La ofensiva del gobierno venezolano contra la propia economía entró en una etapa decisiva. “Han visto sólo las primeras acciones contra la burguesía” dijo el martes el Presidente, Nicolás Maduro, luego de que la Asamblea Nacional le permitiera gobernar por decreto por un año a través de la aprobación en segunda ronda de la Ley Habilitante. Sabíamos ya que Maduro tenía un discurso agresivo contra el capitalismo, heredado de Chávez. Sabíamos también que la vida de los venezolanos se veía tristemente afectada por el reflejo de estas ideas en las políticas. Pero esta semana, el socialismo se desató con toda su fuerza en Venezuela, derribando aquellos límites que no pensamos que derribarían jamás.
No puedo más que pensar en el famoso dicho que aquellos que denunciamos el avance progresivo de los totalitarismos nos gusta citar. El autor es Martin Niemöller, un pastor alemán que dejó de apoyar el nazismo cuando avanzó contra su Iglesia.
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.
Todos guardaron silencio cuando Chávez demostraba tener estrechas relaciones con Fidel, porque no parecía ser una amenaza. ¿A quién le afectaba su vida cotidiana que fuera recibido con vítores en La Habana? Más adelante, “Patria, Socialismo o Muerte” sería solo un eslogan… nadie iba a morir en serio por no apoyarlo. ¿Cuánto afectaba la libertad de expresión el hecho de que cerraran Radio Caracas Televisión y otros cientos de radios? Bueno, si incumplían con sus contratos, será un motivo válido…
En el medio, fue la Constitución y la sanción de leyes. Un cambio en los valores fundamentales del Estado, pero no solo eso: la decisión de que el Estado tenía derecho a inmiscuirse en tu vida por ley, sin defensa contra ello, porque la Patria somos todos. Más recientemente, Venezuela abandonó el Pacto de San José de Costa Rica, que protege a los ciudadanos de los abusos del Estado y enumera varios derechos. Pero, ¿cuántos venezolanos habían necesitado del pacto en sus vidas?
Pues ahora llegó el momento en que llegaron por vos. El capitalismo se basa en la libertad del individuo; no responde más que a las personas interactuando sin otros entes que intervengan desvirtuando esas relaciones. Llegó el momento en que Maduro dejó el discurso de arremeter contra el capitalismo y, efectivamente, comenzó a arremeter contra él: los venezolanos están siendo arrestados, y paralelamente condenados a la escasez y a la inflación. En este contexto, Maduro tiene el tupé de asegurar que así… está defendiendo los derechos de los trabajadores. Y, como se indicó en sus declaraciones previamente, esto es solo el comienzo.
“0800-sabotaje” es la respuesta de Maduro a la crisis económica, junto a un conjunto de palabras que ya no tienen significado, como “cipayo”, “vendepatria”, “traidor a la Patria”. Maduro ha puesto al venezolano contra el venezolano, y no hay régimen totalitario que no funcione así. La Policía que controla a los cubanos no salió de un repollo, son cubanos. Los inspectores que controlan que los venezolanos no cometan “usura” o “acaparamiento” son también, venezolanos. Los oficiales de Corea del Norte, ejecutan a sus connacionales.
La crisis que desató todo esto, nada tiene que ver con el capitalismo ni con el venezolano que pone un almacén para vivir, sino con las corporaciones que junto a los gobiernos, como el de Venezuela, deciden saquearnos. Tiene que ver también con la corrupción inherente al control estatal de los recursos y a la ineficiencia del Estado para regular la economía. Y, sobre todo, desciende de la historia venezolana del siglo XX (al menos), pues así como sucede en la gran mayoría de los Estados latinoamericanos, el saqueo no comenzó con los populismos actuales, sino muchas décadas antes, incluidas sus “antítesis” previas.
La región poco tiene que aportar a la idea de libertad, pero quizás ha llegado el momento, luego de décadas y hasta siglos de sometimiento, que sus ciudadanos empiecen a reclamar ser libres.