Tras el accidente aéreo ocurrido este lunes 28 de noviembre en el cual fallecieron 75 personas entre ellos, jugadores del Chapecoense, periodistas, directivos y miembros del cuerpo técnico del equipo de fútbol; surgen algunas dudas y revelaciones sobre el origen de la aerolínea LAMIA.
LAMIA (Línea Aérea Mérida Internacional de Aviación, Compañía Anónima) es una pequeña aerolínea con capital venezolano con origen en el estado de Mérida, aunque opera desde Bolivia.
Lamia se había convertido en la aerolínea más accesible en cuanto a charters se refiere para clubes y selecciones en Sudamérica.
El Atlético Nacional, equipo al que se iba a enfrentar en la Copa Sudamericana el Chapecoense, también había volado este año con esta aerolínea. Este mes de noviembre, la selección argentina también usó este mismo avión para viajar de Buenos Aires a Belo Horizonte, y posteriormente a San Juan para competir en dos partidos. Leonel Messi y Javier Mascherano estaban entre los pasajeros.
Según el diario deportivo Marca, el avión de LAMIA no pudo partir desde Sao Paulo por impedimentos legales, según aclaró la Agencia Nacional de Aviación Civil (ANAC) de Brasil.
El comunicado agrega que el club “fue avisado de esa negativa” y de que “la operación sólo podría ser hecha por una empresa brasileña o colombiana”. Aún así, frente a esa situación, el Chapecoense optó por mantener el vuelo con la empresa venezolana que opera desde Bolivia, pues es una empresa “experta” en traslado de equipos profesionales de fútbol.
Irregularidades por “doquier”
La empresa fue fundada en 2009 por el gobernador chavista de Mérida para ese entonces Marcos Díaz Orellana.
Su actividad comercial actual pasa por programar vuelos charters no regulares desde el aeropuerto Alberto Carnevali en Mérida (Venezuela) y funciona también como “pequeño operador” en Bolivia, desde donde partió el avión accidentado.
LAMIA se ha especializado en el traslado de equipos de fútbol, pero detrás de su creación existe una fuerte vinculación política con el chavismo y las relaciones comerciales entre China y Venezuela. Además es un “misterio” sus operaciones en el país suramericano.
En 2010 cuando LAMIA aterrizó por primera vez, fue en el estado Mérida; el mismo gobernador Díaz Orellana declaró que la aeronave que lleva por nombre ‘El Merideño’, fue la primera de un total de 12 unidades con las que iniciaría operaciones gracias a un convenio con la República de China. Doce unidades que supuestamente ya estaban ensambladas y en fase de certificación.
“Ya los aviones están ensamblados y en este momento se encuentran en la fase de certificación; llegarán a Venezuela para finales del mes de septiembre, y serán evaluadas según las normativas, a través del Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (Inac)”, expresó el Gobernador.
En esa oportunidad Díaz Orellana señaló a medios regionales que contaba con más de USD$ 5 millones para la adquisición de las aeronaves. “Estamos hablando de un estimado de USD$ 170 millones, los cuales se utilizarán en el equipamiento y en la contratación de personal”, puntualizó.
Ya en 2014 el dirigente de Trujillanos Camino al Progreso, Humberto Araujo, había advertido presuntas irregularidades con la aerolínea; pues para ese año aún las supuestas 12 unidades no habían levantado vuelo.
“LAMIA recibió su primer avión, un ATR – 72 212A en agosto de 2009; sin embargo, dada la falta de permiso, el avión fue devuelto a su arrendador, abandonándose el proyecto inicial de la aerolínea”; aseveró el dirigente al diario regional Los Andes.
En esa oportunidad el dirigente detalló que los gobernadores chavistas de Mérida, Nueva Esparta y Bolívar, Marcos Díaz Orellana, Mata Figueroa y Francisco Rangel Gómez, respectivamente, asumieron la propiedad de la empresa.
“Lo irónico del caso es que ninguno de sus aviones durante todo este tiempo ha levantado vuelo con pasajeros en los estados nombrados”, aseveró.
“Aeropuerto fantasma”
La aerolínea programa vuelos desde el aeropuerto Alberto Carnevali en Mérida, pero es una plaza que tiene más de dos años sin operar; y cinco años después de creada Lamia siguió sin ofrecer sus servicios desde allí.
El pasado 21 de agosto de 2015, el diputado opositor Williams Dávila denunció que ese aeropuerto “quedó para uso privado de jerarcas del gobierno”.
“El aeropuerto quedó como un club privado […] como un aeroclub para los burócratas del alto gobierno, sus contratistas y demás élites del socialismo de cuartel de este régimen que lo utilizan para sus aviones privados de lujo para sentar sus posaderas en Mérida y sacarle el jugo al presupuesto del estado en contrataciones y negocios”; dijo Dávila.
El piloto: supuesto dueño
El misterio continua: según reportes de medios internacionales, el piloto del avión siniestrado también figura como dueño de la aerolínea. No es común ver que el propietario de una empresa de ese tipo sea el mismo que maneja el avión.
Reporta Marca que el piloto del avión era el dueño de la aerolínea venezolana. El medio asegura que era el único avión de los tres que posee la compañía que podía volar, pues las otras dos aeronaves con capital venezolano y que opera desde Bolivia estaban en reparación.
Con el pasar de los años y tras este aparatoso accidente las preguntas que quedaron en el aire fueron: ¿A dónde se destinó todo ese dinero?; ¿En dónde quedaron esos supuestos 12 aviones que ya estaban ensamblados y en fase de certificación y que fueron obtenidos con el convenio China-Venezuela?.
¿Qué pasó con el vuelo?
En un artículo redactado por Christine Negroni para Forbes, el BAe 146, también conocido como Avro RJ, tenía 17 años de antiguedad y había sido adquirido por LAMIA junto con otras aeronaves de similar antigüedad.
Dicha aeronave tiene un rango de vuelo de 2.000 millas y el trayecto entre Santa Cruz y Medellín era de 1.800 millas, al borde de su límite operacional.
A medida que el avión llegaba a Medellín, la tripulación reportó problemas eléctricos según medios locales, lo cual refuerza la hipótesis que la aeronave se precipitó por falta de combustible.
La falta de combustible ha sido la causa de accidentes aéreos en más de una docena de casos, como la caída del Boeing 707 de Avianca en 1990 en Nueva York.