El chavismo llegó con votos hace 24 años y desde entonces ha implementado el uso de la violencia para mantenerse. Pero todo esto no ocurrió de la noche a la mañana: todo esto ocurrió con una oposición que no ha cambiado mucho durante más de dos décadas. Podemos aplicar para Venezuela lo que muy bien explicó el profesor Olavo de Carvalho al referirse al teatro de tijeras: son dos partes de una misma cosa. Por eso abordemos algunos aspectos que determinan por qué este grupo no puede ser una referencia de lucha para la oposición en Brasil.
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Tenemos que comenzar recordando que Juan Guaidó era reconocido como el presidente interino desde 2019, el mismo año que por cierto comenzaba el gobierno del presidente Jair Bolsonaro. A pesar de que recomendamos al gobierno de Brasil no precipitarse con el reconocimiento de esta agenda política venezolana, llevada adelante por actores políticos de poca confiabilidad para los venezolanos, el gobierno de Brasil no tuvo otra opción que reconocerlo: la presión del gobierno de Estados Unidos y la OEA jugaron un papel importante en esta decisión.
Ahora bien, estamos en 2023 y esa misma oposición ha disuelto ese gobierno interino y por ende, Guaidó no es más el presidente de Venezuela reconocido a nivel internacional. Los argumentos de los partidos que lo acompañan es que “fracasó” en su objetivo de sacar a Nicolás Maduro; sin embargo, esos mismos partidos se llenaron los bolsillos de dinero y ahora se señalan unos a otros ante la opinión pública venezolana y extranjera. Es una vergüenza esa falsa oposición para nosotros, los venezolanos. Ahora reconocen a Maduro como presidente de Venezuela, su Asamblea Nacional y su Tribunal Supremo de Justicia. Venezuela en este momento no tiene una oposición legitimada por el voto de la gente.
Pero ¿Por qué esa oposición venezolana no es un ejemplo para la oposición brasileña que ahora tiene que enfrentar al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, por cierto aliado de Maduro? Veamos:
- Ideológicamente no son opuestos al chavismo. Esa oposición es de izquierda fabiana, socialdemócrata, por lo que una posición de derecha, conservadora, ellos la catalogan como fascista o radical, de la misma forma que lo hace el chavismo. Esta cercanía hace que el chavismo pueda corromper a esos “opositores” fácilmente sin que exista una condena moral entre sus seguidores, al final para ellos lo más importante no es ni Dios, ni la Patria, ni la familia, sino sus cuentas bancarias personales.
- No tienen un programa político definido. Esos partidos políticos no tienen un proyecto para gobernar a Venezuela, por lo que no es posible imaginar cómo sería el país si ellos lo gobernaran. Luego de la experiencia fracasada del gobierno interino, se demostró que esa oposición es tan ruin como el chavismo para gobernar.
- No tienen una agenda política consistente y coherente. Durante más de dos décadas han comenzado una y otra vez las iniciativas políticas para enfrentar al chavismo, mientras que el chavismo se planteó un proyecto de poder a largo plazo. Es decir, la estrategia de esa oposición siempre ha sido la improvisación y el constante comenzar de nuevo.
- Confunden a la comunidad internacional. Ante el fracaso del gobierno interino, la lucha de los venezolanos ha quedado a la deriva según la reconocían los gobiernos democráticos, haciendo que poco a poco y sin mucho entusiasmo, estos transiten hacia el reconocimiento paulatino de Maduro. Esto desfavorece considerablemente a los venezolanos, pues ahora vemos más lejos la posibilidad de vivir en libertad.
- No invierten en formación, educación ni cultura. Esa oposición menosprecia el conocimiento y por lo tanto no considera valioso el proceso de transmisión de la cultura entre los venezolanos de una generación a otra. No existen iniciativas para el cultivo del pensamiento y la educación política de los jóvenes, por lo que cada vez hay menos jóvenes participando de la política y por lo tanto más posibilidades para el chavismo desplegar su aparato de propaganda entre ellos.
En conclusión, la oposición brasileña tiene potencialmente más posibilidades de éxito para enfrentar el gobierno de Lula desde la política, que la oposición venezolana enfrentando al chavismo. ¿Por qué aseguro esto? Porque luego de 6 años conviviendo políticamente con políticos brasileños, puedo ver que:
- Existe una base que articula a la derecha, conservadora, desde los valores. Independientemente de los líderes, los partidos o movimientos sociales, todos parten de la defensa de Dios, la patria y la familia. Llenaron de significado político estas banderas que representan las prioridades que los motivan.
- Gracias a que el gobierno de Bolsonaro fue uno bueno, los brasileños pueden comparar que con un gobierno de derecha se vive mejor que con uno de izquierda.
- He visto partidos con una agenda política clara, que además, complementan la agenda de otros partidos políticos de la misma corriente. Lo que deja a disposición múltiples puentes de cooperación entre ellos que pueden ser significativos en los distintos niveles del poder legislativo.
- A pesar de que la derecha no tiene desarrollada una agenda internacional, desde los partidos políticos podrían desarrollarla. Habría que ver qué partidos políticos asumen esta tarea: la derecha brasileña necesita aliados internacionales.
- Tienen una derecha conservadora con iniciativas educativas y culturales que mantienen estimulado en la sociedad los procesos de transmisión de cultura entre generaciones. Esto es muy importante, porque permite que esta fuerza política se mantenga consciente de su rol en la sociedad y tenga a sus seguidores con las herramientas de pensamiento que necesita para hacerlos inmunes al aparato de propaganda izquierdista (medios de comunicación, grandes conglomerados empresariales, Hollywood, artistas e influenciadores en redes sociales, etc)
Ahora queda a los brasileños demostrar que la derecha puede hacer una buena oposición, pues es la primera vez que la izquierda radical y fabiana se encuentran abiertamente unidas en un gobierno. Antes los socialdemócratas eran vistos como la “derecha” y los realmente conservadores eran tachados de “radicales” o “locos”. Ahora, hoy sólo la derecha es la oposición, y en Venezuela todavía tenemos un teatro de tijeras.