EnglishEn las primeras horas de la mañana del 13 de julio de 1994, 37 hombres, mujeres y niños fueron asesinados por agentes del Estado a siete millas de la costa cubana, mientras trataban de viajar hacia la libertad a bordo del remolcador “13 de Marzo”. Once de estos cubanos eran niños, de edades comprendidas entre la de Helen Martínez Enríquez —de solo cinco meses de edad— y la de Mayulis Méndez Tacaronte, de 17 años.
Los organismos y organizaciones internacionales de derechos humanos investigaron el incidente. El relator especial de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Cuba hizo la siguiente observación, el 24 de octubre de 1995, en su informe sobre la situación de los derechos humanos en Cuba para la Asamblea General de la ONU:
Si bien el Gobierno sostiene que las autoridades no tenían ninguna responsabilidad en lo que se considera que fue un accidente, el Relator Especial recibió el testimonio de algunos de los sobrevivientes indicando que lanchas del Gobierno desde el puerto de La Habana intentaron interceptar al 13 de Marzo con chorros de agua a presión y luego deliberadamente lo embistieron, provocando su hundimiento. Fuentes no gubernamentales informaron al Relator Especial que el número de personas que murieron no fue de 32, como el Gobierno había declarado, sino por lo menos 37, y que las familias ya llevaban un año solicitando iniciar una investigación.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un informe publicado el 16 de octubre de 1996, llegó a la conclusión de que lo que ocurrió aquella madrugada “no fue un accidente sino un acto intencional con premeditación” por agentes del gobierno cubano. El informe culpó al Estado cubano como responsable por la violación del derecho a la vida de todas las personas que naufragaron y perecieron como consecuencia del hundimiento del remolcador “13 de Marzo.”
Veinte años después, los hombres responsables de los asesinatos en masa siguen en libertad y son protegidos por el Estado cubano. Los supervivientes y los familiares, por otro lado, se han enfrentado a la persecución, hostigamiento, amenazas de muerte y detenciones arbitrarias por expresarse.
En 2009, uno de los miembros de estas familias, Jorge García, aceptó dirigir unas palabras a estudiantes de la Universidad Internacional de Florida en un panel organizado por la Fundación Cuba Libre en el 15to aniversario de la masacre del remolcador. Antes del evento, nos conocimos, y él se sentó y explicó ante las cámaras lo que ocurrió antes, durante y después de los sucesos del 13 de julio de 1994.
Jorge García es un hombre que ha sufrido una pérdida que pocos pueden imaginarse.
En una entrevista en el programa Nightline en enero de 1998, Jorge describió cómo se enteró de la noticia. “Cuando le pregunté a mi hija, ‘¿Qué pasa con Juan Mario?’ ‘Papa, se ha perdido’. ‘Y Joel?’ ‘Papa, se ha perdido’ ‘Y Ernesto? ‘Papa, se ha perdido’. Y luego supimos que otros miembros de la familia estaban todos perdidos, 14 en total”. Su hija, María Victoria García, había sobrevivido, pero perdió a su hermano y a su hijo ese día.
Jorge García fue detenido e interrogado en varias ocasiones. Su detención más larga fue de 15 días. Su hija sobrevivió a la masacre y siguió hablando: “Ellos trataron en varias ocasiones de matar a mi hija, porque ella fue la primera en hablar y contradecir la narrativa oficial del régimen.”
El padre y la hija habían hablado previamente frente a las cámaras en el programa Nightline de La Habana, Cuba, sobre la masacre del 13 de julio de 1994. Un año más tarde, en 1999, tuvieron que partir al exilio como refugiados políticos al temer por sus vidas.
Veinte años más tarde, los restos de las 37 víctimas no han sido recuperados ni devueltos a sus familias. Tampoco ha sido proporcionada ningún tipo de compensación para los sobrevivientes o los familiares de los muertos.
El sábado 12 de julio, Jorge García formó parte de una flotilla organizada por el Movimiento Democracia para acercarse a Cuba y al lugar que 20 años más tarde sirve como una tumba de agua para 14 miembros de su familia, incluyendo a su hijo y a su nieto. Esto es lo más cerca que puede llegar a rendir homenaje a sus seres queridos.
El domingo 13 de julio a las 3:00pm participé en un momento de 20 minutos de silencio en protesta por estos 20 años de injusticia y para rezar para que una investigación seria finalmente se lleve a cabo, que los restos de las víctimas sean devueltos a sus familias, y que las personas responsables de esta atrocidad se enfrenten ante la justicia en un juicio justo, con respeto de sus derechos en un tribunal de justicia.