Cien años de soledad, escrita por Gabriel García Márquez, colombiano ganador del Premio Nobel, se ha ganado su puesto como una de las grandes novelas de todos los tiempos, con una serie de premios y rankings para demostrarlo. Publicada por primera vez en 1967, esta obra de ficción mezcla el misticismo y la realidad, al tiempo que ofrece lecciones para la vida.
Dichas lecciones pueden ser sutiles, pero son muchas y se extienden a lo largo de sus capítulos. Para el lector consciente, Cien años de soledad puede ser una guía para alguien tratando de cambiar el status quo.
García Márquez, quien falleció en 2014, cuenta la historia de una familia que reside en el pueblo ficticio de Macondo, aislado del resto del mundo, pero en Colombia. Y remonta esta familia hasta los utópicos fundadores del pueblo, empezando por el patriarca José Arcadio Buendía y la matriarca Úrsula Inguarán (Buendía).
Así como en la novela de brasileño Paulo Coelho, El Alquimista, el lector puede identificarse fácilmente con temas específicos, con base en lo que sucede en su propia vida. Particularmente, García Márquez levanta el velo sobre la crueldad y las injusticias de las que nosotros, a menudo como seres humanos, somos culpables. Además, el estilo místico —conocido como Realismo Mágico— crea nuevas experiencias cada vez que alguien lee el libro.
Aún mejor, la novela consume al lector, y le ofrece una experiencia personal como ninguna otra. Cien años incorpora toda la amplitud de la naturaleza humana y lo que muchos están dispuestos a hacer, ignorar, o permitir por dinero, poder, o codicia.
Más allá de los tonos sombríos, la belleza y la facilidad de lectura detrás del estilo único de García Márquez, viene llenas de sorprendentes giros en el camino, mientras juega con el lector de varias maneras. Por ejemplo, la mayoría de los miembros de la familia tienen el mismo nombre, y uno tiene que referirse con frecuencia al árbol genealógico presentado en la primera página del libro.
Si el lector se detiene a dar una mirada crítica a los acontecimientos del libro, varias preguntas vienen a la mente, y son dejadas a la interpretación individual. Uno se pregunta, ¿será que estos hechos realmente sucedieron, o simplemente son producto de la activa imaginación del autor?
El lector navega por estos eventos, principalmente a través de los ojos de Úrsula Buendía, una mujer de carácter fuerte a lo largo de la trama. A través de ella, García Márquez muestra que somos capaces de crear nuestra propia realidad, incluso en tiempos difíciles. Cuando Úrsula se enfrenta a los fantasmas y a la muerte, eventos fuera de su control, ella aprende a “ver” y responde a las cosas según le parece conveniente.
Aunque nunca se nos dice las edades exactas de los personajes, la mayoría de los miembros de la familia viven en la misma casa durante lo que parecen ser 100 años. Muchas veces se van, pero de alguna manera vuelven a Macondo, a vivir en soledad en el pequeño e intacto pueblo. Así, García Márquez explora lo que el aislamiento (y el cese de este) hacen a un individuo, a una familia, a un pueblo, y al progreso.
Uno podría imaginar que los lugareños sean muy unidos entre sí, pero García Márquez detalla un conflicto sobre la religión — algo con lo que estamos tan familiarizados a nacional e internacionalmente hablando. Puntos de vista fuertes sobre el tema llevan al aislamiento de facto de algunos miembros de la familia, a pesar de que viven juntos en la misma casa.
Con el tiempo viene el elemento, tal vez más cautivante para el mundo contemporáneo, casi medio siglo después de la publicación de la novela. Los años pueden pasar lentamente en Macondo, pero es inevitable que el pueblo se enfrente a la llegada de una compañía bananera con la modernización: “progreso, industria y desarrollo”. En un mundo paralelo a lo que sigue ocurriendo hasta nuestros días, los locales que viven en el mundo en vías de desarrollo son cautivados por un sistema que todavía tienen que entender.
La compañía bananera trae trabajadores, administradores y capataces que desalojan la demografía de la aldea y suplantan la forma de vida de sus habitantes. La nueva estructura de poder es ajena a los locales, que ven una nueva capa de pudientes — aquellos que tienen mucho más que los ingresos de subsistencia de los anteriores y restantes desposeídos.
Esta yuxtaposición es digna de nuestra atención. Desafía al lector a considerar cómo la modernización y la extracción de recursos en lugares vírgenes y no desarrolladas se materializan en realidad. Eso incluye la posibilidad de la injusticia, a causa de la apropiación indebida y el engaño, con el fantasma de la corrupción siempre presente.
Nicole Phillips es una migrante jamaiquina que reside en South Florida. Es licenciada en Relaciones Públicas y máster en Comunicación Internacional e Intercultural, ambos de la Universidad de Florida. Una ávida lectora y viajera, Phillips es apasionada por el desarrollo internacional. Síguela en @nicksnacks22.