
EnglishBernie Sanders, el senador de Vermont y candidato presidencial por el Partido Demócrata, es un autoproclamado “socialista”.
Pero no del tipo socialista cubano, maoísta o de la Unión Soviética que apilaron millones de cadáveres a lo largo del Siglo XX. Él no cree que el Estado debe dirigir y controlar directamente los factores de producción. Ese tipo de socialismo ha demostrado que inevitablemente termina en fracaso, colapso y hambruna.
Ni tampoco es un nacional socialista, del tipo ejemplificado por el Partido Nazi o la Italia de Mussolini, en donde los factores de producción eran aparentemente propiedad privada, pero de facto eran controlados por el Estado —el sistema comúnmente conocido como fascismo.
Bernie Sanders es un socialista “demócrata“. Naturalmente, el adjetivo democrático debería ser lo suficientemente bueno para auxiliar a la más destructiva ideología política y económica, ¿verdad? Después de todo, las personas votan por él, ¿correcto? ¿Qué quiere dar a entender Bernie Sanders por socialismo democrático?
Un socialista demócrata cree que la riqueza obtenida de la empresa privada no es generada, sino que es robada a expensas de los arduos trabajadores. Cree en un nacionalismo crudo, y en el mercantilismo, que las corporaciones le deben más a los individuos ubicados en el mismo espacio político y geográfico que a sus accionistas, consumidores, y empleados. Ellos creen en la democracia económica, una noción según la cual la mayoría puede votar para robar la propiedad de la minoría. ¿Por qué controlar los métodos de producción cuando puedes dejar que otras personas produzcan todo, y luego tomarlo de todas formas?
[adrotate group=”8″]
Pero la democracia no es un método para distribuir recursos, porque la mayoría improductiva siempre votará para acceder a las riquezas de otras personas. Ni es una manera de producir riqueza. Las empresas de propiedad social y las cooperativas operadas por trabajadores que Marx y Sanders soñaron con ver suplantar a la estructura corporativa son ineficientes, de una forma casi cómica. La democracia puede ser el sistema menos malo para distribuir el poder político, pero es lamentablemente inadecuado para el funcionamiento de sociedades industrializadas.
Muchos libertarios, individuos procapitalistas, estarían de acuerdo con la democracia socialista en que nuestro sistema político actual está lleno de corrupción y de explotación. Sin embargo, los capitalistas y socialistas tienen diferentes maneras de enfrentar los problemas que tiene nuestra economía. Mientras que los capitalistas probablemente dirán que estos problemas surgen del control político del sistema económico, los otros dirán que se debe al sistema capitalista como tal.
Bernie Sanders quiere llevarse la poca libertad que queda en nuestra economía, quiere aumentar los impuestos, y expandir los programas sociales. Está convencido de que la libertad de hacer negocios, poseer capital y hacer dinero es la raíz de la pobreza en nuestro país.
Mas la realidad de nuestra economía es que no tenemos un sistema de libre mercado, y si vas lo suficientemente profundo te darás cuenta que nuestro dinero está muy atado a los caprichos de los políticos que se eligen ellos mismos para llegar al poder, y las burocracias que los apoyan. No es que nuestra clase de políticos sea un equipo de personas extremadamente buenas que quieren convertir a sus ciudadanos en ricos y seguros; tampoco es que sin accionistas y empleados no habría dinero en la política y cada estadounidense estaría desahogado económicamente.
Lo que Bernie Sanders falla en darse cuenta es que la realidad económica no puede ser superada por caprichos políticos. En algún punto los supuestos paraísos escandinavos consumirán el poco capital que han construido. Sus políticos agotarán el dinero de las otras personas y sus sociedades se harán más pobres. Los políticos no pueden crear nada, solo pueden redistribuir lo que ha sido creado por las empresas privadas que ellos tanto satanizan.