EnglishHace unos días se dio a conocer el padrón electoral para las próximas elecciones de octubre, el cual señala que existen aproximadamente 6,5 millones de personas inscritas y habilitadas para ejercer su voto, contando a las que residen fuera de Bolivia.
Dado este dato, no hay que ser un experto en estadística ni un analista político para darse cuenta de que el fraude electoral que se aproxima es gigantesco. Basta una simple comparación con elecciones anteriores y con el censo de población y vivienda del año 2012.
Para las elecciones del 1993 había 2,39 millones de personas habilitadas para votar y hubo una abstención electoral del 27,84%. Para las elecciones del 1997 estaban inscritos 3,25 millones y se abstuvieron de votar el 28,64%. Para las elecciones del 2002 había 4,15 millones de votantes y se registró una abstención electoral del 27,94%. Para las elecciones del 2005 (año en que ganó el partido de Evo Morales, Movimiento al Socialismo) estaban habilitadas 3,67 millones de personas y el 15,49% no fue a votar.
Hasta el año 2002 se puede apreciar que el padrón electoral aumenta paulatinamente, en proporción al crecimiento demográfico (como debe ser). Sin embargo, y a pesar del crecimiento del padrón electoral, el nivel de abstención electoral se mantiene entre 27% y 28% durante las elecciones del 1993, 1997 y 2002 debido a la propia cultura e indiferencia del boliviano.
Para el año 2005, luego de una intensa campaña del Movimiento al Socialismo (MAS) entre los movimientos sociales, sindicales e indígenas, sorpresivamente y pese a que el padrón electoral disminuyó alrededor de 500.000 personas, la abstención de voto paso de estar entre 27% y 28% a un 15,49% –casi la mitad.
Desde que el partido Movimiento al Socialismo está en el poder, el padrón electoral crece como nunca antes en la historia de Bolivia.
Para las elecciones del 2009, con Evo Morales ya en el poder y con la afinidad del Tribunal Supremo Electoral hacia él, reaparecieron las sorpresas, pues existieron –como nunca antes– 5,13 millones de personas en el padrón electoral y hubo una mínima abstención del 5,45%.
Hoy en día, a vísperas de las elecciones de 2014 con un padrón electoral de 6,5 millones, lo que increíblemente representa (según el censo de población y vivienda 2012) a más del 95% de la población mayor de 18 años y posible votante, se espera una abstención electoral aún menor que la de 2009. Es decir, que casi todos los bolivianos mayores de 18 años, con muy pocas excepciones, irán a votar en estas elecciones.
Analizando bien todos estos datos, se puede observar que desde que el MAS accedió al poder, el padrón electoral crece como nunca antes en la historia de Bolivia. Hay pocas explicaciones para este crecimiento y esta mínima abstención electoral que no impliquen una artimaña del actual Gobierno.
Bolivia jamás ha contado con una cultura muy democrática, mucho menos en los últimos 10 años. Para la gran mayoría de los bolivianos rurales y de recursos bajos, ejercer el voto significa un esfuerzo muy grande, pues movilizarse desde pequeñas aldeas o dejar de trabajar todo un día en el campo para llegar hasta el recinto electoral es todo un problema.
Por otro lado, en la ciudad, muchas personas prefieren quedarse en su casa a descansar, y más aún cuando hablamos de los jóvenes, quienes mantienen una indiferencia muy grande con la política y representan un porcentaje muy importante del padrón electoral.
Los niveles de fraude y de manipulación de la elección han sido incontrolables desde el año 2005, y cada vez van en aumento.
Que el voto sea obligatorio no explica la mínima abstención electoral, pues el certificado de sufragio no representa ninguna utilidad a la mayoría de los bolivianos, jóvenes en especial, pues la banca y otros trámites administrativos que precisan del certificado de sufragio durante algunos meses siguientes a la elección son privilegios a los que ni la mitad de la población boliviana accede.
No olvidemos mencionar que los bolivianos inscritos fuera de Bolivia, quienes superan al millón de votantes, no cuentan tampoco con fuertes incentivos para ejercer su derecho el día de las elecciones.
Dado todos estos factores, resulta algo difícil de creer que más del 95% de la población boliviana vaya a votar en octubre. Los niveles de fraude y de manipulación de la elección han sido incontrolables desde el año 2005, y cada vez van en aumento.
El Tribunal Supremo Electoral y su relación con el Gobierno es tan estrecha que el Ejecutivo toma de hecho todas y cada una de las decisiones, además de asignar los cargos sin consulta del pueblo, a puro dedo y conveniencia. En la elección pasada se perdieron cajas con votos, figuraban personas fallecidas entre los votantes, hubo votos múltiples y hasta incongruencias en muchas mesas a la hora del conteo.
Evo Morales, mediante su partido, está decidido a hacer lo que sea necesario con las elecciones para conseguir los dos tercios de representatividad en las cámaras y lograr una aceptación sobre el 70%, para así cambiar la Constitución, conseguir la reelección indefinida y apoderarse de Bolivia.