EnglishEn días pasados y durante los juegos olímpicos se generó mucha polémica en torno a los dos máximos astros futbolísticos de la actualidad en Brasil y sus respectivos salarios.
La información que salió a luz e indignó a miles de activistas en redes sociales es que Marta, capitana del equipo brasileño y máxima anotadora en la historia de Brasil (contando el equipo femenino y masculino) tiene un salario anual de US$400,000 mientas que el jugador del Barcelona, Neymar percibe US$14,500,000, sin importar que la primera logre más del doble de anotaciones en promedio por año.
Las voces de la indignación feminista en búsqueda de la igualdad salarial no se hicieron esperar; no fueron pocos quienes señalaron la desigualdad de salarios como consecuencia de una supuesta discriminación basada en el género de los futbolistas y sugerían que una ley para igualar las condiciones laborales y salariales sería una buena medida en términos de justicia y equidad.
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Pero realmente, ¿Neymar gana mucho más que Marta por ser hombre? ¿Es en realidad Marta víctima de un sistema machista que no permite que su gran desempeño futbolístico sea remunerado como debería? Vamos por partes.
En primer lugar no está de más aclarar lo que todos sabemos: los dos jugadores representan lo mejor del fútbol y deben servir como inspiración para los miles de jóvenes que sueñan con algún día destacar y mejorar su realidad mediante el esfuerzo y la superación personal. Ambos crecieron rodeados de pobreza y carencias que hoy en día no son más que un recuerdo lejano debido al gran éxito que han tenido como futbolistas.
Marta gana US$400,000 al año gracias a los acuerdos que tiene con sus patrocinadores y al salario que recibe del equipo en el que juega en Suecia. Es la segunda estrella mejor pagada en el fútbol femenino, solo después de la norteamericana Alex Morgan, quien gana $US 450,000.
Algunas personas afirmaron, sin mucho conocimiento de causa, que Marta ganaba “poco” porque era mujer. Sin embargo no consideraron que Marta gana más que el 99% de los jugadores hombres que juegan en la liga brasileña.
De esta forma podemos empezar a resolver este rompecabezas económico: Marta no gana mal por ser mujer como muchos afirman, de hecho, ella recibe un salario bastante atractivo y que está muy por encima de la media que ganan los jugadores de fútbol masculinos.
Entonces, ¿por qué Marta no gana lo mismo que Neymar?
Esta cuestión tiene su respuesta en la economía de mercado que nada tiene que ver con cuestiones de género. Es decir, nos guste o no, Marta no atrae la misma cantidad de público que Neymar, no vende la misma cantidad de playeras que Neymar, no tiene el mismo impacto mediático para sus patrocinadores que Neymar y mientras ella juega ante un promedio de 1000 espectadores por partido, Neymar lo hace ante 77,000.
Muchas veces es el entorno cultural el que tiene una influencia directa en las decisiones que toman los individuos sobre qué y cuanto consumir y es el que define si nuestro trabajo y nuestras capacidades van a ser más o menos valuadas en el mercado.
Por ejemplo, jugadores de rugby en México o en Brasil están luchando por poder profesionalizar este deporte en sus países, mientras que en Nueva Zelanda son héroes nacionales y símbolo del deporte internacional. Dadas estas circunstancias, si un fenómeno del rugby naciera en uno de estos países donde el deporte no está profesionalizado, tal vez sería una mejor idea que se mudará a la liga neozelandesa en lugar de exigir y pedir leyes que garantizaran un salario acorde a sus capacidades. Es el mercado quien define los salarios de los atletas, no el marco normativo ni mucho menos la discriminación en base a género.
Alex Morgan además de su salario, recibe varios millones productos de convenios con marcas y empresas que desean convertirse en sus patrocinadores. Morgan vende bien, cuida su imagen como deportista y genera empatía con el mercado, por lo que las empresas se disputan el hecho de poder asociar sus marcas a su imagen. Ella también gana mucho más que la mayoría de jugadores hombres que juegan en la liga de fútbol norteamericana.
Un ejemplo a la inversa se presenta en el mundo de la moda, ¿por qué la mejor modelo femenina gana más que el mejor modelo masculino? Gisele Bundchen gana cerca de US$44,000,000 mientras que Sean O´Pry apenas gana US$1,500,000. Esto se debe simple y sencillamente a que Gisele vende más que Sean, no hay ninguna razón de género, e incluso parecería absurdo si un grupo de hombres pretendiera organizarse para protestar y pedir leyes de igualdad de género y salarios en el mundo de la moda.
Algunos pueden argumentar entonces que es el mercado quien se equivoca, que el mercado tiene muchos preconceptos y por tanto está equivocado. Si entendemos al mercado como la suma de millones de decisiones individuales que se toman diariamente, entonces veremos que el tema es cultural y de marketing, no un problema de género.
Si se pretende que Marta gane lo mismo que Neymar y Sean lo mismo que Gisele, es necesario desarrollar productos en los que el mercado esté dispuesto a invertir la misma cantidad por el trabajo de ambos.
Si llevamos la comparación del mundo del fútbol y la moda al mundo empresarial podremos ver cada vez hay más puestos de liderazgo en las grandes empresas ocupados por mujeres; incluso presidentes y varios de los políticos más relevantes alrededor del mundo son mujeres. Nadie podría negar que lo que las ha llevado a estar donde están son su extraordinarias credenciales, sus competencias y sobre todo los grandes resultados que han generado para sus organizaciones, no el hecho de ser mujeres.
Dejemos de ver sexismo y discriminación donde deberíamos ver cuestiones de marketing y competencias. No hacerlo nos puede llevar a cometer grandes errores como la promulgación de leyes inútiles e innecesarias en pro de una supuesta igualdad, la victimización ficticia de grandes grupos de activistas o un resentimiento cultural entre géneros que lejos de traernos beneficios como sociedad terminarán generando conflictos sociales y culturales .