Fue abatido Nelson Darío Hurtado Simanca, alias ‘Marihuano’, segundo cabecilla y mayor narcotraficante del grupo armado organizado, el Clan del Golfo”.
Las autoridades le adjudican un extenso prontuario de explotación sexual, narcotráfico, así como asesinatos de jóvenes y líderes sociales en el país.
Curioso alias para alguien que fue conocido por “no permitir consumo de alcohol o estupefacientes en las escuadras que estuvieron bajo su comando”, por eso tenía también otra etiqueta: ‘El cabo’.
La cadena Caracol –medio de comunicación dedicado a la propagación de las ideas de izquierda– anunció este lunes que al menos 500 personas (campesinos), llegan a Riosucio, departamento del Choco, una de las zonas de influencia del Clan Úsuga, como también se le conoce a esta agrupación narcoterrorista, “porque les están quitando los cultivos de coca”. Pero no habla de que salieron a protestar porque se dio de baja a su “posible empleador”.
Públicamente, en medios, ese grupo de personas reconoció que se dedicaba a los cultivos ilícitos, si ‘Marihuano’ comandaba el negocio de la coca en la zona, donde precisamente terminaron sus días. Saquen sus conclusiones.
¿Por qué ocurre esta situación?
El “éxodo” de campesinos desde el Choco, con 500 reclamando la falta de sustitución de los cultivos ilícitos, se da claro, por la falta de presencia del Estado y sus instituciones en territorios apartados del país, pero también porque personajes como ‘Marihuano’, aprovechan esas situaciones para ofrecer una “opción económica” a los campesinos.
Y esta es la razón de la expansión de cultivos ilícitos a lo largo y ancho del territorio nacional, pero sobre todo en departamentos como el Cauca que es un polvorín; Choco, que tiene una situación de abandono institucional transversal marcado; y Antioquia, que por su gran extensión, tiene territorios totalmente en manos del terror.
¿Dar de baja a ‘Marihuano’ influye en la realidad nacional?
Con un ELN oxigenado por el apoyo que recibe del régimen cubano, las FARC apalancadas y armadas hasta los dientes por el régimen venezolano, el narcotráfico (que es el real problema) enquistado hasta los tuétanos fruto de que el negocio fue aprendido por innumerables criminales de toda pelambre, tanto nacionales como extranjeros con influencia en el país, dedicados al negocio, sí, golpea al Clan Úsuga por unas semanas mientras se reorganiza, pero al negocio del narcotráfico en el país, no lo toca. Y por tanto a la violencia de los terroristas tampoco.
Con esta operación contra 'Clan del Golfo' adelantada por @PoliciaColombia, @FuerzasMilCol y @FiscaliaCol, en la que abatimos a alias 'Marihuano', notificamos a alias 'Otoniel' que vamos por él y por los demás cabecillas de los grupos narcoterroristas. #ElQueLaHaceLaPaga pic.twitter.com/Kp4rIk9MiT
— Iván Duque ?? (@IvanDuque) February 8, 2021
¿Y las FARC y el ELN?
Mientras que El Tiempo revela una “filtración” del ELN donde pone de manifiesto una supuesta división, fruto del ejercicio del narcotráfico por parte de algunos miembros, en realidad, parece estar utilizando la vieja táctica bolchevique de las dos fracciones.
Esta consiste “en hacer creer a sus adversarios que en el alto mando de esa organización coexisten dos fracciones, una más feroz que la otra y que el gobierno o el poder adversario de la banda debe favorecer la fracción menos dura, la cual se muestra como dialogante…”, según el especialista Eduardo Mackenzie.
Misma estrategia usada por las FARC, que tiene a los ilegales que son “en total… 36 estructuras conformadas por 4927 hombres armados, según las cuentas de inteligencia hasta junio de 2020, lo cual sugiere que a la fecha son más”, y por otro lado a los “Comunes” en la legalidad.
La influencia de la cultura en la expansión del narcotráfico
Mientras a lo largo y ancho del país, cada día aparece un pequeño Pablo Escobar, que era lo que hacía ‘Marihuano’, la cultura de hacer apología al narcotráfico, apalancada en las nuevas plataformas como Netflix, se expande como pólvora, con jóvenes que quieren disfrutar de “los placeres” que vivió el “capo dei capi”, con la serena promesa de que ellos sí no van a terminar como Escobar.
Sin embargo, esa es una promesa que no vivió el segundo al mando del clan Úsuga y que seguramente tampoco vivirán los demás, pero mientras tanto, es mucho el daño que se hace a las familias y en general al pueblo colombiano.
Series como Las Muñecas de la Mafia, El cartel de los Sapos, o la del mismo Escobar, hacen que la ventana de Overton cada día se corra más, y ser un narco se convierta en un producto hollywoodense digno de imitar.
Más que una reflexión de moral, estamos describiendo una realidad lamentable que se introdujo en los hogares colombianos como atravesar mantequilla y que hoy, muchísimo más que en las épocas de Escobar, se volvió parte de la vida nacional.
La desaparición de ‘Marihuano’ golpea un objetivo de alto valor, por supuesto, pero se necesitará una estrategia de acción integral para incidir en los 500 que hoy se fueron a hacer plantón a Riosucio y a los 48 millones de nacionales que están a la merced de grupos que se han enquistado en la sociedad, y que de todas las maneras tocan a la puerta de los colombianos permanentemente con el narcotráfico en todas sus formas.
La estrategia debe ir mucho más allá de los bombos mediáticos por haber golpeado a un narco, para pasar a transversalizar la acción en el terreno, sobre todo con presencia estatal.