Abril es para los venezolanos un mes cargado de recuerdos y de emociones provocados por la clase política. Recuerdos que no deben olvidarse, de hechos que hicieron sufrir a millones de familias y que ha dejado, para muchos, daños irreparables. En honor a las víctimas de la clase política, y con la aspiración de que la justicia llegue en algún momento para aliviar estas lesiones, abordemos aspectos a mantener presentes de aquel abril de 2002 y el de 2019.
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11-13 de abril de 2002
En este momento, teníamos a un Chávez consolidando la entrega de Venezuela al castrismo cubano; con la intención de cambiar radicalmente el programa del sistema educativo para adoctrinar a los niños y jóvenes; haciendo 49 decretos leyes con los que desmontaba estructuralmente el sistema político y de gobierno por la instauración del sistema mafioso que aún existe; y desconocía la beligerancia de los sindicatos y los derechos de los trabajadores.
Recordemos de la oposición que:
- Para ese momento los partidos políticos no se recuperaban de la derrota electoral de 1998, por lo tanto la gente no los veía con confianza.
- No existía una coalición unitaria.
- FEDECAMARAS y la CTV, con el Sr. Pedro Carmona y el Sr. Carlos Ortega respectivamente, asumieron el liderazgo político de la población opositora por su integridad y firmeza.
Con la efervescencia que habían despertado las movilizaciones de las madres venezolanas bajo la consigna “con mis hijos no te metas”, y la unión de los descontentos que ocasionaba el avance del autoritarismo chavista, aquel 11 de abril los ciudadanos de Venezuela salieron a las calles para protagonizar la protesta más grande en la historia de Venezuela contra el chavismo. El mayor registro lo tenía hasta entonces aquella protesta cívica que encabezara el entonces rector de la Universidad Central de Venezuela, Francisco Antonio Rísquez, el 14 febrero de 1936 en el Palacio de Miraflores e inmediaciones, que exigía la restitución de las garantías constitucionales, en la que hubo 6 muertos y 150 heridos.
Pues bien, 66 años después, este pueblo salió rumbo a Miraflores con determinación, y en el camino, ya acercándose a su objetivo, el chavismo dio la orden de abrir fuego contra los ciudadanos, acabando con la vida de 19 venezolanos y 120 heridos. Los videos de chavistas disparando a la población en Puente Llaguno, así como los miles de testimonios de ese momento, son el documento histórico que queda al alcance de las nuevas generaciones para corroborar la naturaleza asesina del régimen contra la población venezolana.
Estos acontecimientos condujeron a la renuncia de Chávez, la cual confirma Lucas Rincón Urdaneta con su famosa frase “la cual, aceptó”, y con ello se genera una crisis institucional. El presidente de Fedecámaras, sin esperarlo y sin ambicionarlo, asume el rol de liderar ese gobierno transitorio, con el objetivo de detener el avance de la entrega de Venezuela al castrismo cubano y devolver el hilo constitucional con unas elecciones libres para elegir un nuevo gobierno.
Los partidos, en vez de dotar de legitimidad política esta ruta, decidieron darle la espalda a la única oportunidad que ha existido de poner fin a la revolución bolivariana y prefirieron socavar la legitimidad política del proceso con inacción, omisión y abierto rechazo al gobierno circunstancial que había surgido valientemente para afrontar esta situación. Salieron corriendo del lugar, ruidos de vehículos arrancando a toda velocidad, gritos a las afuera del Palacio de Miraflores, ausencia de respuestas a tantas preguntas, ausencias notables, “preferían a Diosdado”.
El 13 de abril Chávez retorna al poder.
30 de abril de 2019
Ante la juramentación de Juan Guaidó como presidente interino, 60 países dieron su reconocimiento ante el pedido expreso de la Administración Trump de los Estados Unidos y la gestión de la OEA. Enero de 2019 significó una nueva esperanza para muchos venezolanos y la comunidad internacional sobre la salida del régimen de Maduro, continuación del régimen de Chávez.
Pero el 23 de febrero esta iniciativa de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD, coalición de partidos políticos opositores) tuvo el primer revés que le ocasionó una importante pérdida de credibilidad. Juraron entrar por la frontera colombo-venezolana con ayuda humanitaria y, ante la presencia de grupos criminales del chavismo, como los de Puente Llaguno, desistieron de avanzar perdiendo los insumos y el momentum.
Luego de esto, el gobierno interino sorprendió a los venezolanos y a los gobiernos que lo reconocían con la fuga del hasta entonces preso político Leopoldo López y su aparición pública junto a Guaidó en las afueras de la base aérea de La Carlota, en el corazón de Caracas. Era la madrugada del 30 de abril, y allí aseguraron haber tomado control del lugar y llamaron a los venezolanos para que los acompañasen en esa “rebelión” militar.
Pero al pasar las horas se descubrió que la toma de La Carlota no era tal, y que tampoco existió un levantamiento militar significativo. Lo aparatoso de todo este acontecimiento, además de la represión del régimen, fue la declaración de un oficial de los EEUU diciendo que conocían de este hecho y del establecimiento de un gobierno transitorio junto al criminal condenado por la justicia venezolana, Maikel Moreno —presidente del TSJ—, y el chavista radical Vladímir Padrino López, cabeza de la institución militar venezolana.
La situación no duró mucho tiempo. López se refugió en la embajada de España y otros diputados que atendieran el llamado de Guaidó, fueron desde entonces perseguidos y despojados de su inmunidad parlamentaria. Militares y civiles no escaparon de la persecución.
El 1 de mayo Maduro cantó victoria.
Las consecuencias de todos estos acontecimientos, inmediatos o posteriores, han sido los mismos: asesinatos, cárcel, persecución política o exilio. Podemos encontrar las mismas actitudes que llevaron a estos resultados en el liderazgo político de los partidos, en los dos momentos con casi dos décadas de por medio: mentira, desunión, improvisación, ausencia de responsabilidad y una determinación endeble. Mismos actores, mismos resultados.
Una lección que queda para todos los venezolanos es que por más que queramos la salida del chavismo, no podemos crearnos altísimas expectativas con esta sobrestimada clase política, sin una ruta clara, sin determinación y sin el poder para controlar los acontecimientos desde el inicio hasta lograr algún resultado, pues es posible que estos actores conduzcan a nuestra sociedad a un nuevo abril, donde el chavismo de nuevo, se mantenga airoso y totalitario en el poder. No bajemos la guardia y nunca olvidemos sus responsabilidades.