La confianza es un elemento fundamental en cualquier sistema económico. Sin ella, los mercados se vuelven inestables y los inversores reacios a tomar riesgos, lo que puede frenar el crecimiento económico y afectar el bienestar de los ciudadanos. Por lo tanto, es crucial que los gobiernos y las empresas trabajen conjuntamente para fomentarla en sus respectivos sistemas, mediante transparencia y comunicación.
En términos económicos, la confianza se refiere a la expectativa que se genera al creer que otros cumplirán sus obligaciones en el futuro, es decir, se basa en la percepción de que las personas, las empresas y los gobiernos cumplirán sus compromisos y honrarán sus deudas. Un ejemplo sencillo, cuando una persona se sube a un avión o auto, confía que el conductor hará su labor a cabalidad, ¿se imaginan vivir en un mundo donde no exista la confianza? Personalmente creo que sería un caos.
- Lea también: Bolivia: del blindaje a la súplica
- Lea también: Luis Arce copia código penal cubano para congraciarse con Evo Morales
Por tal motivo, cuando la confianza es baja, los agentes económicos, en general, tienden a tener mayor incertidumbre sobre lo que ocurrirá, lo que puede desembocar en grandes problemas financieros y sociales. En los casos extremos, la falta de esta puede incluso llevar a una recesión económica. Por ejemplo, la crisis financiera de 2008, en la que la falta de confianza en los bancos y en el sistema financiero en general llevó a una disminución de la inversión y una recesión económica global. Según un estudio de la Universidad de Cambridge, la confianza en los bancos se ha recuperado lentamente desde entonces, sin embargo, aún no ha alcanzado los niveles previos a la crisis.
Para construir esta característica tan importante dentro de un sistema económico, es necesario que los gobiernos sean transparentes y honestos en sus prácticas y comunicaciones. Estos deberían proporcionar información clara sobre sus políticas fiscales y monetarias, tener todos los datos abiertos al público, además, este tipo de sistemas abiertos de supervisión pueden ayudar a promover certidumbre, sano debate y fiscalización de los recursos. Por ejemplo, los sistemas económicos de los países nórdicos como Dinamarca, Suecia y Finlandia generan altos niveles de confianza en los sistemas políticos y económicos, lo que se ha relacionado con la generación de un mayor bienestar social y económico.
No es casualidad que en el lugar donde existe la solidaridad, cooperación, transparencia, Estado de Derecho, entre otros aspectos, la vida se puede llevar de una mejor manera. La confianza es sinónimo de desarrollo y pujanza, de creer que, si la otra persona obra de mala manera, uno podrá recurrir a una justicia limpia y equilibrada, lo cual lamentablemente no ocurre en nuestro país.
El famoso dicho “uno gana confianza centímetro por centímetro y la pierde metro a metro”, cobra sentido en momentos como este. Edmund Conway mencionó lo siguiente: “Las economías son, por su misma naturaleza, propensas a los ciclos de auge y crisis: los mercados oscilan de la confianza al pesimismo y los consumidores de la codicia al miedo.” La gran pregunta es, ¿en qué parte del ciclo nos encontramos? ¿Realmente este gobierno te genera confianza?