EnglishJoel H. Spring, un reconocido investigador de los sistemas educativos, escribió un libro sobre las pedagogías de la globalización. Pero démosle la vuelta a este tema y preguntémonos por la globalización de la pedagogía: ¿Por qué las escuelas son tan similares en todo el mundo? ¿Qué tendencias económicas e históricas llevaron a estas similitudes tan marcadas?
La globalización y homogenización de la práctica educativa podría ser loable si todos estuviesen satisfechos con los resultados actuales, pero ese no es el caso. De hecho, tal como lo ha declarado el profesor Richard Elmore del Departamento de Educación de la universidad de Harvard, “el salón de clases promedio en la escuela pública promedio en este país, está diseñada exactamente al contrario de lo que estamos aprendiendo acerca de cómo se desarrollan cognitivamente los seres humanos”.
Esta preocupación no se dá solo en Estados Unidos. Cientos de colaboradores de habla hispana expresaron preocupaciones similares en España y América Latina en el vídeo “La Educación Prohibida.
Los párrafos introductorios del Libro VIII de La Política de Aristóteles son un buen lugar para comenzar con nuestra exploración (el énfasis es mío):
Nadie dudará que el legislador debe dirigir su atención sobre todas las cosas a la educación de los jóvenes, ya que una actitud negligente hacia la educación hace daño a la constitución. El ciudadano debe ser moldeado para adecuarse a la forma de gobierno bajo la que vive (…) Y como la ciudad como un todo tiene un objetivo, es evidente que la educación debe ser una y la misma para todos, y que debe ser pública, y no privada, no como lo es hoy en día, con cada quien cuidando de sus propios niños separadamente, dándoles el tipo de instrucción que mejor considere; la educación en cuanto a los temas que son de interés común debe ser la misma para todos. Tampoco deberíamos pensar que cada uno de los ciudadanos es dueño de sí mismo, ya que todos pertenecen al Estado, y cada uno es parte del Estado, y el cuidado de las partes es inseparable del cuidado del todo.
La manera en la que se practicaba la educación en la época de Aristóteles contrastaba fuertemente con el ideal utópico que él proponía de educación uniforme, proveída y dirigida por el Estado. Atenas, tal como la describe el ensayo “Las Escuelas de Hellas“, imponía muy pocas regulaciones sobre la educación: La asistencia era voluntaria; el aprender a leer era un deber ciudadano, pero los medios para hacerlo se dejaban a la discreción de los padres y estudiantes; la educación en el hogar era tolerada. El horario escolar se establecía de manera que los niños pudiesen ir y volver de la escuela antes de que cayera el sol. De resto, estaba únicamente sujeta a la regulación que surge naturalmente a través del intercambio voluntario entre clientes y proveedores. Algo de bueno debía tener ese sistema educativo si produjo varios de los más brillantes filósofos, matemáticos y autores de la historia de la humanidad.
Pero, ¿por qué Aristóteles, que aprendió de esa manera en la que “cada quien cuida de sus propios niños separadamente”, aboga por un modelo educativo totalmente distinto? Puede que haya ofrecido este ideal utópico por sus propios méritos, o quizás porque tal ideal sería más agradable a los oídos de su empleador, el rey Filipo de Macedonia, padre de Alejandro, que más tarde se convirtió en “el Grande”. Cuando el gobierno controla la educación, puede que ésta conduzca a los altos fines citados por Aristóteles, pero sin duda será más probable que conduzca a la satisfacción de los fines del mismo gobierno, y en última instancia, al “surgimiento del Estado de seguridad educativa”, para citar el subtítulo del texto de Joel H. Spring.
Esto no es una mera especulación o teoría; hay evidencia histórica de personas que han propuesto exactamente eso.
Durante siglos, la alfabetización en Europa era accesible sólo para unas pocas élites. La imprenta de tipos movibles de Gutenberg, inventada alrededor de 1450, transformó rápidamente la producción de libros. Los hizo más baratos y accesibles, lo que llevó a un aumento de la demanda de educación. Otro factor fue la Reforma y el principio de que las personas deben leer y entender la Biblia en su propio idioma, en lugar de que sus enseñanzas les sean impartidas por un tercero.
