El Ministerio de Trabajo de Argentina informó este jueves 28 de julio que entre diciembre de 2015 y mayo de 2016 se eliminaron 52.516 puestos de trabajo en el sector privado.
Un informe oficial del gobierno, que tomó como base los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), destaca que en mayo había 6.164.392 trabajadores registrados en el sector, mientras que en diciembre el registro daba cuenta de 6.216.908.
El informe indica que mayo fue el mes con más caída en el número de trabajadores activos.
El gobierno señala que parte de la caída del número de trabajadores registrados en mayo obedece a factores estacionales, debido a que las empresas reducen su nivel de actividad en esta época del año.
Según el diario argentino La Nación, el último mes con crecimiento había sido octubre de 2015, en el que hubo 6.259.895 puestos formales, 1.174 más que en septiembre.
La comparación interanual registra que entre mayo de 2015 y mayo de 2016 se perdieron 64.694 empleos.
Durante los primeros cinco meses del año el sector de la construcción fue el más golpeado, con la pérdida de 31.063 puestos formales de trabajo.
Según el informe oficial, la industria tuvo una caída de 22.481 empleos durante el mismo período.
Mejores resultados se observan en el mercado laboral. En el rubro enseñanza se crearon 4.893 puestos de trabajo formales; en servicios sociales y salud se crearon 4.117 nuevos empleos; en el rubro comercio, 3.922; intermediación financiera registró 1.903 nuevas plazas de trabajo.
En cuanto a las expectativas de las empresas sobre la evolución de sus dotaciones de personal, el Ministerio de Trabajo señala que el 85% de las firmas no esperan variaciones en sus plantillas para los próximos tres meses.
El 9 de mayo pasado, empresas y cámaras empresariales se comprometieron con el gobierno de Mauricio Macri a no reducir sus plantillas de personal. Esta promesa se dio en el marco de la polémica por la intención de un sector del Congreso de aprobar la ley antidespidos, que finalmente fue vetada por el presidente.
Fuente: La Nación