Gran parte de las ideas que conforman lo que hoy conocemos como la teoría liberal se desarrollaron a partir de un sinfín de acontecimientos políticos y constitucionales que movilizaron a la nación británica en el siglo XVII.
Aquellos aires anglosajones de libertad fueron los que inspiraron a las ilustres movilizaciones de la historia en la búsqueda de un mundo con mayores libertades y respeto por los derechos civiles. En este sentido, suele recordarse principalmente a la admirable Revolución Norteamericana como una de las movilizaciones de mayor impacto para la gestación de una sociedad libre y abierta.
Sin embargo, resulta elemental conocer la existencia de una revolución previa, una que inspiró a la Revolución Norteamericana: la Revolución Gloriosa de 1688.
Puede decirse que en el siglo XVII comenzaron a exponerse de un modo más preciso dos ramas de pensamiento que han marcado la historia económica, política y social del mundo moderno: el capitalismo y el comunismo.
Entre los iniciales precursores de las ideas liberales podemos destacar a los llamados Levellers –también conocidos como “niveladores” por su nombre en español. Curiosamente, en ese momento también comenzaba a surgir el movimiento de los Diggers –conocidos como “cavadores”–, a quienes podemos considerar como unos de los precursores del comunismo o colectivismo. Lo que buscaban los Diggers era implantar el concepto de la propiedad comunal de la tierra, y la búsqueda de un estilo de vida agrario; marcaban fuertes diferencias frente a los Levellers y se convirtieron en sus adversarios intelectuales.
Por su parte, los Levellers fueron un conjunto de pensadores que promovieron las ideas de la libertad durante el período de las guerras civiles inglesas, en un momento de disputa entre el Parlamento y la monarquía de Carlos I, más específicamente entre los años 1647 y 1649, a partir de los atropellos desmedidos por parte de la monarquía. Esta situación fue gestando los comienzos de la Revolución Gloriosa que se llevaría a cabo unas décadas más tarde.
El punto de acción más fuerte de este grupo de intelectuales para difundir sus ideas fue la publicación masiva de folletos, peticiones y escritos políticos y económicos, que buscaban influir en la sociedad civil y en las políticas de ese entonces.
En plena era de absolutismo monárquico, los Levellers defendían y promovían la libertad de culto, las limitaciones a la monarquía, la libertad económica, los derechos del individuo, la igualdad de derechos ante la ley, la protección de la propiedad, la expansión del voto, y el fin de la corrupción dentro de los poderes públicos.
Los principios de los Levellers y las ideas de figuras tales como John Locke –padre de la teoría política liberal–, y Algernon Sidney –defensor de las ideas republicanas y la libertad de culto-, tuvieron su acentuada y perceptible presencia en la Revolución Gloriosa.
Esta revolución conllevó a la deposición de Jacobo II en la Inglaterra de 1688, llevada a cabo por un conjunto de parlamentarios junto a Guillermo de Orange, sin hacer uso de la matanza como medio, sino de la implementación de ideas como el imperio de la ley, la división entre el Estado y la Iglesia, la limitación del poder en la política, la búsqueda de la propia felicidad, la libertad individual, el respeto a la propiedad privada, y el principio de que el pueblo posee el derecho de alterar al Gobierno o abolirlo en caso de opresión.
Aquella revolución de ideas dio inicio a un sistema de democracia parlamentaria, con el nacimiento, por ejemplo, del Bill of Rights de 1689 (Carta de Derechos), uno de los documentos anglosajones más significativos, impuesto por el Parlamento inglés a Guillermo de Orange para que puediera asumir como monarca.
Este documento establecía diversas pautas a la monarquía: el rey ya no podría crear o eliminar leyes o impuestos sin la aprobación parlamentaria, y tampoco podría cobrar dinero para uso personal sin previa autorización. Asimismo, se establecerían reuniones frecuentes del Parlamento, y elecciones de libre interferencia monárquica.
Tanto las ideas de Locke como las ideas de Sidney y los Levellers fueron exportadas hacia diversos sectores del mundo, siendo muy bien recibidas y adecuadamente implementadas.
En este sentido, el Bill of Rights fue uno de los precedentes de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776). Figuras tales como John Adams, Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y George Mason reconocieron la influencia de Locke y Sidney en la gestación de las ideas políticas y económicas norteamericanas.
Vale señalar que la historia de Inglaterra cambió el rumbo del mundo al momento de cultivar tantos defensores de la libertad, concluyendo en la asistencia a la Revolución Gloriosa de 1688. Tal como supo explicarlo Lord Acton, gracias a esta revolución de carácter político y filosófico, se le abrieron las puertas a un proceso de transformación económica: la Revolución Industrial.
En palabras de Friedrich Hayek, “la libertad individual en los tiempos modernos difícilmente puede reconocerse con anterioridad a la Inglaterra del siglo XVII”. Este constituye un ejemplo más de que las ideas tienen consecuencias, siempre que creamos en ellas con pasión, las divulguemos y hagamos factible su implementación.
Publicado originalmente por El Ojo Digital
Editado por Elisa Vásquez