El pasado domingo, con un abstencionismo de casi el 60%, Michelle Bachelet se convirtió en la próxima Presidente de Chile. Lo hizo, eso sí, de manera decisiva sobre Evelyn Matthei. Como liberal que gusta del análisis político de nuestra región no puedo abstenerme de dar mis reflexiones al respecto de lo acontecido. A nivel regional, estos comicios fueron un golpe para los que creemos en la libertad económica, pero más que una derrota, es una llamado de atención muy fuerte.
El gobierno de Sebastián Piñera fue exitoso en el plano macroeconómico; logró reducir la pobreza, ver la generación de 800.000 empleos (el doble que Bachelet en su primer gobierno), mantener una inflación que ronda el 3% (ejemplar para nuestra región), un crecimiento del PIB sólido y superior al promediado por su antecesora. En pocas palabras, fue un gobierno positivo y dejó un país mejor que el que recibió.
A pesar de esto, fue un gobierno que no supo comunicar sus logros. Chile es un caso de éxito para América Latina y un referente para las personas que no comulgamos con el socialismo del siglo XXI, pero los chilenos no entendieron que iban por el camino correcto y optaron por seguir el rumbo de países que se vienen derrumbando.
La derecha chilena tampoco pareció unificada bajo la campaña de Evelyn Matthei: los votos obtenidos en primera vuelta por ella ni si quiera alcanzaron el porcentaje correspondiente a quienes mantienen una opinión favorable del gobierno de Piñera. En parte, ésto se debió a un proceso de primarias muy irregular, en donde la candidata final ni si quiera participó pero fue elegida luego de la renuncia de otros dos candidatos.
Adicionalmente, hay dos nuevos senadores chilenos ‘de derecha’ que veo con muy buenos ojos en lo que a su potencial político se refiere: Andrés Allamand y Manuel José Ossandón. Hace poco, estuve en Santiago de Chile y noté que no tenían miedo a decir quiénes son realmente. Como me decía un buen amigo liberal chileno: la derecha chilena tiene que dejar de avergonzarse de ser derecha; las campañas apologéticas no resuenan en el electorado. Comprendo que ambos son de Renovación Nacional pero no quiero con esto criticar a la Unión Demócrata Independiente: al contrario, ambos partidos deberían ver esta elección como un punto de inflexión para ganar dentro de cuatro años.
En este contexto, vale hacer una aclaración: yo no me autodefino ‘de derecha’; yo soy liberal, puesto que creo que además de la libertad económica, la libertad como tal implica reformas sociales de importancia. Pero para aquellos que ven al liberalismo como ‘derecha’ solo me queda decirles que recuerden que a los electorados les gusta votar por personas que defienden una postura clara y que sean ecuánimes con su tendencia ideológica. No hablo de un purismo ideológico, sencillamente de ser consecuentes con los postulados más fundamentales de la ideología que los caracterice. Y aún si se ganase de manera apologética pueden estar seguros de que una eventual falta de consecuencia entre un gobierno y su inclinación ideológica… les puede pasar la factura.
No todas las perspectivas del movimiento liberal son oscuras. Opciones más afines resultaron victoriosas en Noruega (golpe muy fuerte para la social democracia) y en Australia. A nivel regional se venció abiertamente al Socialismo del Siglo XXI en las elecciones hondureñas. Sin mencionar que el oficialismo argentino pareciese venirse derrumbando. Por otro lado, hay posibilidades de que el liberalismo se alce con la presidencia en Costa Rica lo cual podría ser un triunfo pleno de la ideología a nivel regional.
Hice grandes amigos en la campaña de Matthei y si bien imagino que la de ayer fue una derrota fuerte, les pido que tomen estas elecciones como un punto de inflexión para que retomen el gobierno de Chile dentro de cuatro años.