EnglishHoy, la administración de Obama, como la administración de Bush previamente con Corea del Norte, eliminó a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, e ignoró el constante carácter terrorista de la dictadura de los Castro. El régimen cubano tiene una larga historia de patrocinio y entrenamiento del terrorismo, que la administración de Obama ha buscado minimizar e ignorar, en su campaña para normalizar las relaciones con ese régimen.
Hay evidencia clara de que el régimen de los Castro esta vinculado al trafico de drogas y comprometido con el contrabando de armas a un régimen proscrito (Corea del Norte) y a una guerrilla terrorista (las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). En un artículo anterior, yo ofrecí mis diez razones por las cuales Cuba debió permanecer en la lista.
Este es el ejemplo mas reciente de la Casa Blanca fallando en comunicar de manera acertada las amenazas y los peligros que existen en el mundo para los Estados Unidos, y ha sido un profundo mal servicio para la república. Desafortunadamente, este patrón ha sido constante desde la presidencia de Bill Clinton.
Una reciente discusión publica sobre la política entre Estados Unidos y Cuba en la Universidad Internacional de Florida revelo una razón del porqué. El 5 de febrero de 2015, Frank Mora fue confrontado por los critican que la administración de Obama solo se reúne con aquellos que están de acuerdo con el presidente, y él respondió que “la Casa Blanca no iba a reunirse con críticos para formular una política”.
Este enfoque de solo reunirse con aquellos que están de acuerdo sonaba familiar, y lo era. Jim Wallis, de Sojourners, describió al presidente George W. Bush de una manera similar: “Él no quiere escuchar nada de alguien que dude de él”.
Sin embargo, la semejanza no termina ahí. En un articulo de New York Times Magazine del 17 de octubre 17 de 2004, Ron Suskind citó a un funcionario de la administración de Bush:
Esa no es la manera en la que el mundo funciona… Nosotros somos un Imperio ahora, y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras estudian esa realidad —juiciosamente, como usted—, nosotros actuaremos de nuevo, creando otras nuevas realidades, que usted puede estudiar también, y así sera como las cosas se van a solucionar. Somos los actores de la historia… y usted, todos ustedes, se quedaran estudiando lo que nosotros hacemos.
El desastre en Irak fue predecible y ciertamente las voces de la derecha definieron lo que iba a suceder; y fueron declarados anti-patrióticos por sus problemas.
La declaración anterior, lamentablemente no limitada a la administración de Bush, es una marca de la arrogancia. Ignorando las realidades sobre el terreno —en la creencia de que una nueva política puede cambiar realidades existentes, sin tomar en cuenta los hechos— es una receta para el fracaso.
Cuando los críticos de la política de Barack Obama señalaron que el intercambio de Alan Gross por espías cubanos que han participado en terrorismo de Estado seria alentar a otros países a repetir la practica de mantener rehenes de Estados Unidos, la respuesta fue predecible.
La difícil situación del periodista del Washington Post, Jason Rezaian, mantenido en cautiverio por el régimen iraní y llevado a juicio, esta siguiendo un patrón establecido en Cuba por el manejo de Alan Gross por parte del régimen de los Castro. Leer “Jason Rezaian Trial in Iran May Be More About Leverage Than Justice.”
Dejar a Cuba fuera de la lista de Estados patrocinantes del terrorismo va a proporcionar a la dictadura más recursos y mayor legitimidad internacional para avanzar en su agenda. Eso incluye socavar las democracias, como ha sido el caso en Venezuela, y relacionarse con todo tipo de regímenes nefastos y actores trasnacionales. Como se vio en el caso de Corea del Norte, esto no mejoró las relaciones, sino que hizo que el régimen fuera más agresivo.
Ignorar o pretender que una amenaza no existe, porque es percibida como algo sin importancia, es un error.
Cuando Osama Bin Laden y Al Qaeda nos declararon la guerra el 23 de agosto de 1996, el presidente de Estados Unidos no lo consideró importante. Tampoco se prestó mucha atención publica cuando Al Qaeda, el 23 de febrero de 1998, declaró que los musulmanes deberían matar estadounidenses, incluso civiles, en cualquier parte del mundo donde se encontraran.
Aunque la información estaba disponible en una Hoja Informativa del Departamento de Estado, la administración de Clinton, en sus declaraciones publicas, se refirió a Al Qaeda como una amenaza terrorista en el extranjero —ignorando las declaraciones de guerra citadas. Esta es parte de la razón por la cual Estados Unidos fue sorprendido el 11 de septiembre de 2001, cuando las Torres Gemelas y el Pentágono fueron atacados. Que la Fundación Clinton estruviera recibiendo fondos de países que financiaban a Al Qaeda plantea preguntas inquietantes.
La creencia de que Estados Unidos es una superpotencia que no necesita preocuparse por pequeños jugadores como Cuba o Corea del Norte es una receta para el desastre. Fue una arrogancia que costó 3,000 vidas el 11S-2001, y muchas más después, durante los siguientes 14 años de guerra y terrorismo. Oremos para que la decisión de participar con el régimen tóxico de los Castro y sacarlo de la lista de Estados patrocinantes del terrorismo no termine en lágrimas.