EnglishHace unos días, caminando de regreso a casa en Guayaquil, Ecuador, se me acercó un hombre con un arma para robarme. “Dame todas tus cosas”, me exigió. “¿Por qué?”, le respondí. Sorprendido por mi respuesta, me gritó: “¡Dame rápido todas tus cosas!”
“Dime qué te he hecho y por qué me robas”, fue mi reacción de nuevo. Luego de eso solo me miró y me dijo que me vaya.
¿Por qué le dije eso? No lo sé. ¿Por qué me dejó ir? Tampoco tengo una respuesta. Lo que sí sé es que detrás de cada ladrón, así como detrás de cada persona, hay toda una historia, seguramente no muy feliz.
Reflexionando un poco sobre el hecho, me puse a pensar qué me hubiese contestado el ladrón a lo último que le dije. Probablemente me hubiera dicho que yo no le hice nada, pero que no tiene trabajo y necesita dinero para pagar la escuela de sus hijos. O que gana muy poco, pero como no estudió, no puede conseguir algo mejor. O tal vez que su esposa está enferma y no le alcanza para comprar los medicamentos que ella necesita.
En cualquier caso, todas las hipotéticas respuestas se relacionan con la falta de oportunidades –y digo falta, no igualdad de oportunidades– y con los problemas a los que todos los ciudadanos nos enfrentamos día a día, mientras que los políticos tratan de convencernos de que todo va bien.
Qué tristeza me da presenciar cómo nuestros gobernantes hacen y deshacen a su conveniencia, mientras gran parte de los ciudadanos no mueven ni un solo dedo para hacer algo
Es triste ver cómo muchos jóvenes universitarios no encuentran trabajo, mientras el Gobierno de Rafael Correa nos llena de propaganda diciendo que la Revolución Ciudadana avanza. Qué pena me da ver cómo los niños siguen pidiendo limosna en las calles, mientras nuestros representantes políticos aprueban leyes que benefician a unos y perjudican a la mayoría con el pretexto del “Buen Vivir”.
Pero sobre todo, qué tristeza me da presenciar cómo nuestros gobernantes hacen y deshacen a su conveniencia, mientras gran parte de los ciudadanos no mueven ni un solo dedo para hacer algo al respecto. En Ecuador, la Corte Constitucional recientemente puso en evidencia su falta de imparcialidad y dio paso a la enmienda constitucional para aprobar la reelección indefinida en el país. ¡Van a permitir que los gobernantes de nuestro país se perpetúen en el poder y no estamos haciendo nada!
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— Corte Constitucional (@CorteConstEcu) November 9, 2014
¿Cómo es posible que nos quedemos de brazos cruzados ante tantos abusos? ¿Cómo es posible que la instituciones en nuestros países brillen por su ausencia, pero los ciudadanos seguimos sentados esperando que las cosas pasen por sí solas? Pensar que los cambios en nuestra sociedad necesita vendrán desde la política no sólo es erróneo, sino que raya en la irresponsabilidad. Los cambios que queremos ver tienen que ser impulsados por nosotros mismos.
Yo quiero vivir en una sociedad más libre, porque eso traerá beneficios y oportunidades para mí, para mis seres queridos, para los jóvenes universitarios desempleados, para los niños en la calle y hasta para el ladrón que decidió no robarme. Y por eso es que seguiré promoviendo las ideas de libertad a todas las personas que estén a mi alcance; y sé que todos aquellos jóvenes quienes forman parte de Estudiantes por la Libertad en América Latina harán lo mismo en sus respectivos países.
A todos los que lean esta historia les pido dos cosas: primero, que en un asalto no reaccionen de la manera en la que yo lo hice, porque si estoy contándoles esta experiencia es por pura suerte. Y segundo, acabemos con esa ignorancia racional de muchos que tanto daño le hace a nuestras sociedades y hagamos que las cosas pasen.