EnglishBolivia se encuentra en plena campaña electoral por gobernadores y alcaldes, por lo tanto, cualquier acto, comentario o jugada de los contrincantes políticos es inmensamente influenciadora en las decisiones que tomen los ciudadanos a fines de marzo.
Hay formas de jugar a ser político claro, están los que se mantienen haciendo campaña, gastando sus propios recursos y vociferando sus discursos demagogos. Mientras el partido oficialista, además de brindar mesiánicos discursos que incitan a la dependencia y servidumbre, se vale de los recursos de los ciudadanos para ofrecer obras innecesarias y lo que es peor, para chantajear a la democracia.
Es típico de un tirano olvidar tres cosas, que gracias al voto del pueblo goza del sillón presidencial, que los recursos que maneja el estado son en realidad de los ciudadanos y que ser presidente significa ser simplemente un servidor público.
En este sentido, si tomamos el caso boliviano, podemos notar que Evo Morales efectivamente olvido lo dicho anteriormente, pues utiliza como le da la gana los recursos de los ciudadanos para chantajear a esos mismos ciudadanos.
Van a ser 10 años que el presidente indígena se encuentra en el poder, tiempo que le ha sido suficiente para penetrar casi todas las alcaldías del país y siete gobernaciones de nueve
Hace unos días el presidente Morales dijo que en esta próxima gestión, no trabajará con la derecha, con la oposición; mejor dicho, que no otorgará recursos a los municipios y gobernaciones donde gobierne la oposición. De esta misma manera aseveró también el Vicepresidente Álvaro García Linera y varios funcionarios del partido oficialista.
Chantajear de esta forma la democracia, no solo es un acto repugnante, sino el indicio del fin de una democracia real en Bolivia. Si luego de este mensaje, aún quedan gobernadores y alcaldes opositores, es muy probable que el presidente cumpla su palabra y en ese momento se perderán los incentivos de los políticos opositores y sobre todo los ciudadanos –muy dependientes de pequeñas obras públicas- aprenderán la lección y no tendrán otro remedio que votar por el oficialismo.
Van a ser 10 años que el presidente indígena se encuentra en el poder, tiempo que le ha sido suficiente para penetrar casi todas las alcaldías del país y además 7 gobernaciones de 9. En la desesperación de obtener el poder absoluto, jugar a la política sucia es un medio muy justificable para tiranos de tal escala. De que nos sirve la democracia, si el oficialismo puede hacerse de ella incluso de la manera más descarada.