Aunque el término tiene su origen en el siglo XVI, cuando el papa Sixto V creó la figura del “promotor de la fe” para objetar las canonizaciones que se venían multiplicando por cualquier motivo, en la actualidad parece cobrar vigencia el apelativo de “abogado del diablo” que aquel funcionario se ganó, al aparecer ahora el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, intercediendo por las tiranías de la región con el único propósito de elevar a los altares de la democracia a dictadores como Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega.
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El mandatario mexicano ya había abogado por la “inclusión” de todos los gobiernos en la Cumbre de las Américas que se realizará el próximo mes de junio en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, en una clara alusión a los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Pero este martes escaló otro peldaño en su defensa de estas dictaduras al condicionar su participación si no obtiene de Washington una respuesta satisfactoria a su pedido. “Si no se invita a todos va a ir una representación del Gobierno de México, pero no iría yo”, advirtió.
López Obrador aparece entonces, en este momento, como la figura escogida por los bloques regionales de la izquierda, tales como el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, para presionar a Estados Unidos con este pedido que solo busca lavarle la cara a las tiranías que han empobrecido por tantos años a sus pueblos, han cercenado las libertades y han violado sistemáticamente los derechos humanos en su afán por mantenerse aferrados al poder con distintas artimañas. Este es el tema en el que profundizaremos hoy.