Llegó la semana del diálogo entre el chavismo y la oposición de Venezuela, un cuarto intento en República Dominicana que tiene presuntamente como objetivo lograr en 2018 unas elecciones presidenciales “libres y transparentes”.
Aunque dichas condiciones electorales son las que exige la Constitución, el régimen de Nicolás Maduro ha ignorado cada uno de esos principios, auspiciando y emprendiendo fraude en los últimos y recientes comicios.
Las negociaciones entre ambas partes surgen en medio de controversias políticas, con la bancada opositora en su peor momento y con el chavismo también fraccionado.
Este lunes 27 de noviembre la oposición, encabezada por la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD), presentó la comisión de negociadores que participarán en el proceso de diálogo que iniciará oficialmente este primero de diciembre.
En esta oportunidad y a diferencia de los demás intentos de conversaciones, la oposición presentó a un grupo de venezolanos, entre ellos políticos, gremios y sociedad civil que irán al encuentro con el régimen.
También en esta ocasión, el diálogo contará con observación de seis países; entre ellos Chile, México y Paraguay que han sido duros críticos de la dictadura en Venezuela y son miembros del Grupo de Lima. El resto de las naciones son “amigos” del socialismo: República Dominicana, Bolivia y Nicaragua.
Este lunes el canciller dominicano Miguel Vargas, dijo que “ya están consensuados” los seis puntos principales de la agenda del proceso de diálogo; mientras que la oposición ya anunció cuáles son sus exigencias: elecciones libres y transparentes, que se permita un canal humanitario, que se liberen a los presos políticos y que se reconstituyan las facultades de la Asamblea Nacional.
Estos objetivos de la oposición, son los mismos que se han planteado en todos los intentos de diálogo los cuales el chavismo ha “pisoteado” incumpliendo con los acuerdos asumidos en cada una de las negociaciones pasadas.
¿Quiénes conforman la comisión opositora?
Por primera vez quien anunció la comisión negociadora por parte de la oposición fue un representante de la sociedad civil, que además ha dado una dura batalla contra el régimen; se trata de Jorge Roig, un empresario venezolano que fue presidente de la patronal Fedecámaras.
Roig anunció que la comisión del diálogo de la MUD, estará dividido en dos equipos. En el equipo técnico estarán: Vicente Díaz, exrector del CNE; Simón Calzadilla, diputado de la Asamblea Nacional; Daniel Sierra, abogado; María Eugenia Mosquera, fundadora y directora de Vale TV; Marcela Máspero, coordinadora de la Unión Nacional de Trabajadores; Feliciano Reyna, activista de derechos humanos; Jorge Roig, expresidente de Fedecámaras; Juan Manuel Rafalli, abogado constitucionalista; la psicóloga social y consultora política, Colette Capriles; el economista, Asdrúbal Oliveros y el abogado laboral León Arismendi.
El equipo político estará conformado por: Julio Borges, Eudoro González, Luis Florido, Gustavo Velásquez, Enrique Márquez, Timoteo Zambrano, Luis Aquiles Moreno y Luis Carlos Padilla; todos ellos, miembros de los partidos políticos que conforman la MUD.
Durante la presentación de los negociadores, Roig reconoció que:
“vamos a una negociación con un gobierno sin ninguna credibilidad nacional o internacional, que ha incumplido convenios internacionales en derechos humanos y en materia laboral […] Pero el sufrimiento de nuestro pueblo ya es un grito que clama al cielo y nos obliga, por razones de responsabilidad y humanidad, a intentar todo lo que haya que hacer para ponerle fin”.
¿Qué obligó al régimen a sentarse?
A pesar de que Nicolás Maduro ha afirmado ante Venezuela y el mundo que no liberará a presos políticos y exige sumisión ante la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente chavista; fue la presión internacional lo que puso “contra la pared” al mandatario y a todos sus aliados.
El gobierno va a RD mucho más presionado que en ningun intento de diálogo previo. Requiere flexibilizar sanciones y validar refinanciamiento. La oposición se presenta con poder de negociación derivado de las sanciones y no de su acción politica.
— Luis Vicente Leon (@luisvicenteleon) November 27, 2017
El pasado 16 de noviembre, Maduro confesó que le incomodan las sanciones por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, a tal punto que exigió a la coalición disidente que trabaje para que se levanten dichos castigos.
Maduro y funcionarios del chavismo habían hecho hasta lo imposible para hacer ver que dichas sanciones por parte de Estados Unidos, Canadá y ahora la Unión Europea no les afectaban, pero con la nueva exigencia a la oposición es evidente que las medidas internacionales están logrando frutos y que de alguna manera sirven para presionar al régimen.
La comunidad internacional tiene la opción de continuar presionando al régimen de Nicolás Maduro al observar que las sanciones tienen efecto y que podrían lograr un cambio en Venezuela, pues se han convertido en un modo de “ahogar” al chavismo embargando bienes en el exterior y eliminando sus visas.
