
Eduardo Verástegui organizó junto con Mat Schlapp y su esposa Mercedes el CPAC México 2022 (Conservative Political Action Conference) por primera vez en este país. Esta cumbre se inicia en 1974, pero hasta ahora hemos avanzado de cara a conformar una nueva derecha que nos integre a todos, a todo el continente americano, pero también a Europa e incluso a otras regiones más lejanas.
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En CPAC México hubo gente de muchas decenas de países: Estados Unidos, Argentina, Colombia, Chile, España, Japón, Guatemala, entre otros muchos, y por supuesto, de México.
Tuve oportunidad de participar presentando mi libro “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno”, con muy buena aceptación e interés, ante un público bastante afin.
Estuvieron en esta presentación también mis amigos María Herrera Mellado, abogada española residente en Miami, afiliada al Partido Republicano y enlace de Vox también, y el exdiputado neolonés Carlos Leal, quienes ofrecieron su opinión positiva sobre mi trabajo.
También coordiné un panel con varios líderes de opinión en el que debatimos sobre la derecha en México. Ahí puse sobre la mesa una propuesta de agenda unificada de todas las derechas y el conservadurismo occidental, en 7 puntos, a saber: la defensa de la fe, de la vida, de la familia, de la propiedad privada, de la patria, de las libertades y de los derechos universales.
La conclusión de este panel fue que en México por ahora no hay una derecha bien representada por los partidos políticos. La verdad de las cosas es que tenemos que generar un movimiento conservador, ese que ya somos, pero debemos ampliarlo.
Y un punto muy importante de estrategia es que nuestro movimiento de nueva derecha, ante la situación de no poder fundar un nuevo partido, uno verdaderamente conservador sino hasta pasando las elecciones de 2024, debido a las normas electorales vigentes, debe poder buscar candidaturas en los partidos ya existentes, en el que sea, incluso en los más oficialistas, a condición de que no sean traicionados los valores que defendemos.
Tales diputados o senadores, o regidores, o alcaldes, o lo que fuesen, serán votados por su defensa de nuestros siete puntos de la agenda conservadora, de la contrarrevolución cultural. A los partidos esto les conviene porque necesitan como sea el voto conservador.
En el caso particular de Verástegui, quien fue aclamado como “presidente” por el público en varias ocasiones, y “destapado” de paso por Eduardo Bolsonaro, quien dijo que sería buen candidato, y que además de inteligente era “guapo”, sería, yo insisto, un muy buen candidato ciudadano.
El tema es que los partidos actuales, casi todos, actúan como mafias y no permiten candidatos “externos”, sino que quieren siempre poner a gente de sus filas sólo porque han estado formados en la fila muchos años.
Pero si Verástegui finalmente se decidiera a contender como candidato presidencial (faltan aún casi dos años y él no ha aceptado querer), y lo hiciera ante la cerrazón de los partidos, por la vía independiente, la oposición podría verse fragmentada.
El PAN iría sólo o en alianza con el PRD y acaso con el PRI. Pero ser el candidato de esos dos o tres partidos unidos no suena nada sencillo, porque sus intereses creados podrían no necesariamente coincidir con lo que pide la ciudadanía.
Entonces, punto muy relevante es lo siguiente: más que pensar únicamente en las candidaturas, sean a la presidencia, o a cualquier otro puesto de elección popular, el movimiento conservador debe pensar en el triunfo de la contrarrevolución cultural.
Debemos pensar que los cambios que necesitamos no son sólo electorales. Se necesita cambiar la mentalidad de la gente, y resistir la ola progresista que nos asfixia en todo el continente.
Y esto sólo puede lograrse con años de trabajo, de sangre, sudor y lágrimas, con educación, con formación, con disciplina, con muchos libros, conferencias, pláticas, películas, videos, clases, cursos, y todo un inmenso despliegue de contenidos con valores, en todos los medios disponibles, empezando por las redes sociales, y las universidades.
Tema especial son las universidades, porque se da por hecho que si son públicas son de izquierda como “en automático”, y esto es un absurdo. Si en México, como en todo el continente, hay cerca de 88 % de población cristiana, lo conducente sería que nuestras universidades vivan y manifiesten los valores cristianos, y no su adoración a Marx, que tanto ha penetrado y tanto daño ha hecho. ¿O a quién representan las universidades? ¿A antivalores comunistas?
Justo mientras escribo esto, unos porros con banderas comunistas apostados afuera de la Embajada de Cuba en México golpearon a manifestantes pacíficos que protestaban contra los abusos de la injustificable tiranía castrista. Jóvenes en su mayoría, encapuchados, mientras los palos de sus banderas para golpear, gritan a coro: “Esta calle es de Fidel”.
Orlando Gutiérrez Boronat, líder de la Asamblea de la Resistencia Cubana, el presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos, René Bolio, y Lech Walesa, expresidente de Polonia, encabezaron la manifestación cuando llegaron los porros.
El socialismo se quiere seguir expandiendo y ahora hace ver que las calles mexicanas ya no son territorio de México, sino de un muerto que en vida fue un dictador con 900 millones de dólares de fortuna personal (según Forbes), que mantuvo a su pueblo en la miseria y la persecución política, violador de derechos humanos, como Fidel Castro.
Estos jóvenes o son ignorantes y no saben lo que hacen, o están a sueldo, como es más probable, ya que sus banderitas se ven muy nuevas y se asoma una mano que los apoya financieramente.
Hace unos días, el viernes 18 de noviembre, también un grupo de manifestantes marxistas y con banderas rojas con la hoz y el martillo cerraron el hotel donde tuvo lugar nuestra CPAC México.
Esto hace ver que en México, como en todo el continente, hay dinero sucio usado para la promoción del socialismo, para seguir manipulando a la población, engañando a los jóvenes en las escuelas, en las universidades, haciéndoles ver que el socialismo y el comunismo es algo positivo, y encauzando la rebeldía natural de la edad para convertirlos en unos porros.
Por eso es que necesitamos cerrar filas en toda América y en todo Occidente, y consolidar a la brevedad a nuestro movimiento de derecha, conservador, para poder preservar la libertad y los derechos humanos.
En tanto, el presidente AMLO debe garantizar los derechos humanos en México, pese a que va imponiendo su socialismo blando día a día, y estas muestras porriles contra CPAC en el evento internacional, como en la manifestación en la embajada de Cuba, muestra que la libertad se ha venido deteriorando.
Pero la contrarrevolución cultural, de esencia cristiana, ha de triunfar al final del día, ante ideologías y movimientos de izquierda que llevan a la gente al vacío, al hambre a la ausencia total de libertad, a la cárcel y a la muerte.
Que vengan muchas más reuniones del CPAC en nuestros países. Enhorabuena.