
¿Cuáles son los postulados filosóficos o la argumentación moral detrás de un exmandatario que no quiere que se le investigue sobre lo que bien podría ser un caso de corrupción? Ninguna. No hay ni filosofía ni moral detrás de tal hombre, solo intereses políticos y/o personales que desea, vaya a saber uno por qué, permanezcan ocultos.
En Uruguay tenemos muchos interrogantes sobre la realidad que vivimos desde 2005. No tenemos más que especulaciones cuando recordamos al «señor de la derecha». No sabemos qué pasó con los millones de ANCAP, ni dónde está el título universitario, de existir, de su exdirector. No entendemos por qué seguimos siendo los únicos en apañar a Nicolás Maduro, incluso cuando sus reiterados crímenes contra los derechos humanos y burlas a la democracia traspasan cualquier límite. Nos preguntamos a diario por qué un ministro inepto sigue en su puesto. No lo sabemos.
Y en este mar de incertidumbre, un día quisimos saber qué pasó con la planta regasificadora Puntas de Sayago —obra más inconclusa que La Sagrada Familia de Gaudí—. Para tal propósito, y según la Constitución, necesitábamos de una mayoría parlamentaria que, no sin escándalos, finalmente se formó.
El reinante Frente Amplio —dadas las formas actuales, «gobernante» es un término más que impreciso— se erizó y se puso a la defensiva de inmediato. Pareciera que se tratase de otro Frente Amplio, no de aquél que proponía comisiones investigadoras a diestra y siniestra cuando era mera oposición, cuando no había accedido al poder y a todas sus mañas.
A modo de ejemplo, la ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, «cuestionó» —léase, «se manifestó fuertemente en contra»— la creación de una comisión investigadora. Los uruguayos no merecemos saber qué hay detrás de su fallida construcción. Quizás sea la terminología muy técnica o compleja para el resto de nosotros, pero es mejor privarnos de tal información.
Cosse declaró a El País que “la verdad es que en este momento no le hace bien a la imagen de seriedad de Uruguay que se promueva este tipo de instancias en el parlamento”. Lo que no le hace bien a la imagen de seriedad del país es la falta de transparencia, el «meter la pesada en patota», la obstrucción deliberada de procesos constitucionales por simple antojo ideológico.
Quizás sea la reacción del expresidente José Mujica, como siempre, la más llamativa. Ahora asegura que “lo que están haciendo es usar a los medios de prensa para crear un circo. Yo hace años que no creo más en las comisiones investigadoras porque los actores políticos no somos jueves”. Sí. De repente dejó de creer en el derecho a la información que tenemos los uruguayos. Y por supuesto, la enemiga es la prensa por su manía de sacar los trapitos al sol. No quisiera pensar uno que la razón para que se opone es porque podría estar directamente involucrado, no.
La cosa es así : cuando saltó el escándalo Petrobras en el Brasil de Dilma, el entonces ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Fernando Pimentel, habría recibido coimas de la empresa OAS para negociar con Mujica y así ganar el proyecto de construcción de la mencionada planta regasificadora. El proyecto nunca fue completado y le causó a Uruguay pérdidas a de aproximadamente USD $65 millones.
Probablemente lo anecdótico del asunto es que la comisión investigadora fue aprobada en Cámara de Diputados por el voto de otro Mujica (Gonzalo), que si bien no comparte ningún lazo de sangre con el exmandatario, sí está en sus filas políticas, y decidió romper esa triste costumbre llamada «disciplina partidaria».
En conversación con Radio Uruguay, Gonzalo Mujica confesó que, cuando de manejos (de parte del Frente Amplio) de fondos se trata, «mientras más investigo más me asombro, más me escandalizo y más convencido estoy que hay que investigar».
A quien lo acuse de «hacer juego a la derecha» —acusación válida para quien no esté dispuesto a alabar al Frente Amplio—, el diputado aclaró que le está haciendo es juego «a la verdad y a la justicia».
Dentro de la inflación, la creciente inseguridad y empresas estatales en quiebra, los uruguayos encontramos una razón para alegrarnos: en el Frente Amplio sí hay un Mujica digno de aplausos. Y nunca fue presidente.