Lluvia de críticas
Por tratarse de un cuarto intento de diálogo y tras los abusos por parte del régimen de Nicolás Maduro, los venezolanos han mostrado su inconformidad. Muchos consideran que con estas “nuevas” conversaciones la coalición opositora le “sigue el juego” al régimen para perpetuarlo en el poder; sobretodo porque ya el Ejecutivo ha afirmado que tendrán una duración de al menos un año.
Las críticas no se han hecho esperar; defensores de derechos humanos, periodistas y representantes de la sociedad civil rechazan un “falso diálogo” en el que solo la oposición “dé su brazo torcer” y el chavismo decida no claudicar.
Tal es el caso de la dirigente opositora María Corina Machado, y el expreso político en el exilio Antonio Ledezma, quienes han manifestado su rechazo a las negociaciones.
Los opositores critican que estos diálogos se efectúen en República Dominicana, aseguran que deberían ser en Venezuela y no en un lugar parcializado hacia el chavismo. También critican que no se exija la anulación de la ilégitima Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Aseguran además que “una dictadura no sale del poder por vía electoral”.
Por otra parte, defensores de derechos humanos aseguran que la dirigencia opositora debe exigir primero la liberación de todos los presos políticos antes de ceder y sentarse con la dictadura en otro país. Dicha preocupación no solo fue manifestada por la ONG Foro Penal Venezolano, sino también por el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
Tal es la oposición a este diálogo por su tendencia al fracaso que hasta el canciller peruano, Ricardo Luna, cuestionó la MUD por sentarse a conversar con el chavismo.
“Yo no me siento en condiciones de recomendar nada a la oposición, pero si yo fuera venezolano, no iría al diálogo […] un diálogo como el que se desarrolla, bajo las condiciones actuales, solo puede ser manipulado por el régimen chavista”
Una posición similar ha mantenido Almagro en su lucha por recuperar la democracia en Venezuela; el principal representante de la OEA ha exigido que la nueva negociación no se base en el “reparto de poder”, sino en “la redemocratización del país”.
Diálogo q reconozca la Constituyente va simplemente contra la Constitución vigente en el territorio nacional.
— Leopoldo Castillo (@elcitizen) November 28, 2017
Increíble que algunas personas, que dicen representarnos, pretendan negociar un canal humanitario en vez de exigirlo como garantía para el diálogo en República Dominicana.
— Daniel Blanco (@DanielBlancoPaz) November 28, 2017
Pero así como existen críticas, también hay quiénes apoyan un diálogo para salir de la crisis, aseguran que no hay modo de salir del socialismo y de la dictadura si no es por la vía democrática.
Puede haber un mayor acto de egoísmo con los compatriotas que los anti Mud ligando para que el grupo de excelente negociadores de la oposición le vaya mal Dominicana?
— Blanca Vera Azaf (@bevavera) November 28, 2017
4 excelentes personas y mejores profesionales. A apoyarlos. Excelente representación. https://t.co/z5SZ9s3249
— Luis Oliveros (@luisoliveros13) November 27, 2017
¿Cuál es la salida?
Luego de las pasadas elecciones regionales donde el régimen de Nicolás Maduro y el Consejo Nacional Electoral (CNE) emplearon un descarado fraude para lograr la victoria en dichos comicios; la oposición quedó fracturada y debilitada tras apoyar unas votaciones que desde un principio planteaban un panorama ilícito e irregular.
Antes y después de dichas elecciones salieron a relucir opiniones sobre cuál debe ser el modo para salir de la dictadura en Venezuela. Por un lado, existe una oposición calificada como “radical” pero que ya está cansada de los mismos modos de actuar de la MUD que no han traído buenos resultados.
Esta oposición considera que el único modo de que el chavismo abandone el poder es a través de la presión internacional; más sanciones, y detenciones de funcionarios del oficialismo fuera de las fronteras del país suramericano.
Adentro de ese grupo urgido por salir de la crisis en la que está sumida Venezuela, están quienes consideran que el diálogo solo mantendrá al chavismo en el poder, pues aseguran que Nicolás Maduro y su “equipo” no acuden a las conversaciones con buena voluntad y que su única intención es mantenerse en la Presidencia de Venezuela para seguir ejecutando sus fechorías: corrupción, lavado de dinero, narcotráfico y violación a derechos humanos.
Para esta oposición, es necesaria una intervención militar. Ya sea un levantamiento por parte de la Fuerza Armada, o la ayuda internacional que detenga a todos y cada uno de los protagonistas de la dictadura.
Pero además están quienes consideran que el diálogo puede servir, pero si se ejecuta de otra manera. La dirigente opositora María Corina Machado y el expreso político Antonio Ledezma, forman parte de la coalición #SoyVenezuela; una organización formada por pocos políticos y más representantes de la sociedad civil.
Para dicha organización la salida debe estar enmarcada en hacer cumplir la Constitución: exigir antes de iniciar un diálogo que el chavismo anule la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y la liberación de todos los presos políticos.
