El magistrado Ricardo Lewandowski se ha jubilado al haber cumplido con la edad reglamentaria para ello (75 años) y ahora queda un puesto libre en el Supremo Tribunal Federal (STF) brasileño. Le corresponde al presidente de la República nominar un candidato al Senado, para que este realice el procedimiento de ley aprobándolo o rechazándolo.
Lula da Silva había dicho en su campaña presidencial que había que acabar con esa tendencia a nombrar miembros de la militancia y del entorno personal del presidente para magistrados del STF, por lo que se comprometía a nominar al nuevo magistrado basado en su trayectoria profesional y sus realizaciones personales. Sin embargo, el presidente ha nominado a Cristiano Zanin, quien ha sido su abogado personal. Se necesitan 41 votos de 81 senadores para conseguir la aprobación.
Nominar al abogado personal ha despertado el rechazo de los senadores de la oposición, sin la posibilidad aún visible, de que se amplie su mayoría con los votos del centro para que no pase la aprobación. Ya el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, ha manifestado públicamente que esta candidatura no conseguiría mayores obstáculos.
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Esta candidatura generaría un contrapeso al poder que ha conseguido acumular y ejercer el magistrado Alexandre de Moraes, más cercano al vicepresidente Geraldo Alckmin, el cual ha sido determinante en procesos a favor de la censura y la persecución política desde el gobierno Bolsonaro.
Con esta decisión, Lula suma a la ola de rechazos que ya despertó la reciente visita del tirano Nicolás Maduro a Brasil, un rechazo en el que la oposición y varios sectores de la izquierda se unieron por primera vez en su contra. Vale que analicemos un poco la situación actual en la que se encuentra su gobierno.
Lejos de que se encuentre un gobierno fuerte y estable, la situación es de estancamiento y esto se expresa en la economía y en la dinámica entre los Poderes del Estado. No hay una unidad interna por lo que algunas alianzas comienzan a dar un paso atrás y Lula parece enfocarse en la política internacional con Celso Amorim como Asesor Especial Presidencial para Asuntos Internacionales y Mauro Vieira como canciller.
Este trío intenta posicionar el liderazgo de Lula para el cumplimiento del objetivo de la revolución, sabiendo que el tiempo no les es eterno y que sólo ellos están comprometidos con lo que consideran es la misión de sus vidas: debilitar a los Estados Unidos y a Occidente como los conocemos. Lula sabe que es su última vez para lograrlo. Los asuntos internacionales parecen tener más importancia que el aumento de la pobreza y el desempleo, así como el crecimiento de los índices de deforestación de manera alarmante en el Amazonas.
En cualquier caso, esta tendencia hacia el debilitamiento interno y de la toma de decisiones radicales, como la de nominar a Zanin, han abierto el debate sobre una posible sucesión anticipada en la que Alckmin asuma el mando: el PT al no lograr la unidad interna, crea más incentivos para que la oposición tenga mayor capacidad de acuerdos con la centro izquierda y transiten juntos hacia lo que sería un nuevo proceso de destitución.
En Brasil no han sido pocos los momentos en los que un Presidente no termina su periodo y entrega el mando a su vicepresidente:
- 1891: el Presidente Deodoro da Fonseca renuncia y entrega el poder para Floriano Peixoto.
- 1961: el Presidente Jânio Quadros renuncia y deja el poder en manos de João de Goulart.
- 1992: el Presidente Fernando Collor de Melo renuncia e Itamar Franco asume el poder.
- 2016: Dilma Rousseff sale del poder por impeachment y asume Michel Temer.
¿Estaremos ante el preludio de lo que sería la 5ta vez que esto ocurre en Brasil? Rodrigo Pacheco consiguió la reelección a la presidencia del Senado con 49 votos frente a 32 de la oposición. Aún queda por ver si esta composición ha cambiado o si se ha fortalecido en estos primeros 6 meses del gobierno Lula.