
Que en Uruguay, al igual que muchos otros países, han intentado cualquier clase de artimaña barata para detener el fenómeno de UBER no es novedad. En este mismo medio, la propuesta de un diputado uruguayo de dar recompensa económica a quienes denuncien o se arrepientan de hacer uso de la mencionada multinacional, fue noticia hace menos de un mes.
Si bien la medida ideada por el parlamentario fue echada por tierra, la Intendencia Municipal de Montevideo no ha bajado los brazos en una batalla que no sólo está perdida, sino que además ya es el hazmerreír de buena parte de la población.
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Un video publicado hace tres días por un usuario cuya intención es, contraria a la voluntad gubernamental, defender UBER, muestra la nueva estrategia que pretende, sin éxito, “cazar” a los conductores (y clientes) de la empresa de transporte.
La premisa es simple: un inspector de tránsito para automóviles “al azar” y comienza a hacer preguntas al copiloto sobre quien sea esté al volante a efectos de corroborar un vínculo real entre ambos.
La estrategia de caza resulta tanto curiosa como graciosa o irónica. Se pretende echar a UBER de Uruguay porque en teoría es ilegal, o no del todo legal, y se hace uso de medios realmente ilegales (ya no simplemente “en teoría”) para hacerlo, o al menos así lo aseguró el abogado uruguayo Juan Fagúndez para la web de noticias Montevideo Portal.
“Los inspectores –afirma – no tienen potestad para detener para interrogar”.
“Se detiene (a un automóvil) ante una infracción – continúa. Es decir, si viene a exceso de velocidad, o si hay una acción preventiva de la Intendencia de Montevideo para ver si la libreta de conducir está al día, sí, pero el diálogo debe ser sólo para comprobar si los documentos están en orden”.
Las declaraciones del abogado fueron incluso más lejos, a efectos de disipar cualquier duda: “¿UBER es considerada una infracción de tránsito que amerite que el inspector detenga el coche? ¿Está en el digesto municipal? Si no está no lo puede hacer. Detener a una persona que no comete un delito o una falta de tránsito no es legal, salvo que sea atrapado infraganti o haya orden escrita del juez. Eso es lo que dice la ley”.
El penalista hizo particular mención sobre el hecho de interrogar al pasajero, quien “no es sujeto de interrogatorio de los inspectores salvo que esté realizando conductas que expongan a riesgos al tránsito” y que puede negarse a contestar si así lo prefiere.
Pareciera ser que para el gobierno capitalino (o para el uruguayo todo) los términos “legal” e “ilegal” son más bien relativos, condicionados según procedencia o actividad del sujeto en cuestión.
Si estas líneas suenan exageradas, basta escuchar las declaraciones que el intendente de Montevideo realizara al informativo Teledoce “Vamos a combatir UBER con todas las herramientas que tenemos. La solución de fondo está en una ley que dé insumos para hacerlo, pero mientras tanto, haremos todo lo necesario a nuestro alcance. Si alguien entiende que se lesionan los derechos que haga la denuncia en Tránsito”
Martínez mismo deja en evidencia que no hay ley para “combatir”, palabra que él mismo utiliza, UBER. Por lo tanto, cualquier forma de “combate” roza la ilegalidad. “Todo lo necesario” suena amenazante, prepotente.
Si a Martínez le preocupase el bienestar ciudadano – claramente la legalidad no es su prioridad – haría “todo lo necesario” para proveer a los montevideanos con un sistema de transporte público efectivo, limpio, puntual y al menos no exorbitantemente caro.
Pero no. Desde sus entrañas socialistas, las fuerzas no se destinarán a corregir los huecos locales, sino a pelear al “imperio”.
En este contexto, la gerente de Comunicación de UBER para el Cono Sur, Cristina Villareal, declaró a Montevideo Portal que “UBER cree en la libre movilidad y el derecho del ciudadano a elegir” y que “por eso, rechazamos cualquier procedimiento que atente contra los derechos de los miles de montevideanos que usan UBER para moverse con seguridad y confianza, o como una alternativa de ingreso flexible y digna para sus hogares”.
Queda para ejercicio de la objetividad del lector, concluir quién suena más coherente y mesurado, Martínez o Villareal.