
En mis épocas de juventud, e incluso de madurez, he pertenecido a varias ONG, a las que abonaba religiosamente las cuotas correspondientes.
Al final me he dado de baja de todas ellas, vista la escasa transparencia -por no decir ninguna-, del destino dado a los fondos captados.
La verdad es que no sé porque se las llama ONG, pues la mayoría son, simplemente, Organizaciones Gubernamentales, que se nutren principalmente del dinero público, y que suelen estar dirigidas por un grupo de listos, que se colocan en nómina, con grandes sueldos, alquilan locales que previamente han adquirido a su nombre particular, enchufan en ellas a sus familiares y amigos, queridas y queridos, etc.
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Y esto que digo es aplicable al 90% de las ONG, y eso como mínimo.
En los siete años y medio de Atila, digo de Zapatero, se nutrió generosamente de dinero público a todas las organizaciones vinculadas al PSOE, a UGT y CC.OO., a ministros y altos cargos, vamos, a “la familia”.
¡Luego llegó la quiebra de España, y la práctica intervención de nuestra economía, pero no se puede tener todo!
Zapatero, que parecía tonto cuando se levantaba, y después todo el día, fue cooperador necesario de la malversación de miles de millones de euros…, ¡pero no pasa nada!
Rajoy le condecoró con las más altas distinciones, como a todo el gobierno socialista, y aquí paz y después gloria.
¡Ahora nos toca robar a nosotros!
Algún supuesto “intelectual” de izquierdas, como Errejón, defendía públicamente la tesis de que había que llenarse los bolsillos, para poder resistir la larga travesía del desierto que se avecinaba…
Que no fue tal, pues al poco tiempo el PSOE volvió al poder.
Con el caso Ábalos, o caso PSOE, hemos visto para qué sirve el dinero que se da a las ONG…
Presuntamente, por supuesto, que Ábalos te pone una querella, o demanda, en menos que canta un gallo, y uno ya tiene una edad para andar todo el día dando vueltas por los juzgados y tribunales.
Hablo de robo, para que me entienda el común de los mortales, pero jurídicamente deberíamos hablar de delitos de malversación de caudales públicos, que en realidad es lo mismo.
Verbigracia: el gobernante recibe el dinero con una mano, y lo transfiere a su otra mano, solo que quien lo recibe no es él, sino una ONG.
El resto, pueden figurárselo…
¿Hay ONG honradas y decentes?
Por supuesto que sí, pero yo no las conozco.
En mi opinión, serían únicamente las que se nutren de fondos privados, de las cuotas de sus socios o patronos, en definitiva del dinero no gubernamental.
Y por eso son las únicas “organizaciones no gubernamentales” reales y verdaderas…