Se escuchan a menudo diversas definiciones de lo que significa ser peronista. Que Perón era de izquierda, un revolucionario, un estadista, un mujeriego, un oportunista, un militar fascista. Que generó un movimiento obrero o que dió lugar a la más sangrienta represión de la historia argentina. Que su partido es de los trabajadores, de los montoneros, de los militares.
Lo que más les gusta defender a los peronistas mismos, es que son el “partido de los trabajadores”: esos que Perón benefició con vacaciones pagas y aguinaldo, contra los crueles intereses capitalistas. Esos que se movilizaron para defender a su general y que a lo largo de las décadas recuerdan que lo que tienen, lo tienen gracias a él y a la gran luchadora de los oprimidos, Evita.
Entonces, sin entrar en el debate del liberalismo y menos aún de la corrupción, supongamos que Perón sentó las bases para un desarrollo sostenible del país en el tiempo, un proyecto de país que nuestro modelo actual reafirma (?). Les dio libertad a los obreros para que no sean explotados, les dio educación a sus hijos, regalitos de Navidad y la quincena en Mardel. Pero a esta altura de la vida, deberíamos estar pidiendo más, pasar al siguiente nivel. ¿No estamos ya en condiciones de dejar de pedir cloacas? O sea, no de no pedirlas, sino de tenerlas todas. ¿No deberíamos dar por sentado tener educación y salud públicas? Si el peronismo está buscando el desarrollo del inviduo de la sociedad argentina, ¿60 años no alcanzaron para arreglar los baches, que necesitan seguir rellenándolos en cada elección?
El mismo razonamiento aplica a la “década ganada”. Les queremos (por ejemplo) hacer creer a los chicos que una netbook les solucionará el futuro, cuando durante una entera década no se hizo nada sustancial, en ningún nivel de gobierno, para cambiar una educación decadente y atemporal que no aporta nada a las futuras generaciones.
El peronismo no es el partido de los trabajadores, ni de los desposeídos. El peronismo es el partido de los mediocres.
No estoy cuestionando la pertenencia al peronismo, pues entiendo que muchos militantes lo hacen con verdaderas buenas intenciones. O sea, que en serio se piensan que están haciendo la revolución. Algo similar sucede cuando uno comienza a estudiar Política: es inevitable dejarse seducir por Marx y su noble fin de que el mundo sea un lugar más justo para todos. Pero dicen por ahí (me parece que es una remake de la frase original, pero me sirve) que “el camino al infierno está lleno de buenas intenciones“. Sobre todo cuando en el camino apoyas ladrones y chantas.
Asignemos responsabilidades: hagamos la cuenta de todos los gobiernos peronistas de nuestra historia. Desde el retorno de la democracia, luego de la presidencia de Alfonsín tuvimos una seguidilla de gobiernos peronistas interrumpidos por la fallida intervención de la Alianza, que vino cordialmente a hacerse cargo de la crisis post años 90. Hasta los presidentes de la famosa semana de diciembre de 2001 fueron peronistas. O sea, que no tuvimos 10 años, sino casi 30.
Veamos también, ya que estamos, los intendentes de La Matanza, bastión peronista por excelencia, donde nos gusta ser parte de esas internas del PJ ocasionadas por la costumbre que tienen de dirimir sus diferencias en una elección nacional en vez de puertas adentro del partido (nunca dije que fueran tontos). La Matanza, un partido de 1.800.000 habitantes donde más de la mitad de los hogares no tiene acceso a cloaca, el 25% no tiene agua de red y el 15% no tiene directamente acceso a agua dentro de la vivienda. Y donde el PJ nos sigue tomando el pelo, amagando con inaugurar hospitales.
Recordemos a sus intendentes, porque no siempre los tenemos presentes:
– Federico Russo | 1983-1991 | PJ
– Hector Cozzi | 1991-1999 | PJ
– Francisco Di Leva | jun – dic 1999 | PJ
– Alberto Balestrini | 1999-2005 | PJ
– Fernando Espinoza | desde 2005 | PJ
(La aclaración sobre el partido es por si no se entendía el concepto)
¿Por qué nos gusta que el peronismo nos empuje al barro, nos dé la mano para sacarnos, y luego nos la suelte para volvernos a caer? Son nuestras aspiraciones como pueblo argentino las que nos hacen caer en este círculo vicioso, las que nos hacen creer que vivimos en una década ganada. El peronismo implica el estancamiento de Argentina en cuestiones que deberían estar resueltas hace años, y que no se resuelven a propósito.
¿El kirchnerismo ha dado una mano a muchos que estaban estancados en la pobreza? Si. Hay muchas personas de buena fe que cobraban el plan Jefes y Jefas o ahora la AUH (ya que estamos, acá está el proyecto original de la Coalición Cívica al respecto) porque lo necesitan y las ayuda, sin necesidad de ser considerados vagos. Y que necesitan también la escuela pública y la salud. Ahora, que después de diez (¿o treinta?) años los colegios sigan cayéndose, siga habiendo paros, siga siendo un parto conseguir un turno en un hospital público y sigan necesitando cobrar ayudas estatales, indica que hay algo que no cierra.
Todo se hace a medias: Argentina se ata con alambre. El peronismo con su hegemonía, no fue capaz de establecer políticas de estado, porque basaron sus votos más en clientelismo que atraviesa todas las clases sociales, que en un desarrollo verdadero del país. Nuestro aporte al sistema es votar al menos malo, al que cumple con banalidades como el asfalto, cortar el pasto de la plaza, pintar los cordones y poner la onda verde en los semáforos. Y en el medio, los argentinos pagamos con nuestro dinero, nuestra salud y hasta nuestras vidas los caprichos peronistas.
Cuando era chica, me acuerdo que mi papá me decía “los gobiernos mantienen a la gente pobre para dominarla“. Yo siempre creí que era una idea un tanto conspirativa y no estaba muy de acuerdo. Hoy estoy más convencida que nunca. Matanceros, argentinos: hace 30 años nos venden espejitos de colores. Nos ofrecen solucionar males que ellos mismos siguen generando. Nos crean la necesidad de votarlos. Porque, si el peronismo es un partido que viene a luchar junto a los trabajadores para superar las injusticias, ¿qué quedará del peronismo cuando esas injusticias sean superadas?
El artículo original se encuentra publicado en el blog de la autora, Sofismos.