English Cada año, miles de personas llegan desde el sur y se aventuran a cruzar la frontera. Los posibles migrantes se enfrentan a arduos viajes, alambres de púas y guardias armados. La mayoría trata de huir de la pobreza o de la represión, y todos están en busca de una vida mejor. El maltrato y la deportación son posibles.
Este panorama podría verse a lo largo de la frontera militarizada entre Estados Unidos y México. Pero se trata de Europa — o, más exactamente, Ceuta y Melilla, los enclaves españoles en Marruecos. Si los migrantes ingresan, tienen derecho a una audiencia de asilo, gracias a la legislación de la Unión Europea.
Los aspirantes a migrantes, por cientos, toman regularmente vallas fronterizas. Algunos se han ahogado, desafiando las balas de goma de los “disparos de advertencia”, tratando de nadar hasta la orilla europea. Human Rights Watch informó en febrero que los guardias españoles utilizan regularmente la fuerza excesiva, mientras que las autoridades marroquíes “comúnmente golpean [y] de otra manera abusan” de aquellos que fueron enviados de vuelta.
Muchos en Estados Unidos han criticado con razón la creciente militarización de la frontera México-Estados Unidos. A pesar de una caída en el año 2014, las muertes de migrantes en la frontera se han disparado desde el año 2000, con 445 muertos en 2013. Pero, ¿dónde están los críticos de la política migratoria de Europa, que llevó a 3.000 personas a morir en el mar tratando de llegar a las costas europeas solo en 2014?
En un post anterior, argumenté que América Latina debe mantenerse al margen del enfoque de Europa en cuanto a la lucha contra el terrorismo. De la misma manera, los Estados Unidos podrían aprender mucho de Europa sobre cómo no se debe responder a la inmigración ilegal. Si ambos tuvieran que comparar experiencias, y con la evidencia apuntar a una mejor forma de actuar, el caso de un cambio en ambos lados del Atlántico se fortalecería.
Detener a los contrabandistas
David Frum, exredactor de discursos del presidente George W. Bush, e inmigrante canadiense, ha argumentado que las políticas laxas de inmigración estadounidenses han servido para financiar grupos criminales centroamericanos que monopolizan la industria ilegal del tráfico de personas. Regularizar la situación legal de los inmigrantes ilegales, sugiere, sólo aumenta los ingresos criminales.
En Europa, otros han señalado de manera similar los vínculos entre traficantes de personas y organizaciones criminales o terroristas. Aquellos que realizan la travesía marítima hacia Chipre, Italia o España tienen que lidiar con traficantes tan peligrosos como los “coyotes” que manejan la carrera entre Estados Unidos y México: 500 murieron ahogados en septiembre, cuando los contrabandistas hundieron un barco a mitad de viaje por un desacuerdo con los pasajeros.
Pero mientras existan disparidades económicas entre el Norte y el Sur, el cierre de las fronteras no impedirá que los migrantes intenten viajar a través de cualquier medio posible. Si se criminaliza la migración, los grupos criminales de Ciudad Juárez a El Salvador, y del Sahel a Siria, continuarán beneficiándose con la desesperación de la gente. Una respuesta: romper su monopolio para ayudar a los migrantes más necesitados, facilitándoles su tránsito legal a la seguridad.
Salvar la economía
Enfrentando ambos un largo período de estancamiento económico, muchos votantes en Estados Unidos y en los países miembros de la Unión Europea han vinculado la falta de empleo y oportunidades con la inmigración. Sin embargo, estudios que pretenden demostrar esta relación en los Estados Unidos han sido probados en repetidas ocasiones sobre la base de una metodología descuidada con suposiciones equivocadas: los migrantes tienden a ocupar puestos de trabajo de baja o alta calificación, y proporcionan una flexibilidad que es clave para mudarse hacia donde se encuentran los empleos.
En el Reino Unido, la retórica anti-migración ha ido en aumento durante los últimos 10 años. A pesar de los repetidos discursos homofóbicos, sexistas y xenófobos, un partido de centro-derecha está llamado a ganar una significativa cantidad de votos en las elecciones de 2015 a través de una plataforma anti-inmigración. Sin embargo, los repetidos estudios han demostrado que la migración ofrece un beneficio neto para la economía. La regularización de inmigrantes ilegales le proporcionaría al Reino Unido una ganancia económica de US $ 4,7 mil millones al año, según un informe encargado por el Gobierno.
Europa y los Estados Unidos ofrecen dos casos de estudio por separado, a pesar de sus diferencias, demostrando los beneficios de la libre circulación de los pueblos, y las ganancias que se podrían obtener mediante la regularización de la situación de los migrantes ilegales. Las remesas enviadas por los migrantes a sus familiares en el África subsahariana o en América Central, por ejemplo, proporcionan un salvavidas económico vital, sin el cual el flujo de personas hacia el norte sería probablemente mucho mayor.
Derrotar la retórica anti-inmigración
Pero además de las razones prácticas y económicas de peso para un enfoque más racional sobre la migración, se encuentran fuertes consideraciones éticas y filosóficas. Una idea central para el proyecto europeo es la de la libre circulación de los pueblos: ¿sobre qué base debe este principio terminar arbitrariamente en el Mediterráneo? El Reino Unido ha dependido a menudo sobre la migración para sobrevivir: ¿por qué dar la espalda a aquellos que tratan de contribuir ahora?
La retórica anti-migración también va en contra de una fuerte vena del liberalismo británico. John Stuart Mill, en sus Principios de Economía Política, llamó a la mezcla de ideas provocada por la migración “una de las principales fuentes de progreso humano”. La importancia fundamental de la inmigración a los Estados Unidos no tendría que ser reiterada: muchos de los primeros pobladores huyeron de la clase de intolerancia que ahora se encuentra de nuevo en alza en Europa.
Por otra parte, los opositores de línea dura de la inmigración en los Estados Unidos podrían sorprenderse al encontrar la compañía ideológica que mantienen. Karl Marx, en torno a la cuestión del Libre Comercio, condenó la decisión de Gran Bretaña de aceptar trabajadores irlandeses que huían de la Gran Hambruna como una táctica burguesa de “forzar la reducción en los salarios y disminuir la posición material y moral de la clase obrera inglesa”.
La evidencia está aumentando en ambos lados del Atlántico: una política migratoria racional podría impulsar las economías, salvar vidas y combatir la pobreza en el extranjero, reduciendo la migración neta. Ahora es el momento del debate político para ponerse al día con la realidad.