Si alguna vez se consigue a un funcionario venezolano, de los que están ligados al Gobierno, esos que llamamos los “chavistas con privilegios”, no dude en pedirle la hora. No se extrañe, porque con toda seguridad ellos extenderán exquisitamente alguno de sus brazos y podrán responderle.
Socialista venezolano que se respete, tiene un buen reloj de marca, porque si algo heredaron lo más fieles y radicales revolucionarios de su máximo líder, Hugo Chávez, fue el exquisito gusto por el lujo, pero en especial, por los relojes. Para los de memoria corta, hay que recordar que el difunto expresidente venezolano llegó a exhibir joyas de la afamada marca suiza Patek Philippe.
Mucho se ha hablado del gusto de los relojes de los chavistas, al punto de que en un blog se han encargado de documentar la fijación que tienen. Pero por ejemplo, en la sesión de instalación de la nueva Asamblea Nacional de Venezuela, celebrada este martes 5 de enero, dos de los más contestatarios revolucionarios que tomaron la palabra, se olvidaron del socialismo, y sin pudor levantaron sus brazos izquierdos con sendos relojes.
Por un lado saltó la diputada Tania Díaz, como buena representante del Partido Socialista de Venezuela (PSUV), a defender a sus representados, a exigir justicia, y bla bla bla, pero a Tania se le olvidó que en su muñeca llevaba puesto un exquisito reloj Movado de la línea femenina, valorado en aproximadamente US$500.
Dirán algunos “ni que con US$500 fuera a quebrar al país”. El problema es que el venezolano de a pie no tiene cómo acceder a los US$500 que uso Tania para comprar el relojito. El detalle es que en Venezuela desde hace 13 años hay control de cambio, y por si fuera poco, no es de socialistas exhibir semejante joya, cuando en el país la gente no tiene ni siquiera la posibilidad de comprar libremente un jabón para bañarse. No te queda, Tania…
Después de los gritos de Tania, saltó uno más socialista todavía. El ahora diputado Héctor Rodríguez llegó a juramentarse en el nuevo parlamento venezolano, con ánimos de hacer valer los derechos de los más desfavorecidos, de la nueva minoría política, nada menos que con un relojito Mont Blanc. No lo digo yo… el mundo entero vio las imágenes.
Pero bueno, hay que recordar que ese mismo Héctor Rodríguez, insigne representante de la juventud revolucionaria, chavista y antiimperialista fue el mismo que cuando era ministro de Educación dijo que no iban a sacar a la gente “de la pobreza, para llevarla a la clase media, para que después aspiren a ser escuálidos”. Héctor, eso no se hace…
Pero no le echen toda la culpa a Tania o a Héctor. Ellos no son los únicos, porque Nicolás Maduro, nuestro flamante presidente socialista, responsable de la debacle económica del país, también tiene sus joyitas para la muñeca. Al parecer a Nicolás le gustan más los Tissot.
Insisto, el problema no es que ellos se gasten el dinero de los venezolanos en sus caprichos nada revolucionarios. Mi punto es que mientras ellos lo hacen, en mi país los niños y los ancianos mueren porque no hay medicinas, la gente debe pasar horas haciendo filas para comprar alimentos, la inflación la llevaron a tres dígitos y nuevamente, el venezolano común no tiene acceso a los dólares ni siquiera para comprarse un simple reloj Casio de US$30.
Otras joyas, digo, funcionarios, que también son fanáticos de los relojes caros, son los hermanitos Rodríguez. Jorge ha sido fotografiado con un Apple Watch y con un modelo sport de la marca Suunto. Nada que ver con el antiimperialismo que pregona, pues. Ojalá y Jorge tuviera el mismo estilo para limpiar y mantener bonita a Caracas.
Delcy Eloina, nuestra aguerrida canciller también. Tan pro socialismo, tan defensora de las causas sociales, de los desvalidos, con tremendo Suunto en su mano izquierda para dar una entrevista en televisión. Y no se les olvide que también es fanática de las carteras Chanel, como Cilia Flores.
Pero no son sólo relojes. Son carros, casas, ropa, viajes, teléfonos celulares que en nada se corresponden con el discurso de los luchadores sociales que pretenden ser. En Venezuela sólo ellos pueden darse esos lujos, no sólo por lo costos de las piezas, sino que además, con tanta inseguridad, salir a la calle con semejantes joyas amerita mínimo media docena de escoltas, de esos que sólo ellos tienen.
[adrotate group=”7″]El problema va más allá de un simple reloj. Cada uno de ellos podrá esgrimir las excusas que prefiera para defender el derecho de tener no un reloj, sino decenas de joyas, pero ese detalle no encaja con su discurso de la justicia social, de favorecer al pueblo y mucho menos de la igualdad para todos. No se vale que un diputado, ministro o presidente le pida a sus gobernados lealtad, y que se sacrifiquen o que se conformen con vivir en un país al borde de la miseria, cuando agitan en sus muñecas cientos y miles de dólares.
Quizá al chavista de abajo, el que no tiene privilegios, el tema del reloj ni siquiera le inquiete, porque seguramente dentro de su ignorancia justificará la posesión como un derecho del funcionario, por la “majestuosidad” del cargo. Sin embargo, y me perdonan… al demonio con estas “joyas” —los funcionarios, no los relojes—; ellos son socialistas de la boca para afuera.
Tal como alguna vez dijo la exprimera ministra británica Margareth Thatcher: “El socialismo fracasa cuando se acaba el dinero… de los demás”. Y a estos, por fortuna, les va quedando poco.