Las sanciones internacionales han mermado, las declaraciones en contra de la dictadura también, y en Venezuela los ciudadanos se sienten “desamparados” con una oposición sin rumbo.
Ante la profundización de la crisis en Venezuela y el aumento de la migración de venezolanos pareciera que los países de la región han decidido atender como prioridad la recepción de los miles de ciudadanos que huyen de la nación gobernada por Nicolás Maduro.
PanAm Post entrevistó a Mariano De Alba, especialista en derecho internacional e internacionalista, quien señaló qué condiciones deben darse en Venezuela para que exista una intervención humanitaria.
¿Cree que los ojos del mundo han cambiado, y que la lucha ahora es solucionar la migración masiva de venezolanos?
Si se percibe especial atención al tema de la migración venezolana en otros países, es porque esa situación se ha convertido en un problema ya de los otros países y, por ende, sus gobiernos tienen la responsabilidad de resolverla.
No creo que los ojos del mundo hayan cambiado. La grave crisis que vive Venezuela sigue siendo vista con enorme preocupación en todo el mundo, y especialmente por los países democráticos de América y Europa.
El problema está en que, desde el punto de vista de los venezolanos, ha calado en numerosos sectores la idea errónea de que la comunidad internacional puede resolver la tragedia que estamos viviendo. Sin embargo, la comunidad internacional puede ayudar, puede presionar, pero al final no hay sustituto para la presión interna y para la enorme tarea que tenemos por delante los venezolanos, que es recuperar la democracia y un país que ha sido destruido.
Además, la presión internacional tiene fases de mayor y menor apogeo, casi siempre como consecuencia de lo que sucede internamente.
En fin, los venezolanos no debemos pensar o esperar que la comunidad internacional resuelva la crisis. Hay que definir una estrategia, hacer el mayor esfuerzo y pedir el apoyo de la comunidad internacional, cuyo margen de acción es limitado sin presión interna. #Venezuela
— Mariano de Alba (@marianodealba) July 21, 2018
No creo que la atención sobre la migración excluya la atención sobre la situación en Venezuela. Más bien, los gobiernos que están sufriendo los efectos de la migración saben que la solución de fondo es que cambie la situación en Venezuela y empiece a recuperarse el país. En definitiva, el problema es que la comunidad internacional es un ingrediente crucial, pero no el único que debe estar presente para que la situación actual cambie. La responsabilidad primordial sigue siendo de los venezolanos, aunque con razón sintamos que no tenemos forma de cambiar las cosas.
¿Ha notado la comunidad internacional que no existe presión interna suficiente para un cambio en Venezuela?, ¿se están dando por vencidos tanto afuera como adentro?
Sí. La comunidad internacional lo ha notado y se observa en declaraciones explícitas de algunos cancilleres como los de Argentina y Chile, quienes han sido países protagonistas en la presión diplomática al régimen de Nicolás Maduro.
Pero afuera no se ha dado nadie por vencido, más bien cada vez hay mayor consciencia en los gobiernos democráticos de Occidente de que la presión internacional es fundamental y que Venezuela va a requerir un nivel sin precedentes de ayuda internacional para reconstruirse y volver a ser un país estable.
Asimismo, cada día crece la coordinación entre los venezolanos en el exilio —quizás no a la velocidad deseada—, hay deseo de unir fuerzas para algún día poder volver y ayudar a reconstruir el país.
Se habla de que una solución sería una intervención humanitaria, ¿qué escenario se necesita para que eso se dé y por qué no se ha dado?
Una intervención humanitaria significa una intervención de otros países con el uso de la fuerza militar para tratar de cambiar la situación política en el país y tratar de ayudar a los millones de venezolanos que están sufriendo o muriendo como consecuencia de la crisis creada por el régimen.
Para que eso se dé no solamente haría falta, por ejemplo, autorización o diversas discusiones del Consejo de Seguridad de la ONU —donde China y Rusia tienen poder de veto—, sino, además, la voluntad de algún país de efectivamente comprometer sus efectivos militares para que desplieguen esa operación.
Eso, al día de hoy, es difícil por la historia de intervenciones extranjeras en la región y el temor internacional de que una operación de ese estilo termine por agravar la situación y por ende impulsar más la migración.
Asimismo, pareciera que incluso luego de una operación de esa naturaleza de tipo exitoso, no está claro quién asumiría las riendas del país y si ese grupo estuviese capacitado para mantener un Gobierno estable.
Así que al día de hoy los gobiernos de la región, incluso EE. UU., no se han planteado realmente una opción de esa naturaleza, aunque tampoco la van a descartar.
Un escenario que haría mucho más probable una intervención de esa naturaleza es si, por ejemplo, el régimen de Maduro se torna agresivo y comienza a agredir a personas o fuerzas militares de otros países, como Colombia. No es una posibilidad descabellada porque ya funcionarios del régimen, como Pedro Carreño, han asomado esa posibilidad.
¿Entonces es necesaria la aprobación de Rusia y China para que se dé una intervención en Venezuela?
Para que sea una intervención legal, sí. Pero hay casos de intervenciones militares sin autorización del Consejo de Seguridad. Pero como ya lo comenté, la comunidad internacional no se está planteando esa opción, sino que quiere ver mayor presión interna.
En su opinión, como venezolano e internacionalista, ¿cuál debería ser la estrategia para que haya un cambio en Venezuela?
Es la gran pregunta de nuestros tiempos, a la que nadie pareciera tener la respuesta. Si uno se atiene a otros casos de transiciones a la democracia y superación de episodios de Estados fallidos, la clave pareciera estar en la unión de los actores en el país que tienen una visión similar sobre cómo enfrentar al régimen y cómo reconstruir el país.
También es clave tratar de quebrar la coalición de Gobierno y conseguir que algunas de las personas que al día de hoy lo sostienen, abandonen ese barco. Para ello va a hacer falta perdonar la comisión de algunos crímenes que se han cometido y definir vías alternativas para que los responsables respondan. Eso es solo el comienzo.
El gran problema es que de la teoría a la práctica hay una buena distancia y al día de hoy no pareciera haber suficiente coordinación de la Venezuela decente para presionar hacia ese camino. Pero si nadie lo hace y nos sentamos a esperar que venga alguien de afuera a resolver, esta tragedia va para largo, con las consecuencias nefastas que eso ya está teniendo para millones de venezolanos.