EnglishNota del editor: Lea la primera y tercera parte de Mitos del socialismo cubano por el mismo autor.
En la entrega anterior de este artículo hemos presentado varios mitos y mentiras creados por el castrismo con el objetivo de manipular la opinión pública internacional en torno a la “Revolución cubana“. Esta ha mantenido en la pobreza e ignominia total a la población de la isla durante los últimos 55 años y, a la vez, se ha convertido en un negocio bastante lucrativo de la nomenclatura del Gobierno y de la propia familia Castro.
Hasta el propio término “revolución”, al referirse a un movimiento guerrillero –tan burdo y sangriento como cualquier movimiento guerrillero latinoamericano– que llegó a cometer un golpe de Estado, es pura manipulación.
En realidad –y los Castro lo saben mejor que nadie– no hubo ninguna revolución en 1959 en Cuba. Este movimiento “revolucionario”, en el que participaron, entre otros, el criminal internacional Ernesto Guevara (quien, por cierto, finalmente huyó de la isla con el rabo entre las patas) no tuvo el apoyo general de la población y no perseguía el cambio social del Estado, como ya sabemos ahora.
En realidad –y los Castro lo saben mejor que nadie– no hubo ninguna revolución en 1959 en Cuba.
Revolución proletaria
De una dictadura y violaciones a los derechos humanos, Cuba cayó en otra. Fue la misma mentira de la “revolución proletaria” rusa aprovechada por Lenin, sus secuaces y los desarrapados, que en realidad fue puramente burguesa –¡no existía el proletariado en Rusia!
Hasta en esto los Castro siguen el mismo patrón del comportamiento político y antisocial de la URSS. Y no en vano lo primero que se creó en Cuba, al mejor estilo socialista, fueron los famosos comités de defensa de la Revolución: reductos de soplones desarrapados al servicio del régimen, para defender al Gobierno de sus propios súbditos. ¡Vaya isla de “la libertad”!
Hay que recordar que la Cuba antes de Castro no era un país tan atrasado como lo pintan los castristas. Y los datos tanto de la ONU, como de la UNESCO y demás organismos internacionales son bastante elocuentes en este sentido. Nunca fue país de extrema pobreza. Siempre fue uno de los países más alfabetizados, con mayor cantidad de médicos que la mayoría de los países europeos (y de mejor calidad); la Universidad de La Habana en aquel entonces era un referente mundial en las investigaciones.
Ni hablar de la tecnología de la época (ferrocarril, aviación, radio, telefonía, televisión) que primero llegaba a Cuba (después de EE.UU.) y luego, a veces al pasar varios años, a los demás países del hemisferio.
¿Educación o adoctrinamiento?
Sin embargo, la flamante e insignia educación “socialista” de la que se jacta el castrismo en Cuba se ha convertido en un adoctrinamiento al estilo más vulgar. Ya varias generaciones de cubanos –y extranjeros– están seguras de que antes de la “revolución” en “Cuba no existía nada, sino la obscuridad” (cito a un profesor cubano castrista que trabaja en una universidad mexicana, pero que bajo ningún concepto quiere volver a su “paraíso del socialismo”).
Haciendo la referencia a la educación –adoctrinamiento– cubano y sus famosos “índices de alfabetismo” y “nivel educativo”, no se puede olvidar de que estos índices y estos estudios son enviados a los organismos internacionales por el propio Gobierno castrista. Cuba es uno de los poco países del mundo –pero típico país con un régimen totalitario– que no admite a los evaluadores de las ONG internacionales a realizar los estudios en su territorio.
Cuba es uno de los poco países del mundo que no admite a los evaluadores internacionales a realizar estudios en su territorio.
El caso más grosero y grotesco es el de “los derechos de la infancia” que tanto se jacta de proteger el régimen castrista. Pero la realidad es totalmente diferente. A todos los que hemos ido a Cuba nos sorprende la cantidad de los jóvenes (adolescentes y niños) trabajando en las calles de La Habana, Santiago, Pinar del Río y otras ciudades.
Al pasar por la carretera –mejor dicho, una parodia de carretera– en áreas rurales es impresionante ver a los niños y adolescentes trabajar en la zafra, en la recolección de piña y otras labores agrícolas. Y ni qué hablar de las mundialmente conocidas prostitutas habaneras, por las que muchos pervertidos viajan a Cuba y dejan su dinero allá. La mayoría de estas chicas no tiene ni 18 años de edad.
Tanta alharaca castrista sobre “la infancia feliz”, pero el mundo no ve que la mayoría de edad en Cuba inicia a los 16 años, por lo que, además, a esta edad los adolescentes ya pueden ser penalmente perseguidos como adultos.
No se ve que la “educación laboral” en el sistema de adoctrinamiento se ha convertido en una forma de esclavitud infantil. Los niños deben dedicar parte de sus estudios y de su infancia a trabajar sin recibir paga alguna en las empresas estatales o en el campo. Varias organizaciones internacionales han exigido al Gobierno castrista que eleve la mayoría de edad a los 18 años y que dejen de explotar a los niños y adolescentes. Pero es como hablarle a un sordo.
Otro aspecto mítico y mentiroso es la medicina cubana, que trataremos en la siguiente entrega…