Nicolás Maduro, el “presidente obrero” que alguna vez manejó un autobús en Venezuela y que a pesar de no contar con estudios universitarios terminó dirigiendo el país petrolero, decidió referirse a los migrantes venezolanos con un tono bastante despectivo. Criticó que quienes dejaron el país prefieran irse a “lavar pocetas” (inodoros) en el exterior.
“Sé de muchos que la propaganda en contra de nuestro país les llenó la mente, se fueron y están arrepentidos. No sabes cuánta gente está lavando pocetas en Miami. ¿Tú te irías a lavar pocetas en Miami? Yo no dejaría mi patria jamás”, expresó Maduro.
A los venezolanos en el exterior y a los gobiernos del mundo les ha quedado claro que Nicolás Maduro no está dispuesto a abandonar el poder; sabe que su destino es terminar tras las rejas. Esta es una de las principales razones por la que los emigrantes efectivamente prefieren dejar sus carreras para iniciar una vida de honrados oficios fuera de su tierra.
El dictador que ha llenado su discurso de supuesto amor a los pobres y de “dignificar el trabajo”, dejó caer su prepotente careta, pues para él pareciera indigno que los venezolanos en busca de calidad de vida decidan trabajar en el exterior con humildad lavando pisos, pocetas, recibiendo órdenes en restaurantes o cantando en las principales calles de América Latina.
Y aunque en la mayoría de los casos salir de Venezuela implica empezar una vida desde cero, lavar pocetas se ha convertido en un sacrificio menor ante la cruda realidad que enfrenta el país suramericano; esto, en una crisis enmarcada en la inflación más alta del mundo, los salarios más bajos de la región, una escasez de alimentos y medicamentos única en la historia, y las elevadas cifras de muertes por violencia e inseguridad.
Salir de Venezuela implica también ayudar a salvar la vida de los familiares que se quedaron, lavar pocetas o cualquier otro oficio, se ha convertido en un medio de rescate que permite a los emigrantes poder enviar remesas a sus seres queridos y ayudarles a poder sobrevivir en plena crisis.
Yo, Sabrina Martín, reportera del PanAm Post, soy testigo de que “lavar pocetas” causa mayor orgullo y gratitud que lo que causa usted, Nicolás Maduro, siendo el presidente de Venezuela.
Mi esposo, Mario Ricardo Escobar, quien en mi país ejerció como periodista deportivo y profesor universitario, hoy trabaja en un restaurante no solo como mesonero, sino limpiando inodoros; su salario y propinas le permiten comprar la comida que en Venezuela no se consigue y los medicamentos que allá escasean. Gracias a su trabajo y al mío podemos alquilar un departamento y soñar con ampliar nuestra familia.
Sin embargo, estamos dispuestos a volver para ayudar a reconstruir nuestro país, pero para eso la “revolución y el socialismo del siglo XXI” deberán abandonar el poder y permitir que en Venezuela haya prosperidad, justicia y democracia.
Respuestas a Maduro: “mejor lavar inodoros y poder alimentar a mi familia”
Pero ante la afirmación de Maduro, PanAm Post permitió que decenas de venezolanos expresen, al igual que yo, su respuesta al mandatario, pues la mayoría de ellos se encuentra en diferentes partes del mundo dispuestos a “lavar pocetas” a cambio de no regresar al país que se ha convertido en uno de los más pobres de América.
Pável Rodríguez, escribió desde Lima: “Señor Nicolás Maduro, el trabajo dignifica y lavando pocetas, pisos, platos y cualquier otra cosa, he podido comprarle pañales a mi hija, cosa que no podía hacer en Venezuela siendo periodista y jefe de información de un periódico”.
Dayana Reverón, desde Buenos Aires: “Es más digno lavar inodoros y poder dar de comer a mi familia, que robar y dejar sin comer a millones de venezolanos”.
