En medio del mayor éxodo en su historia en el que los venezolanos huyen de su país y las familias se separan en plena Navidad, la primera dama, Cilia Flores, envió un mensaje de paz y amor en el marco de las fiestas decembrinas.
“Juntos hemos hecho la ciudad más amable y cada vez más tuya, estamos logrando que la luz llene cada rincón para que cada día la ciudad esté más bonita, segura e iluminada, salgamos pues a disfrutar de esta ciudad que se ha puesto hermosa”, expresó.
Juntos hemos trabajado para que la ciudad sea más bella, para que las luces iluminen nuestros corazones llevando la alegría a niños y niñas. Gracias Presidente @NicolasMaduro y a quienes trabajaron para lograrlo. #JuntosTodoEsPosible pic.twitter.com/SvmdbcPYbI
— Cilia Flores (@ConCiliaFlores) December 16, 2018
Flores invitó a las familias venezolanas a disfrutar de las luces navideñas dispuestas por Caracas, al mismo tiempo en que el resto del país enfrenta cientos de apagones diarios y fallas constantes en los servicios públicos. Además, llamó a los ciudadanos a “disfrutar” de la ciudad que hoy en día se encuentra entre las más peligrosas y violentas del mundo. Caracas es hoy una ciudad sucia y triste, en la que las personas miran al suelo, en medio de miles de comercios cerrados.
“No son solo palabras, estos son hechos. Con todo mi amor los invito a que vivamos juntos el resplandor de esta navidad”, concluyó Flores en su inoportuno mensaje navideño.
Las únicas palabras y hechos es que el país suramericano enfrenta una crisis sin precedentes enmarcada en una escasez de alimentos y medicamentos, única en su historia, la hiperinflación más alta del mundo y los salarios más bajos de la región, donde más de cuatro millones de venezolanos huyen de la crisis y se convierten en refugiados alrededor del mundo.
Hablar de “navidad” en Venezuela es una utopía tras una crisis que ha acabado con el ánimo de los venezolanos en época decembrina, sobre todo en medio de una incertidumbre que impide a los venezolanos disfrutar de las fiestas.
En materia económica, por ejemplo, los venezolanos no tienen nada que celebrar. En el país gobernado por Maduro cerraron más de 10.000 empresas en dos décadas y el 42 % de los empresarios venezolanos cree que operará en el país solo un año más, una situación que pone en jaque y al borde del colapso a lo que queda del sector empresarial.
A esto se suma que Venezuela se encuentra en su nivel más bajo de producción petrolera, con los más bajos precios del barril de crudo. La hiperinflación, por su parte, no se detiene; según los estudios del FMI, alcanzará el 1.370.000 % anual, y se disparará al 10.000.000 % en 2019.
En materia política, el país también enfrenta la mayor de las incertidumbres tras la llegada del próximo 10 de enero, fecha en la que Maduro perderá total legitimidad en Venezuela y en el mundo tras robarse las pasadas elecciones presidenciales.
El próximo 10 de enero acaba el período presidencial que empezó en 2013 y empieza un nuevo ciclo de seis años. De acuerdo con la ilegítima Asamblea Constituyente, ese día Maduro asumirá el poder una vez más tras haberse robado las elecciones presidenciales.
Ante la proximidad de la fecha, los gobiernos democráticos del mundo preparan acciones conjuntas para presionar aún más a la dictadura.
Pero a todo esto hay que sumarle el histórico éxodo, ocasionado por la crisis venezolana, a tal punto de que ACNUR lanza un plan de emergencia para refugiados e inmigrantes de Venezuela.
La ONU prevé que la cifra de migrantes y refugiados que sale de Venezuela siga constante durante los próximos doce meses, y estima que a finales de 2019 habrá casi 5,4 millones de venezolanos repartidos por la región de América Latina y el Caribe.
El informe estima que hay 3,3 millones de migrantes y refugiados venezolanos en América Latina y el Caribe, en su mayoría en Colombia y Perú, después de en 2018 se haya acelerado el éxodo, con una cifra de 5.500 venezolanos que abandonan su país diariamente.
Al final, ni Cilia Flores ni Nicolás Maduro pueden desear una “feliz navidad” a los venezolanos que día a día enfrentan una crisis humanitaria que está acabando con la vida y la felicidad de miles de familias, ocasionada por su predecesor, Hugo Chávez, y que ellos han perpetuado.