
La Cumbre de las Américas festeja en Panamá su séptima edición en un marco histórico-político con características únicas: Cuba participa del evento por primera vez, clara señal de la inminente apertura de la isla al mundo –sea voluntaria o no. Al respecto, Barack Obama no descartó interactuar con Raúl Castro (a pesar de que no hay ninguna entrevista bilateral prevista por el momento) y se especula con una posible reunión entre el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y el canciller cubano Bruno Rodríguez Padilla. Así lo insinuó la vocera del Departamento de Estado Marie Harf.
Por supuesto que las relaciones Cuba-Estados Unidos no son la única estrella de la Cumbre. Las tensiones políticas con Venezuela son también centro de todas las miradas en un momento en que la presión internacional contra Maduro se fortalece.
El próximo 9 de abril, 21 expresidentes de Iberoamérica presentarán la “Declaración de Panamá”, documento que pretende denunciar la delicada situación de Venezuela.
En esta declaración, los exmandatarios José María Aznar (España), Sebastián Piñera (Chile), Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, y Belisario Betancur (Colombia), Felipe Calderón, Vicente Fox (México), Alejandro Toledo (Perú), Jorge Quiroga (Bolivia), Mireya Moscoso (Panamá), Osvaldo Hurtado (Ecuador), Miguel Ángel Rodríguez, Rafael Ángel Calderón, Laura Chinchilla, Óscar Arias, Luis Alberto Monge (Costa Rica) y Alfredo Cristiani y Armando Calderón (El Salvador) exigirán la libertad de los presos políticos del gobierno de Maduro, ante la presencia de las esposas de Leopoldo López y Antonio Ledezma, Lilian Tintori y Mitzy Capriles, quienes también asistirán a la Cumbre.
Sin embargo, hay detrás de la Cumbre, una mini-cumbre en paralelo que se debe leer entre líneas: Barack Obama solicitó reunirse con la actual presidente de Chile, Michelle Bachelet; el jefe de Estado de Costa Rica, Luis Guillermo Solís; y el mandatario uruguayo Tabaré Vázquez.
Si bien el tema del encuentro será “Prosperidad con Equidad” (idéntico al de la Cumbre), el significado es evidentemente más profundo. En América Latina, hay tres tipos de Gobiernos:
1) Los que condenan los claros abusos de Maduro, como Horacio Cartes de Paraguay, por ejemplo, quien no invitó al mencionado mandatario a su asunción en 2013; y el presidente colombiano Juan Manuel Santos, quien condenó los ataques a los derechos humanos en su país vecino, a pesar de los intentos de mejorar las relaciones entre ambas naciones;
2 ) Los que apoyan a Maduro, como Cristina Fernández (Argentina) y Evo Morales (Bolivia);
3 ) Las democracias sólidas que, por simpatías ideológicas, no se han manifestado en contra del régimen venezolano. Éstas son, obvio como parezca, Chile, Costa Rica y Uruguay.
Las intenciones de Obama son entonces claras: lograr aliados en un hipotético bloque ante el duro contexto venezolano de hoy, y lograrlo más allá de las ideologías de izquierda.
Estados Unidos, de ser exitoso en tan ambiciosa empresa, podría conseguir lo que América Latina no ha podido obtener por sí misma: una condena fuerte y clara a un régimen abusivo y no democrático en un en que un presidente cuenta con superpoderes y es, sin duda alguna, la espina política que divide al continente en dos.
La VII Cumbre de las Américas se llevará a cabo este 10 y 11 de abril en la ciudad de Panamá.