EnglishEn cadena nacional de radio y televisión del día 8 de noviembre, el Presidente de Venezuela Nicolás Maduro acusó de acaparadores y especuladores a los comerciantes de las tiendas de electrodomésticos y línea blanca del país. Los responsabilizó de formar parte de la “guerra económica” en su contra y de ser los culpables de la inflación galopante en ese rubro. Los acusó de recibir dólares para importar al cambio oficial ( Bs. 6,30 por cada dólar) pero que vendían la mercancía como si hubiesen adquirido las divisas en el mercado paralelo, donde la moneda norteamericana cotiza a un valor diez veces más alto.
Luego de satanizar a los comerciantes y allanar el camino, Maduro ordenó de forma inconsulta, unilateral e ilegal, la rebaja compulsiva de entre el 50% y 70% de los precios de esas mercancías. Ese mandato estuvo acompañado de otro igualmente conminatorio: “Vacíen los anaqueles”. Muchas empresas privadas habían pagado ese día los aguinaldos. La gente tenía dinero en sus bolsillos.
La medida en combinación con la orden desató un pandemónium en el país. Al día siguiente, una turba enardecida asaltó en Valencia, capital del estado Carabobo, la tienda Daka, una de las mayores cadenas de comercialización en ese ramo, llevándose gran parte de la mercancía: televisores de pantalla plana, equipos de sonido, hornos microondas. Simultáneamente, los principales comercios de Caracas y ciudades de la provincia fueron rodeados por una multitud de gente que quería aprovecharse de la arbitraria decisión de Maduro. En algunos lugares de la capital y en varias ciudades del interior, los ánimos se caldearon porque después de una larga espera, los repentinos compradores no habían logrado adquirir el producto deseado, o bien éstos se habían agotado. La Guardia Nacional Bolivariana evitó que la violencia se desencadenara, a pesar de que algunos de sus integrantes también participaron en el festín.
http://www.youtube.com/watch?v=hmUDvPRO7nA
Después del grito de Maduro, Venezuela ha vivido en medio del frenesí. El clima de desconfianza, inestabilidad y polarización se ha acentuado. Un amplio sector de la población piensa que sobrevive sumergida en una olla de presión que podría estallar en cualquier momento.
Las elecciones que vienen y la erosión de Maduro
La decisión manus militaris de Maduro obedece a una razón fundamental: la mayoría de las encuestas revelan que su imagen sigue erosionándose de forma continua e indetenible, y que esa merma perjudica a los candidatos a alcaldes y concejales para las elecciones municipales que se realizarán el próximo 8 de diciembre.
Una gran parte del país, especialmente los sectores más pobres, lo responsabilizan de la espiral inflacionaria y de no hacer nada para impedirla. Acosado por la estampida de los precios y por su acentuada debilidad interna, optó por un camino muy trillado por los comunistas: definió un enemigo, en este caso los comerciantes, los calumnió y, luego, dirigió sus ataques contra ellos sin compasión. Todo el aparato comunicacional del régimen se ha orientado a apuntalar la autoritaria decisión de Maduro. Con su medida populista, demagógica e inmediatista, trata de recuperar el terreno perdido y salvar al oficialismo de una derrota humillante en la cita electoral del 8D.
Este método fue empleado sin éxito por el gobierno en anteriores elecciones de alcaldes y gobernadores, cuando regalaron neveras, cocinas, ventiladores y otros artefactos, en circuitos electorales considerados claves; no obstante, sus candidatos terminaron perdiendo. Este fenómeno se registró en 2008 en el municipio Sucre de Caracas, donde el candidato del gobierno en esa oportunidad, Jesse Chacón, perdió por un amplio margen frente al aspirante de la oposición, Carlos Ocariz, quien no contaba con dinero para regalar.
Examinada la inflación de los electrodomésticos y línea blanca desde la perspectiva económica, resulta inocultable la espiral de precios registrada en 2013. Sin embargo, esta es la consecuencia necesaria del nefasto e injustificable control de cambios aplicado por el Gobierno desde hace una década. El régimen ha fracasado en el uso de instrumentos eficientes de reparto de las divisas, como la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), el Sistema Complementario de Administración de Divisas (SICAD) y las subastas. Estos mecanismos han resultado insuficientes, lo cual ha obligado a los comerciantes a recurrir al mercado paralelo para adquirir mercancías y reponer inventarios. Los comerciantes no son la causa, sino las víctimas de la inflación provocada por el Estado interventor y regulador.
Venezuela hacia el abismo
La mayor parte de los gobiernos del planeta realizan continuos esfuerzos para asegurar un marco legal que garantice los derechos de propiedad, estabilice las variables macroeconómicas, permita presupuestos equilibrados, y preserve la actividad económica en un ambiente transparente. Un Estado de Derecho asentado en un aparato judicial respetable y son reglas del juego claras para todos los actores participantes en el complejo juego económico, resulta esencial para atraer los inversionistas tanto nacionales como foráneos.
La estabilidad y la confianza se consideran valores esenciales en la mayoría de los países. Pero, resulta que los rojos venezolanos decidieron marchar a contraflujo de la historia. Ignoran y pisotean los artículos de la Constitución y del Código de Comercio que garantizan la propiedad privada y la libertad para emprender cualquier actividad económica lícita. Maduro es tan inseguro que recurre a medidas que propician el desconcierto y aumentan la inseguridad jurídica, a pesar de que el régimen a lo largo de quince años ha ido armando un entramado de leyes, reglamentos y organismos que acosan a los productores industriales y a los comerciantes. De ese andamiaje forman parte el Instituto para la Defensa de las Personas y los Bienes en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis) y la Ley de Costos y Precios Justos. Esta parafernalia y los controles a ella han arruinado la economía.
El acribillamiento al que han sido sometidos los comerciantes -que pagan impuestos y mantienen nóminas elevadas- en los paredones armados por Maduro, elevará el clima de hostilidad contra las inversiones privadas. Aumentarán la inflación, la escasez, la devaluación y el desabastecimiento. Pasará mucho tiempo para que los anaqueles que fueron vaciados vuelvan a tener mercancía.
Maduro conduce a Venezuela hacia el abismo.