
La institución Teletón se creó el 14 de agosto de 1947, hace ya 68 años, con el fin de ayudar a niños y niñas con diversas discapacidades (ya sea de nacimiento o a causa de algún accidente), que no poseen los recursos para financiar sus tratamientos médicos y cirugías. Esta institución no sólo cuenta con donaciones monetarias por parte de ciudadanos naturales y empresas, sino que también, con un gran número de voluntarios a lo largo del país, que deciden ayudar en esta misión, haciéndose cargo de este problema social, donando tiempo o dinero.
Una de las cualidades de la Teletón es que el servicio que ofrece es comparable a clínicas de alta calidad, superando por mucho al sistema estatal de salud en Chile, demostrando así que un sistema de salud moral —es decir, con aportes voluntarios, y no obligatorios—, puede llegar a ser mucho más efectivo que uno financiado con impuestos.
La Teletón no es la única organización de este tipo. En Chile contamos con Fundación Mi Parque, que recibe aportes en dinero, terrenos y voluntarios para arreglar parques y plazas en los lugares más vulnerables del país. Techo para Chile, quienes con sus recaudaciones, no sólo le dan techo a quienes no tienen, sino que además educan a esas mismas familias.
Está también América Solidaria, cuyo financiamiento es 60% privado, crea alianzas dentro del continente americano para ayudar a gente en condición de pobreza. Desafío Levantemos Chile, una iniciativa de Felipe Cubillos tras el terremoto y tsunami de 27 de febrero del 2010 para ayudar a los damnificados ubicados en territorio costero. Y así, hay otras iniciativas dedicadas a distintas áreas.
En esta ocasión, Teletón recaudó más de 30 mil millones de pesos (US$42 millones), monto similar a años anteriores, proveniente de donaciones de todo tipo de gente. Y en su larga historia han logrado ayudar a más de 90 mil personas y familias, no sólo de forma física, sino también de manera psicológica, contribuyendo a superar sus traumas y discapacidades, además de potenciar sus habilidades para que puedan reintegrarse a la sociedad, incluyendo a sus familias, que son un pilar fundamental en todo el proceso.
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Esta es la otra cara del capitalismo y del liberalismo que los partidarios de modelos socio-económicos socialistas no les gusta mostrar y, menos aún, admitir. Ese lado que no es calculista y buscador de una rentabilidad propia ignorando al prójimo. Ese lado que demuestra que no es necesario tener un séquito de burócratas a cargo de los diferentes problemas que puedan presentarse en nuestra sociedad, sino que cada uno, de forma individual —y voluntaria—, pude tomar parte de esa solución.
Ese lado que debe motivarnos a ser individuos más responsables, y levantarnos a exigirles a los políticos que dejen de entrometerse en los problemas sociales. El deber de solucionarlos no es de lo burócratas, sino que de cada uno de nosotros.
El nivel de involucramiento de políticos en los distintos problemas es un termómetro de responsabilidad. Mientras más políticos estén dedicados a ellos, más irresponsables somos cada uno de nosotros. Es tiempo de que reconsideremos quién debe hacerse cargo de los distintos problemas que afectan a nuestro y entorno.