La senadora y secretaria general del Partido Socialista uruguayo, Mónica Xavier, es una fiel representación del socialista, sea en Uruguay o en cualquier parte del globo. Obediente, sigue a su líder, lo defiende, lo enaltece, lo deshumaniza para endiosarlo. Pareciese que Xavier (al igual que el socialista) se refiriese al Krishna cada vez que habla del presidente Tabaré Vázquez.
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La disciplina partidaria, tan virtuosa según los asesinos del individualismo y la libertad, es para ella un valor, un motivo de orgullo y síntoma evidente de virtuosismo.
En su espacio en el portal web Montevideo Portal, publicó una columna bautizada “capitalismo exhausto” que es bien digna de ser analizada, ya que (reitero) perfectamente podría haber sido escrita por cualquier otro socialista, donde sea que se encuentre. Es el discurso eterno e inagotable de quienes pretenden cegar al intelecto haciendo un vil (pero tristemente efectivo) uso de palabrería hueca.
Para muestra, vale su primera oración: “la democracia capitalista no es eficiente para distribuir”. Es necesario entender a qué se referirá Xavier con “democracia capitalista”.
Supongo intenta hacer alusión a la teoría propuesta por Michael Novack en su libro “The Spirit of Democratic Capitalism” de 1982. El capitalismo democrático tiene tres pilares: una economía de mercado (mercado libre), un sistema liberal en cuanto a lo moral y cultural y una política democrática.
Es realmente difícil, por lo tanto, asustarse tanto (y asustar tanto a otros) ante el capitalismo democrático. ¿O será que acaso los términos “libre” o “liberal” son temidos por el socialismo?
Podría resaltarse quizás como punto positivo que es efectivamente cierto que el capitalismo no es eficiente a la hora de distribuir. El capitalismo (un sistema de producción basado en el estado de derecho, en la igualdad de derechos y en la libertad de elegir, de comerciar y de innovar) no pretende dar a los ciudadanos menos privilegiados los restos de una política mega-recaudadora de un Estado fuerte y regulador. El capitalismo pretende que cada individuo sea capaz de desarrollarse como lo que es: un generador de riqueza.
La senadora continúa luego con la misma afirmación catastrófica que vienen haciendo los socialistas desde los años 50: “el sistema capitalista muestra agotamiento en el mundo entero”. Esto es, sin rodeos, una mentira. Los países más libres del mundo (Hong Kong, Suiza, Nueva Zelanda) no sólo son capitalistas, sino que además son altamente exitosos.
Es el socialismo el que muestra “agotamiento en el mundo entero”. Venezuela, por ejemplo, figura en el puesto 154. El socialismo mundial nunca muestra en honestidad sus propios logros, si es que así se les puede llamar. Redistribuyen, sí, la pobreza. No hablan nunca de Stalin, de los Castro, de Chávez o de Maduro.
Mónica Xavier repite luego a los lectores uno de los errores más abismales con los que el socialismo intenta seguir lavando cerebros, y es asociando “capitalismo” con “derechas” (no es nada nuevo que la derecha está condenada a defender los privilegios de quienes auspician el sistema capitalista”).
Ciertas derechas en el mundo han sido más favorables a la libertad de mercados y han tenido políticas fiscales liberales, es cierto. Pero eso no hace a “la derecha” (concepto vacío si los hay) necesariamente capitalistas. Muchas derechas en el mundo entero han impuesto tantas regulaciones como la izquierda y han sido proteccionistas, lo cual dista del capitalismo.
Es del socialismo sacar a relucir “logros en lo social”, y la secretaria del Partido Socialista no es la excepción. “Los derechos que se han hecho realidad tampoco (es poco)”. La izquierda en general se ha abanderado con causas que no son suyas, como la legalización del matrimonio homosexual.
Tan suyas no son, que su máximo referente, Ernesto Guevara, era un homófobo con todas las letras. No es secreto alguno que ejecutó gays a diestra y siniestra.
En el otro lado, nos encontramos con dos de los máximos actuales defensores del capitalismo, Tom G. Palmer y Deirdre McCloskey. El primero, homosexual, recientemente casado y la segunda, economista e historiadora imprescindible de nuestros tiempos, que no siempre fue una mujer.
Después de críticas varias a la oposición (característica autoritaria si las hay) y las infladas al presidente Tabaré Vázquez, Xavier se pronuncia de la siguiente manera “que nadie se embauque con esas mágicas propuestas mercantilistas de las que se ufana la derecha. Esas que dicen son capaces de abrir las puertas al edén capitalista de las cuales no hay ningún ejemplo constatable en la historia universal”.
La senadora vuelve a torcer la realidad, costumbre vieja del socialismo. Sobran los ejemplos del éxito del capitalismo, mientras escasean los que evidencien el éxito del socialismo.
El socialismo (y el comunismo) ha perdido en todos los países en los que se ha implementado. Los deja más pobres, más corruptos y más ignorantes.
Xavier termina su columna con el título de la misma “tampoco pueden caber dudas que hay un capitalismo exhausto”.
No pelearé con la gramática de la senadora, pero sí con su mensaje. No es el capitalismo lo exhausto, sino la ideología que ella representa y defiende.
Capitalismo es libertad. Socialismo es servidumbre. Ponerlo de otra manera no sólo es mentir, es, sobre todo, marchar contra la razón y la evidencia.