
Luego de que el magistrado Alexandre de Moraes multara a la coalición de partidos políticos que apoya al presidente, por realizar un estudio científico que muestra inconsistencias en las urnas electrónicas en la segunda vuelta, los partidos miembros PP y Republicanos ahora rechazan la acción del PL y dicen que fue aislada y que no pasó por consultarles. Como consecuencia, las sanciones impuestas por de Moraes fueron levantadas a esas organizaciones.
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Luego de esta situación, la Fuerza Armada dio aval al presidente de la República como comandante en jefe. Esto elevó las expectativas y aumentaron las convocatorias ciudadanas al frente de los cuarteles en varios estados del país. El presidente Jair Bolsonaro hizo una aparición pública este sábado 26 en la graduación de la promoción Bicentenario de las Águilas Negras, de la Fuerza Armada, pero no realizó discurso alguno, a pesar de que varios diputados federales convocaron al pueblo para acompañarlo.
En este contexto, el magistrado Luis Barroso comentó que “no vale la pena apelar a los cuarteles ni a los extraterrestres”, dejando entre líneas el mensaje de que el Poder Judicial no cederá ante su postura de reconocer la elección como válida y definitiva. Este mensaje, en el contexto brasileño, ha sido considerado como vulgar para ser una declaración de uno de los magistrados del STF.
Por su parte, la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) convocada por ahora 191 firmas de legisladores, avanza. El diputado Marcel Van Hattem ha informado en sus redes sociales que el próximo martes 29 de noviembre se reúne con el presidente del Parlamento para llevar adelante la iniciativa. Lo que mantiene las expectativas de la población respecto a la transparencia del proceso electoral y los resultados definitivos de la elección.
Ante esta situación podemos evaluar dos escenarios posibles.
El primero, en el que una acción del presidente Bolsonaro, en el marco de la Constitución, desconozca el resultado del proceso electoral por las inconsistencias encontradas y de esta forma inicie una nueva etapa del fenómeno político brasileño que puede durar varios años y de continuidad a las políticas de su gobierno, consolidando el crecimiento económico, la prosperidad de la población y aumento de la seguridad ciudadana en el país, pero con las consecuencias políticas que esto pueda implicar.
El segundo, en el que el presidente Bolsonaro, parecido con algunas actitudes al presidente Donald Trump en los Estados Unidos en el año 2020, deje a Lula asumir el poder en menos de 40 días. Esto implicaría un manejo de las expectativas de la población muy significativo, que seguramente marcará un antes y un después en la estructuración y configuración del conservadurismo en Brasil, sobre todo de cara a las elecciones municipales de 2024.
Sea lo que sea que vaya a suceder, la última palabra parece que la tiene el presidente, Jair Bolsonaro.