He limpiado pocetas toda mi vida, como parte d la disciplina que mi Madre nos enseñó en una casa donde éramos mucho, cuando estudiaba en EEUU y trabajaba para ayudar a pagar mis estudios, cuando no he tenido ayuda en mi casa, allá Maduro y Cilia que se sientan en una poceta sucia
— Esteban Gerbasi (@estebangerbasi) April 4, 2018
Ana María Hernández desde Lima: “Sí, me fui a lavar pocetas, con gusto. Dejé en Venezuela lo que hubiera sido una brillante carrera como periodista cultural en El Universal para ser una persona más del montón, una extranjera en Perú, pero con calidad de vida, seguridad y futuro para mis hijos”.
Luzmeri Romero desde Lima: “Sr. Nicolás Maduro, lamento mucho la condición de Venezuela en sus manos, lo que hizo que tengamos que salir para sobrevivir y ayudar a los que se quedaron. Usted es un inepto y un idiotizador de Venezuela… váyase… y verá como regresamos a reconstruir lo que Chávez y usted destruyeron. Estoy orgullosa de la lucha que también hago fuera de Venezuela”.
Maduro dice que los Venezolanos están fuera del país limpiando pocetas, pero no dice que en Venezuela, gracias a él y su gobierno corrupto los Venezolanos ni siquiera trabajando en la más estudiada de las profesiones puedes llevar comida comida a tu casa.
— Héctor Manrique (@manriquehector) April 4, 2018
Ana María Zambrano desde Ciudad de México: “Mi patria está destruida, por eso la dejé. Volvería cuando ellos no estén y la seguridad, salud, comida, educación y bienestar de mi familia esté garantizada”.
Dulce Parra desde Lima: “Nicolás, la hiperinflación en Venezuela acabó con el estilo de vida de mi familia. Si no se garantiza el derecho a mi dignidad, rompo paradigmas y voy por lo que quiero sin importar el oficio: lavar, trapear, cocinar, son labores que me permiten volver a soñar en libertad y escoger cómo quiero vivir”.
Nos quedó claro que Maduro desprecia a quien limpia sus pocetas.
— LCD (@LuisCarlos) April 4, 2018
Joel David desde México: “Dejé cosas que amaba y que eran ‘cómodas’ para mí. No veía futuro, ni crecimiento laboral y mucho menos la posibilidad de formar una familia o mudarme de mi casa. La inseguridad, el desabastecimiento y la inflación solo eran incertidumbre. La injusticia de un país donde la vida de las personas no vale nada es lo que me hizo correr y dejar lo que amaba”.
Mariana Oviedo desde Lima: “Aquí estoy complacida por tener el trabajo que tengo y porque gracias a él puedo hacer y comer lo que quiero, cosa que en Venezuela no podía hacer ni con una quincena. Lamento todos los días no tener a los míos conmigo, pero desde aquí los ayudo para que puedan vivir con dignidad”.
Igory Santana desde Santiago de Chile: “Sr. “presidente”…eso que usted llama “Publicidad” son el motivo de nuestra huida, lo que hoy nos mantiene lejos, muertos en vida pero a la vez a salvo, esos motivos que nos han hecho preferir lavar baños en cualquier parte antes de permanecer hundidos (…) aunque estemos sembrando las semillas de nuestro futuro en otras tierras, el corazón sigue a la espera de que todo eso termine, para que entonces volvamos a nuestro país con la experiencia necesaria a lavar más que baños hasta dejarlo todo impecable”.
Geremí Álvarez desde Lima: “Lavando pocetas en Miami o en Lima puedo vivir dignamente, con un sueldo básico que me da para vivir y salir adelante, puedo salir a la calle sin correr el riesgo de que me roben o, peor aún, de que me maten por quitarme el celular; pero jamás, léase bien, jamás volvería a ser parte de la destrucción de mi país; agrego además que todo trabajo es honrado”.
Adriana Flores desde Argentina: “Aquí trabajo cuidando abuelitos y después de mucho mi hija pudo, por ejemplo, tomarse un sencillo yogur. Apenas salí de Venezuela ella pudo probar por primera vez una manzana, sí algo tan simple como eso, es un lujo para nosotros los venezolanos. Aquí en Buenos Aires no soy gerente, pero vivo tranquila y mi hija puede crecer en un país donde si se quiere se puede”.