Por Julian Adorney
EnglishEl 17 de julio pasado, el agente del Departamento de Policía de Nueva York Daniel Pantaleo asfixió a Eric Garner hasta la muerte por vender cigarrillos sin pagar los correspondientes impuestos. El 3 de diciembre, un gran jurado optó por no procesar a Pantaleo. No enfrentará cargos.
El caso se ha apoderado de la atención de Estados Unidos, en parte porque revela cuán poco poder tienen los ciudadanos ordinarios para lograr un cambio en las fuerzas policiales. Miles de personas han protestado contra las acciones de Pantaleo a lo largo y ancho del país. El altercado entre Garner y Pantaleo fue capturado íntegramente en video. El investigador involucrado determinó que la muerte de Garner fue un homicidio, y es un claro caso de brutalidad policial.
Sin embargo, a pesar de estos factores, el agente Pantaleo no enfrentará cargos por sus acciones. Probablemente permanezca como policía. El incidente nos recuerda la poca responsabilidad que recae sobre los malos policías, que frecuentemente lleva a provocar sentimientos de impotencia e inseguridad entre aquellos que —se supone— deben proteger.
Este sentido de impotencia es más grave entre las poblaciones más pobres y las minorías, quienes son más frecuentemente el objetivo de abusos policiales. Sin embargo, los afluentes ciudadanos blancos no están exentos de la violencia policial, como es el caso de Michael Bell. Su padre, Michael M. Bell, un oficial retirado de la Fuerza Aérea, comenzó su búsqueda de justicia cuando innecesaria y equivocadamente la policía disparó contra su hijo y lo mató. Le llevó seis años, y la ayuda de un investigador privado, para lograr que la ciudad de Kenosha, Wisconsin, aceptara un acuerdo en el marco de una demanda por una muerte injusta.
Y no hay Gobierno más intervencionista que el que asesina a ciudadanos pacíficos por participar de una actividad económica que el Estado desaprueba
Estos hechos incomodan a muchos conservadores, porque hay un deseo automático de defender a los hombres y mujeres en uniformes que nos mantienen seguros. En los albores del caso de Ferguson, por ejemplo, desde Joe Scarborough hasta Sean Hannity, salieron a defender al policía Darren Wilson, quien disparó y mató a Michael Brown.
Aunque existen policías con un comportamiento ejemplar que merecen ser apoyados, los conservadores también se suponen que son firmes opositores a un Gobierno intervencionista. Y no hay Gobierno más intervencionista que el que asesina a ciudadanos pacíficos por participar de una actividad económica que el Estado desaprueba, como en el caso de Eric Garner.
La raíz de por qué la gente se siente impotente frente a la policía es el monopolio que mantiene el Estado sobre la protección. Lo que necesitamos es la posibilidad de que los consumidores puedan elegir. Para las personas que se sienten atrapadas entre confiar en una fuerza policial que no se digna a cambiar, y ser vulnerables frente a los delincuentes, el surgimiento de policías alternativas puede ofrecer una liberadora tercera opción.
De hecho, estas alternativas a la policía ya existen. Oath Keepers, una organización privada de actuales y expolicías y militares defensores de la Constitución, dieron un paso hacia delante en Ferguson para defender a los comercios que la policía no podía proteger. Los comerciantes de la zona estaban agradecidos por la protección.
Threat Management Company, una empresa de seguridad privada, hizo lo mismo en Detroit. Ofrecían servicios de “calidad Lamborghini” a los barrios más ricos, y los márgenes de rentabilidad de esos servicios les brindan recursos para poder proteger gratuitamente a los barrios más pobres y donde viven las minorías.
Para las personas que se sienten atrapadas entre confiar en una fuerza policial que no se digna a cambiar, y ser vulnerables frente a los delincuentes, el surgimiento de policías alternativas puede ofrecer una liberadora tercera opción.
Peacekeeper es una aplicación gratis que utiliza la tecnología móvil para ofrecer una alternativa más allá de la policía tradicional. La aplicación le permite a los usuarios crear una red de amigos, familiares y vecinos que las personas pueden llamar en una emergencia. La red es más rápida y más centrada en el consumidor que las fuerzas de policías estatales.
La utilización de esos servicios no hubiese salvado a Eric Garner, pero son valiosos. Cuanto más poder tiene la policía sobre nuestras vidas, más poder tienen los policías abusivos. Las interacciones con la policía no siempre suceden en público, y tampoco todas las matanzas en manos de policías suceden en la calle. Como quedó demostrado en el caso de Keith Vidal en Carolina del Note, algunos padres pueden querer llamar a la policía para ayudarlos a lidiar con un hijo adolescente, solo para que los policías le disparen y le maten.
No me malinterpreten, las soluciones parciales privadas no eliminan la necesidad de protestar. Tomar las calles, llamar a los congresistas y luchar por proyectos de ley que pongan un freno al Gobierno intervencionista son acciones útiles. Pero para las personas que se sienten impotentes de lograr un cambio entre las fuerzas policiales, las alternativas de mercado podrían ser una solución.
Julian Adorney es un Young Voices Advocate que reside en Colorado. Síguelo en @Julian_Liberty.
Traducido por Adam Dubove. Editado por Daniel Duarte