En 2014, Raúl Castro y Barack Obama anunciaron al mundo un “plan para establecer un nuevo curso en las relaciones” entre ambos países. En 2016 Barack Obama visitó Cuba con el objetivo de recomponer las relaciones. Ben Rhodes, en su momento asesor adjunto de seguridad nacional de los Estados Unidos, manifestó que querían “hacer el proceso de normalización irreversible”.
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En septiembre de 2020 el ex secretario de Estado en la administración Obama, John Kerry, dijo sobre Venezuela que si Biden ganaba la presidencia sería positivo porque con sus relaciones, su conocimiento y el historial que tiene de haber participado en la región, se hablaría “de la posibilidad de una nueva asociación en nuestro propio hemisferio” frente al discurso de la administración Trump que, según su criterio, era muy duro pero no hacía nada al respecto.
Demos tan solo un vistazo a algunos de los hitos de la política exterior de la administración Biden: el desastre en Afganistán, la carga de responsabilidad ante la invasión rusa en Ucrania, la relación incomprensible con Argentina, el enriquecimiento de Irán, la paralización de la construcción del oleoducto EEUU-Canadá, y el descuido de la relación Colombia-EEUU. Todo esto en apenas un año y un mes de mandato.
Entonces, es difícil pensar que la serie de decisiones que se tomaran respecto de Venezuela serían el primer caso de éxito de la política exterior Biden-Harris.
La reciente visita de los oficiales del gobierno estadounidense a Caracas, despertó duras reacciones negativas en el Senado de los EEUU. Por los republicanos, podemos destacar la del senador Marco Rubio, y por los demócratas el presidente de la comisión de las relaciones exteriores, Robert Menéndez.
Entendemos que la cárcel injusta de los seis ejecutivos de Citgo es una cuestión que debe resolverse cuanto antes. Caracas ya ha liberado a dos, pero mantiene a los otros cuatro como fichas de negociación, una actitud típica de secuestradores. Sin embargo, portavoces de la administración Biden indican que se abordó también el tema energético y el volver a las negociaciones con la oposición en México. Cabe destacar que es la misma oposición que tanto el chavismo como el gobierno de los EEUU reconocen, sin discusión.
Esta oposición es la que plantea como método de negociación, la justicia transicional. Principalmente la propone Voluntad Popular, el partido de Juan Guaidó. Este método fue el implementado en las negociaciones de La Habana, en la que el gobierno colombiano de Juan Santos y las FARC firmaron un acuerdo de “paz”. Recordemos que, en este encuentro, Venezuela fue garante con la presencia de Nicolás Maduro, cuando era canciller.
Esta oposición, con este chavismo y con este gobierno estadounidense, están alineados para que Venezuela pueda normalizar la situación autoritaria que vive mientras que el mundo va hacia una guerra. ¿Es posible que se levanten las sanciones para vender petróleo a los EEUU? ¿Es posible que ocurra un aumento en el Fondo Especial para la Liberación de Venezuela y Atención de Casos de Riesgo Vital? Existen muchas señales que hacen posible visualizar una respuesta positiva para cada pregunta.
Ahora bien ¿Qué es lo que se normalizaría en Venezuela? Una economía totalmente contraria al libre mercado, un poder judicial y legislativo controlado para cumplir los intereses de la revolución, un sistema electoral anti democrático, una Fuerza Armada vinculada a actividades criminales como lavado de dinero y narcotráfico a la vista de todos sin cuestionamientos, gobiernos regionales y locales con las mínimas condiciones para subsistir sin la posibilidad de cambiar realidades locales, la protección de las narcoguerrillas colombianas, la protección a grupos extremistas islámicos en el territorio, inseguridad personal y jurídica, así como el mantenimiento del estado de destrucción de los servicios públicos.
Mantener toda esta situación, significa para el chavismo la venta de petróleo y aumentar sus ingresos, y para la oposición el financiamiento estable de su status quo. No son los noruegos, los dominicanos, los españoles o el Vaticano: es el gobierno de Estados Unidos el gran facilitador. Todas las señales que podemos evaluar en torno al gobierno de Biden y nuestro país, nos hacen pensar que con una Venezuela sin conflictividad interna que afecte sus intereses ante un contexto de guerra mundial, es muy bueno para ellos, pero ¿Esto es bueno para los venezolanos? Los únicos que pueden ver este proceso de normalización como positivo son los que se benefician de esta situación.
El peligro que representa el presidente Biden para el mundo libre es trascendente. Su política exterior viene dando muestras de que su propósito es revertir el orden mundial de las cosas, donde las democracias deben ceder ante los autoritarismos en nombre del bien común. Los venezolanos debemos esforzarnos en la construcción de una agenda política que apunte en el sentido contrario al autoritarismo, para vivir en Libertad y reunidos nuevamente con nuestras familias.