EnglishLa aprobación en febrero de una nueva política de exportación para los vehículos aéreos no tripulados (UAV) permitirá a las compañías de defensa de EE.UU. comenzar a exportar la tecnología de los drones a países previamente aprobados por el Gobierno de los Estados Unidos. Esta nueva iniciativa ha sido bien recibida por la industria de la defensa, pero también por aliados de EE.UU., quienes han codiciado las capacidades mejoradas que traen los drones.
La tecnología de reconocimiento no tripulada es una herramienta increíblemente valiosa, especialmente considerando que muchas de las amenazas modernas a la seguridad provienen de actores externos al Estado. Los drones han venido operando por más de una década en su modalidad “cinética” (o de combate) y de ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento), probando su valor una y otra vez.
La imagen que tenemos de las operaciones de drones consiste en una serie de capturas granuladas del material de archivo del Departamento de Defensa, a 5.000 millas en una zona desértica de guerra. Sin embargo, pronto las mismas imágenes podrían tener un escenario mucho más tropical.
Un nuevo mercado
La preocupación de América Latina podría ser en parte satisfecha por el uso de UAV, tal como lo señalan expertos en defensa dentro y fuera de la región. Con la guerra contra las drogas que no da señales de detenerse después de medio siglo, grupos narcoterroristas que abundan, y los violentos cárteles que operan a través de las fronteras internacionales. No es sorprendente que los militares de la región estén buscando la tecnología UAV para obtener una ventaja sobre sus rivales.
Es por ello que es solo cuestión de tiempo antes que los drones tomen el cielo de América Latina en cantidades significativas, pero aún permanece la pregunta de quién los proveerá.
Actualmente, Israel tiene el mercado acorralado con más de US$500 millones en ventas a América Latina entre 2005 y 2012. La reciente versión de la política de exportación de los drones de EE.UU. podría cambiar el panorama. Fabricantes de equipos de defensa como General Atomics han estado observando al sur desde hace algún tiempo, pero hasta ahora no obtuvieron el visto bueno Departamento de Estado —jamás se aprobó una venta para América Latina.
Fabricantes regionales también han logrado avances en la tecnología de drones en los últimos años. Productores de equipos de defensa en América Latina como Embraer, Avibras y Avanza han comenzado a promocionar sus productos en el mercado. Sin embargo, estas compañías no limitan sus ventas a mercados domésticos: sus objetivos son globales.
Una clase propia
Con toda esta competencia, ¿podrán los fabricantes de EE.UU. hacerse espacio en el mercado de los drones del continente? La respuesta corta es si.
Aunque los drones producidos en la región y en Israel son relativamente económicos (comparados con sus contrapartes norteamericanas) y relativamente asequibles, simplemente no pueden ser comparados con la tecnología estadounidense.
Drones como el MQ 1 Predator de General Atomics, han concretado miles de horas de operación de combate en múltiples escenarios al rededor del mundo; esa es una de las razones por las cuales cuando alguien dice “dron” la primera imagen par muchos es un Predator volando por lo alto.
La tecnología de los drones de EE.UU. está años por delante de sus competidores, resultado de mayores presupuestos de defensa y amplia experiencia en el campo. Por otro lado, los fabricantes estadounidenses se enorgullecen de su asistencia al usuario final —los encargados de defensa hablan por la voluntad del proveedor para entrenar ampliamente al personal extranjero en todos los aspectos de la operación y del mantenimiento.
Las compañías estadounidenses proveedoras de drones encontrarán que no hay escasez de compradores en América Latina. Con una inseguridad creciente y economías que se expanden, se espera que el mercado aumente en un futuro cercano.
Drones para Todos
Aunque este tipo de avances en la tecnología viene con un elevado precio, tal vez valga la pena para darle a los Gobiernos regionales la ventaja decisiva que necesitan para garantizar la seguridad y prevenir crímenes.
Sin embargo, este dinero no tiene que provenir necesariamente de las arcas del Estado. Washington provee miles de millones de dólares en ayuda de seguridad a países latinoamericanos. No es impensable que parte de este dinero sea puesto para la obtención de sistemas aéreos no tripulados. De hecho, el Pentágono ya lo hizo en 2013 cuando donó al Gobierno de Colombia una cantidad no revelada de drones de vigilancia Boeing Scan Eagle.
Está en el interes de Estados Unidos de promover este tipo de transacciones. Washington provee el paquete inicial de ayuda, después se sienta y se beneficia de la entrada de capital a empresas radicadas en EE.UU. —fortaleciendo simultáneamente las relaciones militares y diplomáticas en la región.
Por supuesto, los drones no son una solución milagrosa para los problemas de seguridad. El refuerzo de la capacidad de defensa es solo un fragmento de la imagen que incluye el fortalecimiento de las instituciones, respeto al estado de derecho, y mayores oportunidades para ayudar a los individuos a escoger rutas alternativas al crimen organizado y a las organizaciones terroristas.
Sin embargo, la tecnología UAV será una adquisición bienvenida para aquellas naciones que buscan reforzar la paz dentro de sus fronteras e invalidar el avance de grupos guerrilleros y carteles de narcotraficantes difíciles de rastrear. Más temprano que tarde, los drones estadounidenses volarán por los cielos de América Latina