Hace un par de semanas fue noticia nacional el caso de colusión de papel higiénico en Chile. Dos empresas que en su conjunto ocupaban un gran porcentaje de la industria decidieron unirse. Fue tan debatido el tema, que hasta hubo discusión entre liberales al respecto, con opiniones de todo tipo.
Pero por supuesto, la mejor solución que encontraron fue aumentar las regulación al mercado, volviendo aun más engorrosa la legislación y entregándole más poder que los políticos.
Pero como liberal, esas supuestas colusiones no son las que realmente me preocupan, ya que existían otras marcas que también ofrecían el mismo producto y pueden nacer nuevas empresas en el rubro.
La colusión que más me preocupa son las del sector estatal, donde no existe competencia alguna, y donde está prohibido entrar a competir. A pesar de que se puedan producir abusos hacia el consumidor, sólo el Estado está autorizado a participar en esas industrias.
Hoy estoy hablando del Registro Civil. Hace un par de semanas, los trabajadores de la institución se coludieron para dejar de atender al público, debido a que el Gobierno no respondía a sus demandas por bonos.
Imagínese colas enormes de más de 10 horas para ir a recoger su cédula de identidad o incluso para poder casarse, ya que no hay jueces que le firmen el contrato. Piense en aquellos padres tratando de inscribir a sus recién nacidos. Y como si no fuera suficiente, tener una espera de horas, o quizás de días, para declarar algún familiar como muerto y poder enterrarlo dignamente.
No quiero entrar a hacer juicios morales de lo realizado por miembros del Registro Civil, encabezados por Nelly Díaz. El problema es que la disputa era entre los funcionarios y el Gobierno, pero fueron gran parte de los chilenos los que tuvieron que pagar los platos rotos.
Y antes de que se me olvide. Tienen en mente otro paro con el que volverán a generar esperas eternas. ¡Esta si debería ser una colusión, y más grave que cualquier otra!
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¿Cuándo va a llegar el día en que se privatice el Registro Civil? ¿Cuándo llegará el día en que unos funcionarios deciden cesar de trabajar, y que los ciudadanos tengan otras opciones para hacer esos trámites o para sacar documentos?
¿Cuándo va a ser el día en que el peor abusador de todos —el Estado—, dejará de causar problemas a la sociedad civil? ¿Cuándo será el día en que el Estado le delegará a los privados las labores que no son esenciales del mismo, como podría ser la justicia?
Grandes empresarios podrán unirse para establecer un precio a su gusto, pero mientras estemos en un mercado de libre entrada y salida, siempre pueden llegar nuevos oferentes al mercado. En cambio, con los servicios que son estrictamente entregados por el Estado, los ciudadanos nunca podrán evitar que se les pisotee.
Es tiempo de que comencemos a condenar las colusiones que crea el Estado. Colusiones incluso entre el Estado y grandes empresarios, ya que son estos los que aborrecen la competencia, y sólo desean más regulaciones.
Tomás Leiva Lèrou es el cofundador del movimiento Sector Privado, una organización social que apunta a promover el respeto a los derechos de propiedad a través del activismo callejero en Chile. Síguelo en @Tomasleivalerou.