En 1520, Martín Lutero propuso que los estados alemanes debían exigir y proporcionar educación para todos, alistando a los niños en una guerra contra Satanás.
Si el gobierno puede obligar a estos ciudadanos que sean aptos para el servicio militar y soportar la lanza y el rifle, para montar murallas y realizar otras tareas marciales en tiempo de guerra, pues tiene mucho más derecho de obligar a la gente a enviar a sus hijos a la escuela, ya que en este caso estamos en guerra contra el diablo.
Este tema fue retomado por algunas colonias americanas como Massachusetts, que aprobó la Ley del Viejo Engañoso Satanás en 1647.
Aun así, los padres y tutores pagaban las matrícula y la asistencia seguía siendo voluntaria.
La educación moderna viró en una dirección más aristotélica por la tendencia hacia el nacionalismo. La clave de esta transformación fue el filósofo prusiano Johann Gottlieb Fichte. Cuando los muchos críticos de la educación actual hablan del casi universal “Modelo Prusiano de Educación”, debe saberse que fue Fichte uno de sus progenitores más influyentes .
En octubre de 1806, las fuerzas de Napoleón vencieron a Prusia en las batallas de Jena y Auerstedt. Unos meses después Prusia sufrió grandes pérdidas de territorio, de hombres y de prestigio y quedó sometida al imperio francés. La sexta Coalición revirtió la marea en 1812 y derrotó a Napoleón, pero las pérdidas anteriores llevaron a Fichte a escribir su libro “Discursos a la nación alemana”, publicado en 1808. En el libro expuso una teoría de las causas de la derrota de Prusia y propuso una solución: Una renovación completa del sistema educativo.
En una palabra, propongo un cambio total del sistema actual de educación como el único medio de preservar la existencia de la nación alemana.
El objetivo de Fichte era moldear la totalidad de la persona, sin excluir ninguna de sus partes constitutivas, de modo que la educación no sólo debía “pertenecen a la persona” sino que debia ser integral a la persona .
La nueva educación debe consistir en destruir por completo la libertad de voluntad en el suelo que se pretende cultivar, por el contrario, y por el contrario producir la necesidad estricta de las decisiones de la voluntad, haciendo que lo contrario sea imposible. En dicha voluntad se puede confiar con la máxima confianza y certeza.
Fichte apuntaba no sólo a la alfabetización, las “Tres Rs”, o habilidades de pensamiento crítico. Su objetivo era crear sujetos que no sólo hacían lo que se les decía, sino que serían incapaces de pensar en otra cosa.
En un giro irónico, el ministro de Educación, Víctor Cousin, trajo las ideas de Fichte y otros prusianos de nuevo a Francia; de algún modo vio este sistema de educación como una especie de botín de guerra, que era más valioso para Francia que la misma derrota de Prusia en Jena y Austerlitz.
Los gobiernos de todo el mundo tienen un fuerte interés en los mecanismos que les permiten controlar a sus súbditos barata y eficientemente. Las ideas prusianas se propagaron ampliamente. En una edición de 1833 de la revista Edinburgh Review encontramos un indicio de la las motivaciones respecto a este tema:
Cuando contemplamos las grandes masas de población industrial congregadas en nuestras grandes ciudades, y caemos en cuenta que han aprendido los secretos de su propio poder sin el conocimiento de cómo utilizarlo correctamente, bien podemos nosotros ser aprensivos del peligro y deseosos de saber por qué medios puede ser evitado.
Las élites de todas las naciones temían de la educación de los ciudadanos, por lo que fue prohibida en muchas épocas y lugares. Cuando la demanda se hizo demasiado grande para combatirla, la segunda mejor opción fue cooptar el proceso de educación para proporcionar mitos e ideas “seguros” a las masas, siendo uno de los más importantes aquel según el cual las élites y las masas, los superiores y los inferiores, ocupan los lugares que naturalmente les corresponden; ya sea por razones de historia, de religión, de patrimonio, o razones que puedan ser disfrazadas de teorías científicas.