
Corea del Norte es el país más oprimido y sumergido en miseria del mundo. Décadas de sumisión política y auto-aislamiento económico lo han convertido en una verdadera tragedia a nivel social y humanitario.
Su actual dirigente, Kim Jong Un, es un dictador proveniente de una dinastía famosa por autoproclamarse cuasi divinidades terrenales, fomentar indiscriminadamente el culto a su persona, cometer miles de crímenes de la humanidad en contra de sus gobernados, entrenar guerrilleros para otros regímenes del mismo corte ideológico y estar en constante estado de tensión bélica con sus vecinos del sur y el resto del mundo.
El contraste en cuanto a índices de libertades y desarrollo con Corea del Sur es una evidencia demoledora de todos los posibles argumentos perpetrados por aquellos seguidores y defensores de las políticas socialistas/comunistas implementadas en el reprimido país asiático.
El gobierno norcoreano es el más cuestionado y señalado a nivel mundial. Más allá de sus problemas internos (pobreza extrema, represión política, crímenes de la humanidad), su gobierno se encuentra en el ojo del huracán y siendo sancionado por organismos internacionales por sus constantes amenazas bélicas y prácticas con armamento nuclear que ponen en juego la vida de millones y son una constante amenaza a la estabilidad mundial.
Estas actitudes del dictador norcoreano han creado un clima tensión global, por lo que en días recientes el gobierno mexicano declaró como “non grato” a su embajador en nuestro país.
Según informó la Secretaría de Relaciones Exteriores en un comunicado oficial:
“Con esta acción diplomática México expresa al gobierno de Corea del Norte absoluto rechazo a su reciente actividad nuclear, que significa una franca y creciente violación del derecho internacional y representa una grave amenaza para la región asiática y para el mundo”.
Sobre esta decisión se pueden cuestionar muchos aspectos en cuanto a la forma; los protocolos, los tiempos o su manejo político, pero nunca el fondo. Con la expulsión del embajador norcoreano, el gobierno mexicano está mandando un mensaje claro de repudio al gobierno más autoritario y reaccionario del mundo.
Aunque predecible, no deja de sorprender que miembros de MORENA hayan dado muestras de solidaridad para con el embajador norcoreano. ¿Cómo se puede ser solidario con un gobierno que tiene sumergido a su pueblo en la total miseria y al mismo tiempo representa una amenaza nuclear a nivel mundial?
Corea del Norte no tiene prácticamente ningún tipo de relaciones comerciales o colaborativas con México, es decir, no existe ningún interés político real por mantener un status quo en la relación con Corea del Norte más allá de los de corte meramente ideológico, por lo que el mensaje se vuelve aún más claro; en MORENA, igual que en Corea del Norte, creen en la represión para todos aquellos que no profesen sus ideas colectivista y estatistas.
Para otro claro ejemplo de esto basta con ver la forma de conducirse de su eterno líder y aspirante a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien mandó un mensaje contundente a su otrora aliado político Ricardo Monreal, quien ha hecho pública su decisión de separarse de MORENA después de no haber sido elegido como el candidato oficial para la CDMX en 2018, cuando afirmó que:
“…son momentos de definición, no hay término medio, es con el cambio o con el régimen de corrupción, nada más; cambio sí o cambio no, lo demás es -como dicen los jóvenes- puro choro mareador…”.
Es decir, o estás con MORENA y con AMLO o eres parte de la mafia del poder. Si no acatas las decisiones de su líder eres enemigo del país. AMLO no cree en la democracia ni en las instituciones, AMLO, como Kim Jong Un, solo cree en él mismo y cada que tiene oportunidad lo pone de manifiesto.
No definir una postura hacia Corea del Norte y cortar toda relación ideológica con su régimen no es consecuencia de una omisión, sino el reflejo de una realidad ideológica a todas luces evidente. Lo mismo sucede con el caso del gobierno de Venezuela, del que evita emitir una postura clara y crítica yéndose por las ramas cada vez que se le cuestiona al respecto y afirmando que son “respetuosos de los procesos democráticos de terceros”. Eso sí, para criticar a Trump, AMLO se pinta solo.
A los morenistas les hace falta entender que MORENA no es México ni son poseedores absolutos de la verdad y que somos muchos que ya no compramos los cuentos místicos en los que la izquierda más radical nos propone a dictadores y asesinos de la talla de Chávez, Allende, el Che, Maduro, Castro e incluso al mismo Kim Jong Un como ejemplos de líderes políticos a seguir.
La falta de definición de MORENA ante dos de los regímenes más brutales y autoritarios de la actualidad no es más que una transparencia que nos indica cual es su verdadera esencia y motor ideológico.
MORENA se conduce como una secta de fanáticos religiosos; crea ídolos falsos, sus cabecillas toman decisiones unilaterales de manera arbitraria, venden soluciones fáciles, viven lujosamente a costa de los apretados bolsillos de sus creyentes y basan en una sola persona la responsabilidad de definir el camino a seguir del resto.
Nada de esto es de extrañarse y es reflejo de una realidad innegable; MORENA representa la versión más obsoleta y autoritaria de la izquierda latinoamericana.
El problema, más que de nadie más, es de aquellos que insisten en no querer ver en AMLO y sus secuaces el gran peligro que representa en el futuro para la estabilidad y el progreso de nuestro país.