Asimismo consideran que las conversaciones deben enfocarse en lograr la salida de Nicolás Maduro del poder, tras más de 18 años de socialismo que ha llevado al país suramericano a la miseria.
Para #SoyVenezuela debe existir diálogo, pero con ese propósito claro, y al mismo tiempo debe existir mayor presión internacional con la ejecución de sanciones.
La organización exige además que se cumpla el mandato del plebiscito opositor del pasado 16 de julio: nombrar nuevos rectores del CNE, y un gobierno de transición, luego de que la misma Asamblea Nacional declarara la ausencia de Nicolás Maduro tras el incumplimiento de sus funciones.
Pero esto último podría acarrear la detención y persecución de quienes accedan a formar parte de ese CNE y de ese gobierno de transición, tal y como sucedió con el Tribunal Supremo de Justicia nombrado por la oposición; hoy la mayoría de sus miembros se encuentran en el exilio.
Cabe destacar que quienes están a favor de este cuarto intento de diálogo consideran que la salida debe ser la más pacífica; la que no implique mayor cantidad de presos políticos y que sea negociada. Quienes están esperanzados con estas nuevas negociaciones aseguran que el chavismo busca mantenerse en el poder y que como ese es el caso hay que buscar el modo de lograr acuerdos que lo hagan ceder. El objetivo de este grupo que respalda el nuevo diálogo aún cree en que la salida de la dictadura debe ser electoral.
Antecedentes y consecuencias de diálogos fallidos
En enero de 2017 la oposición venezolana aseguró que no participaría más en la conversaciones si el régimen no cumplía con los compromisos adquiridos; entre ellos la liberación de presos políticos, la aceptación de ayuda humanitaria y la presentación de un calendario electoral. Sin embargo, la dictadura no ha cumplido, y pese a ello la MUD ha cedido por cuarta vez.
El incumplimiento de los acuerdos por parte de Nicolás Maduro hizo expulsar hasta al Vaticano de las conversaciones; ese mismo mes, el papa Francisco tomó la decisión de no enviar, hasta nuevo aviso, a su delegado internacional para participar en el diálogo que inició en 2016. Claudio María Celli, representante de la Iglesia católica en la mesa de diálogo, no viajaría más a Venezuela.
Y es que para Venezuela ha sido un “dolor de cabeza” cada intento de diálogo con el chavismo; es allí donde los presos políticos son usados como “fichas de ajedrez”; liberan a algunos y apresan a otros más.
Con los pasados intentos de negociación, solo se multiplicaron los presos de consciencia, la crisis humanitaria se agravó aún más, y la oposición quedó expuesta ante el mundo. Mientras más cedía, más se fortalecía el chavismo.
Entre diálogo y diálogo, la oposición optó por un referendo revocatorio que no tuvo éxito porque fue desmontado inconstitucionalmente por la dictadura; en vez de exigir a toda costa que se ejecutara, la MUD lo dejó pasar.
Lo mismo sucedió con una prometida marcha al palacio presidencial de Miraflores, una manifestación exigida por el pueblo para presionar aún más al régimen de Maduro, y sin embargo la misma MUD decidió posponerla bajo la excusa de un nuevo intento de diálogo con la participación del Vaticano.
La dictadura no cedió, el Vaticano se paró de la mesa y la dirigencia nuevamente fue humillada como se esperaba.
Luego de ello y con el paso de los meses, tras ese intento fallido de dialogar, la población venezolana salió a las calles descontenta, a la que se sumó una vez más la dirigencia opositora; luego de cuatro meses de manifestaciones y la brutal represión que dejó como consecuencia más de 100 venezolanos fallecidos, surgió la necesidad de otras alternativas más radicales.
De allí, la celebración de un plebiscito en el que, primero, se rechazaría la Constituyente; segundo, se daría una exigencia a los militares; y tercero, un mandato a la Asamblea Nacional con la conformación de un Gobierno de unidad nacional a través de la renovación de los Poderes; y, además, una vez “Hora Cero” que nunca llegó.
El mandato de la población nunca se ejecutó: la ilegítima Constituyente sigue vigente y en este cuarto diálogo la oposición no exige su derogación; los militares no cumplieron con el resultado del plebiscito, y por último la renovación de Poderes se dio a medias. La Asamblea Nacional nombró a nuevos magistrados del TSJ que terminaron en el exilio y ahí acabó. No hubo gobierno de transición y nunca se supo qué pasaría y cuál sería la reacción internacional.
Ahora, este viernes primero de diciembre inicia oficialmente un nuevo diálogo bajo la premisa de seguir sumisos ante el chavismo; y quedan al aire dos preguntas: ¿Busca la MUD relegitimarse ante los venezolanos con las nuevas negociaciones?¿La coalición opositora le sigue “el juego” al régimen al retrasar más sanciones contra el chavismo por parte de la Unión Europea?