Black Friday, ese día en que todo es más barato (no en todos los casos). Ese día que muchas personas esperan, ansiosamente, durante todo el año para realizar compras destinadas a regalos navideños o, simplemente, para darse algún capricho (el que puede) con la excusa de ahorrar unos cuantos euros.
Pues sí, hoy, viernes negro, el PSOE arranca su 41 Congreso Federal.
Todo son señales en España…
El problema estriba en que, muy al contrario que el espíritu original del Black Friday, este viernes negro para el PSOE no nos sale nada barato, si tenemos en cuenta el latrocinio permanente al que el partido de Gobierno nos ha acostumbrado, con Pedro Sánchez Pérez-Castejón a la cabeza.
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Y hoy, ese mismo Pedro Sánchez, busca refugio en su reunión de dóciles siervos en plena ofensiva judicial y en medio de la crisis por el ya ex secretario general de los socialistas madrileños, Juan Lobato, que, miren por donde, el mismo día en que se inicia el Congreso, acude a declarar ante el Tribunal Supremo. Una comparecencia que ha generado altas expectativas, habida cuenta de las últimas declaraciones del señor Lobato, en las que, como si fuera un recién llegado al partido, nos contaba a los plebeyos que él es bueno y que, por ser bueno, los malos van a por él. Muy poético, si no fuese porque aquí todo el mundo conoce la tostada y sabe quién es quién. Y ursulinas en el PSOE, ninguna.
Así las cosas, no es descabellado pensar que el nerviosismo sea el estado que reine por encima de cualquier otro en el cónclave socialista, puesto que se temen que Lobato proporcione más munición (si cabe) al Supremo para señalar al todopoderoso presidente Sánchez en la filtración contra Ayuso.
Pero da igual si el señor Lobato tira de la manta o no, porque ese “nerviosismo congresual”, en un país normal, que no se hubiera convertido en el patio de recreo del Cártel de los Soles; tendría que ser tónica habitual con o sin él de por medio, ya que la lista de nombres bajo sospecha en el entorno socialista tiende, cada vez más, a infinito: Santos Cerdán, Álvaro García Ortiz, José Luis Ábalos, Ángel Víctor Torres, Óscar López, Koldo García, Pilar Rodríguez, Carlos Moreno, Cristina Álvarez, Pilar Sánchez Acera, Fernando Grande-Marlaska, Francina (cariño) Armengol, David Sánchez, Miguel Ángel Gallardo… son sólo unos cuantos de esos personajes del criminal vodevil protagonizado por la muy catedrática Begoña Gómez y su esposo.
Muchos de esos personajes estarán hoy presentes en el aquelarre zurdo, una ocasión sin igual para poder rescatar la vieja costumbre que las fuerzas del orden ponían en práctica en los funerales de los mafiosos clásicos, en los que se reunía la flor y nata del hampa organizada. Era entonces cuando, estando todos bien juntitos, se les sacaba una foto para, posteriormente, imprimirla en comisaría, en un tamaño lo suficientemente generoso como para ir tachando caras, conforme iban desfilando uno tras otro hacia el presidio.
Viernes negro, sí… justo un mes después de la gota fría en Valencia. Cientos de muertos, heridos y desaparecidos (nunca sabremos cuántos). Millones en daños, familias arruinadas, empresas arruinadas; secuelas psicológicas que todavía no somos capaces de valorar siquiera y dos denominadores comunes, la indignación hacia una castuza política que ya no es capaz de representar a nadie y la sensación de abandono por parte de las víctimas de una tragedia que poco tiene que ver con un cambio climático y mucho que ver con una dejación de funciones criminal, por parte de aquellos que anteponen la Agenda 2030 a las vidas de, en este caso, los valencianos.
No es de extrañar, por tanto, que a muchos (muchísimos) españoles, les importe entre poco y nada que los socialistas se acaricien, entre ellos, el lomo este fin de semana en Sevilla; más allá de tener una oportunidad para desahogarse profiriendo algún insulto hacia la pantalla de televisión cuando los medios de comunicación hiper subvencionados nos regalen el publirreportaje de turno sobre lo guapo que es nuestro presidente y lo bien que lo miente todo, una vez más.
Y, si algo falla, Pedro siempre tendrá a su disposición a Alberto para salvarle el cuello (metafóricamente hablando). Porque Alberto está obsesionado con hacerse perdonar su propia existencia ante el zurderío patrio, bien sea acudiendo a lamer las botas de Pepe el de la pashmina en el Congreso de comegambas de la UGT, o poniendo buena cara mientras Yolanda Díaz, que no es precisamente el lápiz más afilado del estuche, le insulta sin rubor en su misma cara.
Alguien dirá que los españoles tenemos lo que nos merecemos.
Yo me niego a aceptar que los españoles merecemos una clase política sin ningún tipo de empatía, preparación, liderazgo y capacidad de decisión en momentos cruciales.
Me niego a aceptar que nos merecemos una oposición que no existe y al Gobierno mafioso de la Rosa Nostra.