EnglishDecía el escritor uruguayo Eduardo Galeano, autor de Las venas abiertas de América Latina, que el miedo es “una de las herramientas de las que se valen los poderosos, la otra es la ignorancia”.
Situada en el contexto del asesinato de Rubén Espinosa, fotorreportero colaborador de la revista Proceso, Cuartoscuro y la agencia de noticias AVC, la frase de Galeano reafirma dos verdades que viven cientos de periodistas en México: La libertad de expresión y prensa son motivo de muerte en el país — y nunca fueron tan esenciales como ahora.
Esenciales porque a tres días de que el cuerpo de Espinosa fuera hallado en la colonia Narvarte, Ciudad de México, miles de ciudadanos han tomado parte en protestas en ocho ciudades del país, en estados como Jalisco, Nuevo León, Oaxaca y Veracruz, para demandar justicia.
#ALERTA Asesinan al fotoperiodista Rubén Espinosa en DF; había salido de Veracruz por amenazas http://t.co/52cOWchZMo pic.twitter.com/NOZcxJluzw
— ARTICLE 19 MX-CA (@article19mex) August 2, 2015
Según el procurador de Justicia de la Ciudad de México, Rodolfo Ríos Garza, junto a Espinosa murieron cuatro mujeres. A los cinco les dieron tiros de gracia, con un arma calibre 9 mm, además de mostrar “excoriaciones en diversas partes del cuerpo”.
En 2014, Reporteros Sin Fronteras ubicó a México en el lugar 148 de 180 países, junto a Afganistán, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, convirtiéndose en el país con más periodistas asesinados del continente americano.
A pesar de que todas las líneas de investigación posibles siguen abiertas, incluyendo una por las amenazas que recibió por su trabajo crítico en Veracruz, bajo el Gobierno de Javier Duarte Ochoa, resulta difícil pensar que la protección a periodistas mejore en el país cuando el mismo Espinosa murió en el exilio interior.
El exilio de Espinosa, fotografía de la violencia contra periodistas en México
“La muerte escogió a Veracruz como su casa y decidió vivir ahí”, dijo Espinosa, de 31 años, en una entrevista con SinEmbargo el 1 de julio, un mes antes de morir.
Dejando ocho años de carrera, sus pertenencias y hasta a su perro detrás de sí, el fotorreportero decidió tomar refugio en la capital de México después de haber sido acosado por tres sujetos desconocidos en Xalapa, Veracruz, el estado con el mayor número de comunicadores asesinados.
De acuerdo a cifras de la Procuraduría General de la República (PGR), del año 2000 a la fecha, han sido asesinados 16 periodistas y desaparecido otros cuatro en total impunidad en el estado de Veracruz, mientras que en todo el país han sido asesinados 103 periodistas y 25 más han desaparecido.
Catalogado como “guerrillero” por operadores políticos y elementos de la prensa apegados al Gobierno, Espinosa es recordado por su fotografía del Gobernador de Veracruz Javier Duarte, miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en la que este sale de perfil, con una gorra de policía y mirada retadora, luciendo ojos desorbitados y mostrando las lonjas de su estómago desparramándose de su cinturón.
Revista Proceso publicó la imagen en la portada de su ejemplar número 1.946, el cual contaba con reportajes sobre los homicidios de periodistas en Veracruz y sobre el tercer aniversario del asesinato de Regina Martínez, también en Veracruz.
Bajo el título de, “Veracruz, estado sin ley”, el ejemplar causó gran revuelo, convirtiéndose en uno de los más vendidos de Proceso.
Rubén Espinosa, otro periodista (PROCESO) asesinado en el régimen de @Javier_Duarte Cuantos mas? @jenarovillamil pic.twitter.com/VoDt6Kh1aV
— VictorHugoCastañeda (@CASTANEDAVICTOR) August 2, 2015
La fotografía le ganó la enemistad del gobernador. En una ocasión, fue acosado por tomar fotos en una protesta estudiantil en 2012, el mismo año en que la periodista de la revista Proceso, Regina Martínez, fue asesinada.
En la causa de muerte de Martínez, su periodismo de investigación sobre la corrupción gubernamental fue descartado por agentes estatales.
“Deja de tomar fotos si no quieres terminar como Regina”, le dijo un representante del Gobierno regional a Espinosa durante la protesta.
En otra ocasión, el mismo Duarte le ofreció dinero al fotorreportero a cambio de que retirara los cargos a agentes de la policía estatal, después de que estos lo golpearan, según un artículo de Proceso.
Para Espinosa, su labor estaba clara. Mientras que muchos de sus compañeros se conformaban con el boletín oficial, prestando sus servicios a “quien les echara de comer”, él portaba una cámara fotográfica y la ética como armas.
“Nunca he recibido un sólo peso. No lo pienso hacer”, aseguró Espinosa a SinEmbargo.
En tanto que son esclarecidas las circunstancias sobre la muerte de las víctimas — si es que lo son del todo, no debemos olvidar que el periodismo crítico sirve como contrapeso para los poderosos.
Un síntoma de la violencia que aqueja al país, la muerte de Espinosa se ha convertido en la primera que sufre un periodista en el exilio.
Artículo 19, organización civil dedicada a proteger la libertad de expresión y prensa, ha levantado la voz sobre cómo la capital de México ha dejado de ser un refugio seguro para los periodistas desplazados a causa de la violencia y la intimidación.
Tan sólo en Veracruz, la organización reportó que hasta el 31 de julio, había 37 periodistas desplazados provenientes de ese estado por amenazas del crimen organizado, el Gobierno estatal y los Gobiernos municipales.
Coartar la libertad de expresión y prensa, cuyo cometido parte de principios innegociables, resulta en más autoritarismo y desprestigio.
Y los que terminan pagando su compromiso a sangre y plomo son los periodistas, que intentan acercarnos un poco más a la verdad, siempre intangible, pero que sin duda alguna nos lleva a cuestionarnos los excesos de un Estado incapaz de contener la violencia en el país.
No permitamos que reine la ignorancia.